La travesía del Cuerno de África a la Península Arábiga

(LeMexico) – Hoy en día, la migración del Cuerno de África es la segunda más activa del mundo, se caracteriza por ser una migración regional teniendo como países expulsores de migrantes africanos a Djibouti, Etiopía y Somalia. Los individuos procedentes de África subsahariana encuentran en esta zona de tránsito una oportunidad de mejor calidad de vida para dirigirse a un país de la península arábiga, principalmente con destino a Arabia Saudita. Yemen es el país de tránsito que recibe y deporta a todos estos migrantes. Este es un caso más de las condiciones por las que deben pasar los migrantes del mundo para salir adelante, poniendo en resigo su bienestar, que crea grupos vulnerables que requieren de atención internacional.

Al ser la segunda ruta más transitada del mundo, incrementan los agentes de riesgo para los migrantes y crean mayores vulnerabilidades para ellos. Desde 2011, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas y el Organismo Internacional para la Migración han intentado disuadir a los migrantes de viajar por el Golfo de Adén y adentrarse en Yemen para evitar que sufran riesgos de explotación, trata y deportación por parte de traficantes y el mismo Estado de tránsito.

Los migrantes realizan una travesía por más de un país en donde la tragedia y el miedo no para hasta llegar al lugar de destino. Hombres y mujeres se arriesgan a ser secuestrados, extorsionados y asaltados por tratantes y traficantes. Son comunes los casos donde contrabandistas obligan a los migrantes a saltar de los botes y ahogarse antes de ser capturados por las autoridades, sino es que son asesinados al instante. Asimismo, la fragilidad del Estado de Yemen sólo incrementa la criminalidad hacia los migrantes, ya que son sujetos de violencia física, sexual y abuso de poder si llegan a ser detenidos y deportados.

En décadas recientes, la globalización ha impactado de manera importante al fenómeno migratorio al contribuir a acrecentar la participación de las mujeres. El transnacionalismo ha permitido construir redes sociales de intercambio entre migrantes, familias y comunidades desde el país de origen al de destino. Consecuentemente, la decisión de migrar se facilita al integrar al estudio y análisis de la migración por académicos y autoridades una dinámica de género en el proceso de trayecto y residencia, dado que las mujeres viven esta experiencia de manera distinta. 

En algunos casos, la migración femenina corresponde a madres que son cabeza de familia y que se desplazan con la finalidad de buscar mejores oportunidades laborales para sobrevivir y enviar remesas. Este nuevo fenómeno ha adquirido mayor atención en las estadísticas y estudios de organismos internacionales. Según la OIM, del total de migrantes calculado en 2018, el 94.69% respondía a necesidades económicas como motivo de emigración.

De igual manera, en 2019 el flujo de remesas ascendió a 48 mil millones de dólares provenientes de Arabia Saudí. Por otro lado, la migración forzada también encuentra su motivo en la naturaleza conflictiva del país de origen, por lo que es común que una cantidad considerable de mujeres migrantes viajen acompañadas de sus hijos. De acuerdo con las estadísticas mencionadas anteriormente, el 13% de los 834,665 individuos eran niños y niñas. 

Por esta razón, se considera que las mujeres migrantes se mueven en espacios de mayor vulnerabilidad al cargar con mayores responsabilidades en el trayecto, al ser población vulnerable y mayormente susceptible a asaltos, violaciones, explotación y extorsión. Además, esta presión por mantener los vínculos familiares transnacionales en forma económica hace que la experiencia laboral en el país de destino se aún más dura.

La brecha salarial de género es un hecho mundial y la discriminación laboral margina a las mujeres a trabajar en los sectores informales de la economía. Esta ha sido una oportunidad para las mujeres de perseguir la independencia económica, un mejor acceso a servicios de salud, saneamiento, educación, de condiciones de trabajo y salir de los esquemas tradicionales impuestos por los roles de género. Así sucede en Etiopía, Somalia y Yemen, además de otros países del África subsahariana, donde muchas mujeres se desplazan de manera autónoma o en familia para llegar a Arabia Saudí. 

Esta evolución en el estudio de la migración lleva a cambios en la agenda política de los Estados y de las agencias internacionales que se encargan de garantizar la protección de los migrantes y de las mujeres. Las condiciones de viaje de las migrantes determinan las pautas de acción de programas gubernamentales y civiles para evaluar la dinámica migratoria de género. Las políticas gubernamentales de reunificación familiar y de promoción a un trato humanitario radica en la diferenciación de las vulneraciones sistemáticas atribuidas a la migración femenina.

En el Cuerno de África se da la presencia de organismos como ACNUR y la OIM que elaboran planes de acción atendiendo a las necesidades específicas de este grupo para no contribuir a la desigualdad de género, que de por sí, es perpetuada por el Estado de origen, de tránsito y el receptor. Un ejemplo es el reconocimiento de determinadas prácticas judiciales en centros de detención o albergue, como la discriminación, el acoso o la extorsión por parte de las autoridades y el establecimiento de una pena específica para esta problemática.

De igual modo, es relevante mencionar la distinción jurídica entre violencia física, sexual y psicológica a las migrantes para eliminar lagunas legales y morales que omitan la protección a su integridad y dignidad humana. 

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