A dos años del triunfo de AMLO (3ª y última parte)

En materia de derechos de las mujeres, Andrés Manuel López Obrador está entre dos fuegos.

Por una parte, sus detractores lo han acusado, entre otras cosas, de promover el aborto y algo que le llaman la “ideología de género” a través de la reforma educativa. Por otra parte, las feministas le reprochamos sus comentarios sexistas y, sobre todo su falta de perspectiva de género que ha incidido en las políticas públicas y en la disminución del presupuesto de acciones gubernamentales dirigidas de manera exclusiva a mujeres.

Lo cierto es que López Obrador es lo suficientemente macho y mocho como para pedir en repetidas ocasiones que le permitan mantenerse al margen de la discusión relacionada con la legalización del aborto “para no crear un ambiente de confrontación”, lo cual resulta irrisorio si consideramos que éste es una constante en sus discursos.

El presidente López Obrador, tan no está a favor de legalizar el aborto que inclusive en marzo de 2019 comentó que si aumentaban las discrepancias en este tema se sometería a consulta si se debiera o no, estipular a nivel nacional el derecho a la vida desde la concepción. Aquello significaría expropiar una vez más el cuerpo de las mujeres y desconocer su derecho humano a decidir sobre ellas mismas y su maternidad. Esto, validado ya por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 2008, cuando la entonces Procuraduría General de la República y —sorprendentemente— la Comisión Nacional de los Derechos Humanos promovieron acciones de inconstitucionalidad respecto a la reforma al tipo penal de aborto, hecha por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

Por otra parte, la “ideología de género” es una distorsión de lo que es la teoría de género. El término “ideología de género” es, como ha dicho Karina Bárcenas (2019), investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, una “estrategia de desinformación que se emplea en redes sociales y entre grupos de la sociedad civil para popularizar un discurso que va en contra de los derechos y de la comunidad LGBTI+”. Grupos religiosos ultraconservadores afirman que la “ideología de género” está orientada a promover [i] el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción homoparental, [ii] la interrupción legal del embarazo y [iii] la identidad de género.

Estos grupos ultraconservadores que se han sumado al movimiento mundial denominado “Con mis hijos no te metas”, construyen una realidad, afirmando absurdos como que, a través del sistema educativo y la enseñanza de educación sexual, el gobierno pretende que “los niños (sic) cambien de género” y que se conviertan en fáciles presas de la pedofilia al, según ellos, incitar a la niñez a ejercer su sexualidad. Este movimiento está orientado a conservar el orden binario, patriarcal y jerárquico, en el que las mujeres sigamos sometidas al dominio masculino, se niegan a reconocer la diversidad sexual y que todas las personas somos igualmente diferentes. Su reproche al Presidente es infundado.

Lo que no es infundado es que Andrés Manuel, que califica de “conservadores” a quienes no piensan como él, no se da cuenta de su propio conservadurismo. No ha entendido, entre otras cosas, que la paridad de género no significa solamente incorporar mujeres a su gobierno. Sin duda, muchas nos alegramos de que la ex ministra Olga Sánchez Cordero hubiera sido la primera en romper el techo y las paredes de cristal al ser nombrada titular de la Secretaría de Gobernación, el Ministerio más importante del gobierno federal. No obstante, ella no ha sido tratada como tal por el presidente de México y su menosprecio se evidencia a través de su lenguaje, con un “Olguita” o “licenciada”, a pesar de que ella tiene el grado académico de Doctora. Inclusive ha sido nombrada “la secretaria florero” al no darle voz en reuniones importantes, en donde el mensaje es: “te invitamos para que no nos digan que somos el club de Toby”, tal y como hace días hizo alusión en la cena en Washington ante la falta de empresarias. Sólo estuvo presente Patricia Armendariz.

Su conservadurismo le nubla la visión y no le permite mirar claramente las condiciones y necesidades de las mujeres que viven en este país. Su ginopia le impide mirar la violencia familiar, sexual y los feminicidios, y que esta violencia de género en contra de las mujeres no cesa contando hasta diez. Para erradicar la violencia, se requiere presupuesto destinado a la prevención, atención y sanción de la misma.

Sin embargo, en los últimos días nos hemos enterado de recortes importantes al presupuesto del Instituto Nacional de las Mujeres y de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. Este último ha incidido en la negativa de otorgar recursos económicos para las acciones destinadas a las alertas de violencia de género del Estado de México, Veracruz, Zacatecas, Nuevo León, Puebla, Jalisco, Nayarit y la Ciudad de México (aunque esta última no se ha activado), lo cual significará que el contexto feminicida en estas entidades federativas se profundice.  

López Obrador se ha manifestado humanista, sin comprender que esta postura le impide ver la realidad de las mujeres. ¡Cuánta falta le hace la visión feminista!

Dra Iris Rocío Santillán Ramírez

Abogada y Criminóloga feminista. Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma Metropolitana, Master en Sistemas Penales y Problemas Sociales por la Universidad de Barcelona, así como Maestra en Criminología y Doctora en Ciencias Jurídico Penales y Política Criminal por el Instituto Nacional de Ciencias Penales. Después de desempeñarse durante varios años en el ámbito de la procuración de justicia, en los últimos 19 años se ha dedicado a la docencia y a la investigación en materia de violencia en contra de las mujeres. Ha dictado conferencias en diversos foros del país y del extranjero y publicado artículos especializados en editoriales de España, Brasil, Argentina y México. Autora de los libros: “Violación y culpa” y “Matar para vivir. Análisis jurídico penal y criminológico con perspectiva de género de casos de mujeres homicidas”, ambos de la editorial Ubijus. Ha trabajado activamente en la capacitación y formación de personal ministerial y judicial en materia de género y derechos humanos de las mujeres. En 2016 recibió la Medalla Omecíhuatl que otorga el gobierno de la Ciudad de México por sus contribuciones en materia de derechos humanos. Actualmente es profesora-investigadora Titular “C” por oposición en la UAM-Azcapotzalco. Investigadora Nacional. Miembro de Número de la Academia Mexicana de Criminología. Forma parte del grupo de trabajo para la activación de la alerta de violencia de género en la Ciudad de México.
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