La realidad del programa Sembrando vida ¿realmente ayuda a la conservación del ecosistema?

(LeMexico) – Del gobierno que hace todo a medias, programas de sólo por donde mire tu suegra, llega uno más para cubrir las apariencias o taparle el ojo al macho, pues promueve la deforestación.

Administraciones pasadas pagaban a los propietarios de bosques y selvas, al sureste de nuestro país, por el cuidado y mantenimiento de sus hectáreas llenas de vegetación. A partir del 2018 todo cambio, pues el presidente Andrés Manuel López Obrador creó el programa Sembrando vida. En él, pagan mensualmente 4,500 pesos por plantar nuevos árboles.

La lógica de la necesidad de los más de 420 mil agricultores, al no tener más espacio, fue talar y quemar los que ya tenían para registrar que plantaron nuevos. El programa insignia para el “cuidado ambiental” del presidente ha provocado que se hayan talado 73 mil hectáreas, tan solo en su primer año.

Registros al 2019, en los estados de Veracruz, Campeche, Tabasco, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Yucatán, Michoacan, Guerrero, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo Nayarit, Sinaloa, Durando y Chihuahua, los estados adeptos a este programa, de acuerdo al Instituto de Recursos Mundiales, WRI, por sus siglas en inglés.

El ingeniero forestal de Campeche, Juan Manuel Herrera, considera que el daño puede ser peor, ya que, con la pandemia, para las comunidades en pobreza extrema la crisis económica ha sido peor y han tenido que recurrir a deforestar más hectáreas para recibir más pago del gobierno. Recordemos que la economía de México se desplomó 8,2% en 2020, el empleo formal se cayó por completo y es más difícil que se recupere en estas zonas, ya que solo hubo un pequeño porcentaje de recuperación, pero en las zonas industriales del país.

Como siempre, están los otros datos. Representantes de Sembrando vida, negaron que los campesinos hayan quemado y talado sus árboles, pese a que aún hay tocones calcinados en el suelo de estas hectáreas. El presidente hizo caso omiso a la petición en 2019 de declarar emergencia climática y se mostró orgulloso de su programa, catalogándolo como el programa de reforestación más grande del mundo. Mundo en el cual las organizaciones gubernamentales e internacionales, inversionistas y la humanidad en general, no tienen en buenos ojos estos actos.

Sí, mejor en el extranjero pueden reprochar los actos anti naturales del presidente, que los mismos mexicanos, quienes consideran que los programas sociales han sido de las mejores cosas que ha traído la 4T. Siendo honestos, en materia ambiental y climática, no ha dado una y nadie de los connacionales piensa reconocerlo.

Los pocos que lo hacen son criticados de seguir una corriente política, cuando la realidad es que están verdaderamente preocupados por lo que le pasará en este sexenio a nuestra riqueza natural. Es un hecho ya que México, Rusia y Brasil, hemos fallado garrafalmente en los compromisos para los acuerdos de París.

Y hablando de la resistencia, de la minoría, menos de un tercio de lacandones de Chiapas se negaron a talar sus árboles: “como lacandones nos dedicamos a la conservación“, declaró el orgulloso líder de una de las aldeas, Bernardo Chankin. Sin embargo, no todo está perdido en este programa, pues puede que los arboles crezcan fuertes, abriéndose paso sobre los invasores que el programa exige como tamarindo y cacao.

Lo anterior, mientras los supervisores del programa permitan que los que saben, los campesinos, conserven un poco de maleza que le brinda al árbol calor y humedad. Estos árboles, en 30 años, rendirán sus frutos, simbólicamente, ya que ayudarán a la absorción de entre 3,4 y 5,5 toneladas de dióxido de carbono por año.

El problema radica en que los pobladores temen que cuando el presidente salga del poder para el 2024, se acabara el programa y muchos pierdan el interés de cuidar sus plantíos. Además, no se les otorga como tal un registro de sus hectáreas y se les entregan cartas promisorias, generando incertidumbre en los en la concesión de la madera una vez llegada la maduración del árbol.

Es necesario que se resuelvan todas las dudas generadas por el programa a los campesinos, que con ellos se firme un contrato por sus plantíos y garanticen la permanencia de la vegetación en las hectáreas establecidas. De lo contrario, el programa será otro fracaso obradorista.

Back to top button