2 de Octubre: ni perdón ni olvido

(LeMexico) – La matanza de Tlatelolco del 2 de octubre, ocurrida hace ya 53 años, sentó un terrible precedente en la historia del Gobierno priista y marcó al país con miedo y desilusión.

El movimiento estudiantil obtuvo simpatizantes entre sindicatos, intelectuales y amas de casa. Hace 53 años, la Plaza de las Tres Culturas fue teñida de sangre, los pinceles: las armas del ejército, el autor de la sangrienta y cruenta obra: Gustavo Díaz Ordaz.

Este crimen de estado, según la CNDH fue “la culminación de delitos lesa humanidad, del Gobierno mexicano contra los estudiantes. Además hubo una muy sólida logística al respecto, la cual pretenden hacer ver como no planeada, pues se encontraba el Batallón Olimpia y el Ejército Militar mexicano. Ambos tenían una identificación peculiar, un guante y un pañuelo blanco. La existencia del grupo paramilitar Batallón Olimpia fue negada por Díaz Ordaz, sólo para después justificar su existencia con la protección de las instalaciones para los JO de ese año celebrados en México.

Toda la operación tuvo nombre: “Operación Galeana” y tenía como fin la detención de los miembros del Consejo Nacional de Huelga. Pero todo “se salió de control” cuando un helicóptero, aparentemente del ejército, lanzó bengalas al lugar, como señal para los francotiradores del BO para que iniciaran con la matanza de estudiantes, niños, amas de casa, personal civil y cualquier otro “desafortunado” que pasaba por allí. Esto, ya que la manifestación, pacífica en su totalidad, había reunido a los síndicos y trabajadores inconformes del magisterio, obreros e intelectuales, además había amas de casa. Todos cuestionaban las políticas y medidas sociales y económicas del Estado, reclamando democracia.

El Gobierno, a través de los medios oficiales y en su inicio la UNAM, maquillaron las cifras reduciendo los miles de muertos y los miles más de detenidos y desaparecidos a unos 50 muertos como máximo y casi 3000 detenidos.

Parte del pliego petitorio a Díaz Ordaz por parte de los estudiantes fue, grosso modo:

  1. Libertad de todos los presos políticos.
  2. Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal.
  3. Desaparición del cuerpo de granaderos.
  4. Destitución de los jefes policiacos Luis Cueto, Raúl Mendiolea y A. Frías.
  5. Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.
  6. Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.

A tan sólo 10 días del inicio de los Juegos Olímpicos celebrados en el país, el Gobierno de Díaz Ordaz decidió reprimir las manifestaciones como una estrategia de reputación mal habida a su Gobierno.

Todos apuntan a que la matanza se gestó desde una riña de estudiantes en el Centro Histórico. El grupo antimotines de la policía -el Cuerpo de Granaderos- intervino de manera muy violenta y brutal, pues golpeó a los estudiantes y a todo testigo que se encontraba. Dio caza a los estudiantes y testigos, además de entrar a sus escuelas donde se refugiaron, agrediendo a los demás alumnos y profesores que se encontraban.

Posterior a eso, el IPN y la UNAM se unieron creando un movimiento al que se adhirieron otras universidades declarándose en huelga contra el Gobierno por las acciones de la policía. Ese fue el hecho que empoderó a médicos, ferrocarrileros, electricistas, campesinos, profesores y más estudiantes para protestar en contra del Gobierno de Díaz Ordaz y los siguientes que le precedieron.

Según Velasco Piña, la orden de asesinar a los estudiantes por parte de Díaz Ordaz respondió a la presión de su buena reputación en el Gobierno y la organización de los Juegos Olímpicos. Esto, ya que, en los días que se realizaban las protestas de los estudiantes, en el país ya se encontraban muchos corresponsales, medios y periodistas internacionales.

“Díaz Ordaz declaró que al enfrentar el conflicto se habían agotado los recursos políticos y se tuvo que acudir a la fuerza (…) Lo que se quería era destruir de un solo golpe el movimiento estudiantil para dar paso a las Olimpiadas. La represión tuvo lugar diez días antes de que empezaran, estaban obligados a sofocar las protestas, pero lo hicieron de una manera brutal”.

Guevara Niebla

Algunas de las crónicas y reportajes detallados, así como autores que recogieron la esencia del momento en México. En 1968 todo lo que gestó la juventud fue arte, literatura y periodismo como una manera más “sana y segura” de manifestar los sentimientos y la comprensión de lo que esa matanza cambió en el país.

Sus testimonios son muy crudos, violentos e impactantes desde la matanza de los habitantes de las unidades aledañas al lugar de la masacre simplemente por haber resguardado a dos o tres estudiantes hasta violaciones masivas y torturas contra las y los estudiantes. El evento no fue mediático, pero lo poco que se conoce da una idea de las brutalidades que el Gobierno de Díaz Ordaz perpetró contra la juventud estudiante de aquel entonces.

Algunos de los autores a los que el interesado pueda acercarse son: José Agustín Armablanca en “José Agustín y el 68: el relato tardío de una época”; también son de sumo interés los textos de Paco Ignacio Taibo II, uno de ellos: “Razones por las que 1968 fue uno de los años más importantes para las luchas sociales”. Heberto Castillo escribe “Si nos agarran nos matan”, de los más icónicos: Elena Poniatowska “La noche de Tlatelolco”, también Luis González de Alba en “Los días y los años”, además un escritor anónimo publica “¡El Móndrigo!”. Además de los textos de Antonio Velasco Piña: Regina y los capítulos 7 y 8 de su libro: “El círculo negro”.

Hoy día se demanda a la Sedena abrir los archivos “ocultos” con respecto a la matanza del 68.

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