Élites en fuga

Tabula Rasa

(LeMexico) – En tiempos recientes, la celebración del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) era todo un acontecimiento. Anualmente, a principios de año, se reunían en la pequeña ciudad de Davos, Suiza, donde contrastaba el frío y la nieve del exterior con el calor al interior de los recintos, especialmente cuando las personas de dinero iban concretando nuevos negocios.

Como es de suponerse, ahí se dan cita mujeres y hombres dueños de las más grandes fortunas del mundo, como Bill Gates o Warren Buffett, y los hombres con mayor poder político, tan disímbolos como Bill Clinton, Tony Blair, Ernesto Zedillo, Nelson Mandela o Yasser Arafat. El esplendor es tal que también se dan cita personalidades ajenas a la política o al mundo empresarial que por una u otra razón tienen un lugar en las distintas conferencias, donde se pueden encontrar a ganadores del premio Nobel como Joseph Stiglitz, el escritor Paulo Coelho, el músico Bono o la activista Greta Thunberg. Hasta un presidente en medio de una guerra se da tiempo para participar, de manera virtual, como fue el caso del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.

Ahora bien, “el Foro Económico Mundial es la Organización Internacional para la Cooperación Público-Privada. Nuestro propósito es empoderar a los líderes mundiales para dar forma a un futuro mejor” es tal y como se autodefine en el documento A Platform for Impact. Desde su fundación en 1971, esta organización privada sin afán de lucro involucra a los principales líderes políticos, comerciales, culturales y de otro tipo de la sociedad para dar forma a las agendas mundiales, regionales e industriales. Para tal fin se reúnen anualmente en el conocido Foro de Davos. Aunque en su nombre se llame “económico”, la variedad de temas que se abordan van más allá de lo puramente económico.

Cada año se va actualizando los temas a discutir en el WEF. Si uno revisa las temáticas que van de clima y naturaleza, a sociedad y equidad, de economías más justas, a cooperación mundial, pareciera que efectivamente existe preocupación común en detener y revertir los problemas del mundo. Por ejemplo, más de 50 empresas y nueve países que forman la First Movers Coalition, y que representan más del 40% del PIB mundial, se han comprometido a limpiar los sectores industriales más intensivos en carbono del mundo, a través del poder adquisitivo y políticas de tecnología baja en carbono. Por discursos llenos de buenas intenciones no paramos. Sin embargo, poco se cumple.

Hay que diferenciar entre los diversos reportes e índices que produce el WEF y sirven como referencia para saber en dónde estamos parados (competitividad, riesgos globales, turismo, etc), la mayor atención global la tiene la reunión anual de Davos, que ha sido muy crítica por considerarse un evento de élites. Es más, en realidad, un evento a donde acude la élite de las élites. Esto, evidentemente, genera rechazo y es calificada como clasista, por usar una de las expresiones más usadas en México en los últimos años.

Sin embargo, la reunión de Davos empieza a perder brillo incluso entre las élites. Si bien es cierto que se trata de un evento privado destinado a que el 1% multimillonario siga haciendo negocios en todo el mundo, y donde los políticos asisten para ofrecer sus países como sitios seguros para que lleven sus inversiones, al parecer, quizá sea por el momento o por las fechas en que se llevó a cabo la reunión, pero lo cierto es que ha pasado prácticamente desapercibida pese a que asistieron más de 2 mil participantes.

Como suele pasar, hay momentos en el que las ausencias son las que más presencia tienen y en este año hubo varias. Rusia, expulsada por la guerra emprendida contra Ucrania. La autoexclusión de los presidentes de China y Estados Unidos competía con el gran tema del presente: la guerra y sus consecuencias para el mundo. Si la reunión se hubiera celebrado en enero, como tradicionalmente sucedía, el tema central hubiera sido la lenta recuperación tras la pandemia.

Como lo anterior no sucedió, lo que sí hubo fueron las voces de alarma ante las que se perfilan como las cuatro grandes crisis inmediatas y que pudieran reconfigurar el orden internacional: la creciente inflación, la falta de alimentos, el aumento en los precios de la energía y las consecuencias negativas por el cambio climático. Salvo esta última, las tres primeras son consecuencias directas de la guerra y sus impactos son equiparables a los que se vivieron durante la segunda guerra mundial.

Todo va interconectado. El encarecimiento de los combustibles por el boicot de Europa, principalmente, al gas ruso, impacta de manera directa en los precios de los productos y en las líneas de transporte, lo que a su vez aumenta la inflación, que se agrava por la escasez de granos provenientes de dos de los principales productores en el mundo, Ucrania y Rusia. Los alimentos escasean, al igual que los fertilizantes, lo que a su vez provoca una disminución de las cosechas en el resto del mundo que se traduce en menos alimentos, que impacta en un alza de precios y mayor inflación. Es como un bucle temporal.

Lo que hasta hace unos años era un círculo virtuoso de cooperación global, hoy ha quedado hecho añicos. Ya se habla de depender menos de cadenas de producción internacionales para sustituirlas por cadenas regionales entre países socios. Si bien esto va en dirección de una orientación hacia los mercados internos, no es un equivalente al viejo modelo impulsado por la Comisión Económica para América Latina (Cepal) de los años 50 y la sustitución de importaciones a nivel nacional. Las fuerzas apuntan hacia mercados regionales, tipo Unión Europea o el tratado comercial en América del Norte.

Carlos Salinas de Gortari, en sus memorias de cuando fue presidente, México. Un paso difícil a la modernidad, dice que la decisión de negociar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos surge después de asistir a una reunión en Davos y entender que los multimillonarios voltearon hacia los recién independizados países de Europa Oriental, y no hacia México.

El poder de decidir en dónde invertir y, por lo tanto, qué país se beneficiará y con suerte saldrá del subdesarrollo, ha descansado, desde los inicios de las reuniones de Davos, en unos cuantos hombres. Y no, no es que esté faltando al lenguaje inclusivo, sino que las mujeres han jugado un papel marginal. Por ejemplo, en 2018 los organizadores contaban con un equipo de liderazgo exclusivamente femenino, pero solo el 21% de los participantes ese año eran mujeres.

El triunfo de la globalización volvió a las élites soberbias (más de lo que eran) y la codicia la han resuelto asistiendo a Davos y participando en eventos acerca de eliminar la pobreza, revertir el cambio climático, preocupación por el populismo, para, saliendo de esas reuniones, decidir hacer negocios en los países que ofrezcan mayores ganancias.

Debe reinventarse Davos para ofrecer soluciones. Este año, por ejemplo, se habló del impacto de la pandemia, pero nadie mencionó ni, mucho menos, los dueños se ofrecieron a liberar las patentes de las vacunas contra el COVID. La codicia los ha vueltos sordos y ciegos ante lo que está pasando en el mundo y esa insensibilidad puede romper los frágiles equilibrios sociales.

De acuerdo con la nota informativa de Oxfam internacional, Beneficiarse del sufrimiento, los multimillonarios vieron crecer sus fortunas en 24 meses, lo equivalente a los últimos 24 años. Ha surgido un nuevo multimillonario en el mundo cada 30 horas, mientras que en el mismo lapso un millón de personas caen en situación de pobreza.

¿Cómo estarán las cosas que el reportero Michale Hirsh, gran crítico de las élites “davosianas” ha planteado en el artículo Why We Need Davos Man Back, publicado esta semana en Foreign Policy, que se necesita el regreso de los hombres de Davos, un término acuñado por Samuel P. Huntington en 2004 para las élites transnacionales que, “empoderadas por las nuevas nociones de conexión global”, asistieron todos los años al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza? Tenemos el peor de los mundos: élites que no ven, no escuchan y ahora ni siquiera asisten a estos foros. Pero eso sí, se niegan a pagar más impuestos.

Back to top button