Tráfico de animales por parte de la delincuencia organizada

A lo largo de la historia, hemos sido testigos de los excesos de las personas adineradas. En México, como una pintura surrealista nos hemos enterado de las compras y el despilfarro de algunos personajes históricos que adquieren objetos que, probablemente, en su vida utilizarán, así como las residencias que poseen y claro, no porque las necesiten.

El tener animales exóticos como mascotas se ha convertido en uno de los “pasatiempos” favoritos de personas adineradas como políticos y narcotraficantes en el país. Entre las especies que podemos encontrar en algunas mansiones lujosas se encuentran: guacamayas, pitón de la India, camellos, avestruces, tigres de Bengala y mono ardilla.

Adquirir especies en peligro de extinción está íntimamente relacionado con el lavado de dinero y el tráfico de armas. Hay una red enorme para conseguir que las especies lleguen a quienes las adquieren, pues deben pasar por más de cinco personas hasta llegar a su destino.

Según datos emitidos por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, entre 2008 y 2020 aseguraron 3,471 animales. Estas cifras también revelaron que la mayoría de las especies que adquieren son de Asia, África y Sudamérica.

Uno de los casos conocidos fue el de Miguel Ángel Félix Gallardo, quien era conocido como el “Jefe de Jefes”, pues a él le regalaron un tigre de Bengala. Además, contaba con una gran cantidad de especies de fauna que poseía de manera ilegal.

Esta es una característica que tienen los grupos criminales, pues según investigadores de la universidad tamaulipeca son quienes tienen la posibilidad económica no solamente de adquirirlos, sino de mantenerlos y ofrecer, en la medida de lo posible, los cuidados que las especies necesitan. Esto, pues personas con un salario mínimo no tendrían las posibilidades económicas ni la infraestructura para albergar a las especies.

Es importante señalar que el poseer seres vivos de esta naturaleza no es un lujo, pues son extraídos de su hábitat natural para pasar a permanecer, muchas veces, en lugares donde no podrán desarrollarse en libertad ni convivir con las especies con las que tendrían la oportunidad de hacerlo si no estuvieran amenazados por quienes se dedican a traficar con ellos. Lamentablemente, según investigadores, en Durango, Chihuahua y Sinaloa hay más tigres de Bengala que en la India.

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