El tráfico de animales salvajes deja grandes ganancias, por desgracia

En el 2019 la Profepa decomisó más de 3 mil especímenes de un comercio ilegal que está cobrando fuerza al colocarse en ganancias por debajo del narcotráfico y armas.

El mercado asiático es el que más demanda genera a nuestro país de tráfico ilegal de especies exóticas. Desde hace algunos años, la venta de estas especies se ha convertido en una de las actividades que más ganancias deja en el mercado negro que van en promedio de 100 mil millones de dólares por año, informó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Para algunos mexicanos, el estar en un país con mayor biodiversidad, lejos de cuidarlo, buscan conseguir algunos cuantos pesos por la captura de monos, guacamayas, iguanas, tucanes y hasta jaguares, pues pagan muy bien por ser considerados animales que ostenten la parafernalia de quien los posee. También la posición geográfica de nuestro país hace que la conexión con otras naciones sea fácil.

De los casos más sonados el año pasado de especies recuperadas, fue el de dos lobos marinos, parte los 3,000 animales que lograron incautar del mercado negro y que fueron reincorporadas a su hábitat natural. Los lobos no tuvieron la misma suerte, pues ahora están al cuidado y protección del zoológico de Chapultepec.

Nuestro país es muy laxo en la regulación de la compra – venta de animales, pues no se cumple ni es clara. Increíble que México permita lucrar con parte de su riqueza, pues hasta nacionales los muestran en redes como trofeos o animales domésticos sin que autoridades hagan algo.

Parte de esta regulación hechiza es que se prohíbe tener animales de tu propiedad fuera del cautiverio, para procurar la protección del resto de la población. Pero ahí tienes al junior que exhibió un jaguar en una fiesta patria el pasado 16 de septiembre y que un influencer EXTRANJERO mostró en redes, quien argumenta en “su defensa”: el animal no era suyo, pero tampoco le pone un alto.

También está el caso del tigre de bengala en plaza Antara. Era llevado por una mujer con correa y pechera como si fuese perrito. Ambas pruebas de que la protección ambiental en México es un juego a conveniencia de quienes tienen poder económico.

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