Las contrahechuras de la Guardia Nacional

Tabula Rasa

(LeMexico) – El 30 de junio, la presidencia de la República festejaba el segundo aniversario de la Guardia Nacional, uno de los dos pilares en los que descansa la propuesta de seguridad pública para el país. Suponemos que la fecha obedece a que se cumplen dos años de la publicación del Reglamento de la Ley de la Guardia Nacional.

El tema en sí mismo no pasaría de ser una efeméride más o un pretexto para un nuevo “informe”, de no ser porque tras las elecciones intermedias y ante el aumento de noticias sobre asesinatos múltiples (que incluso se pueden catalogar como masacres), la inseguridad retoma vuelo como uno de los problemas nacionales más apremiantes.

Desde noviembre de 2018 se planteaba una primera propuesta de seguridad denominada Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024, la cual se dividía en ocho puntos. En el último punto de dicho Plan llamado “Seguridad pública, seguridad nacional y paz”, el cual se subdividía en tres incisos, se establecía la propuesta de creación de la Guardia Nacional.

Esta “actuará en forma semejante a corporaciones como la Gendarmería Nacional francesa, una fuerza armada responsable de las misiones de policía, y la Guardia Civil española, instituto armado de naturaleza militar que cumple funciones de seguridad pública”. Es decir, se proponía que el funcionamiento de la Guardia Nacional tuviera como referentes dos instituciones plenamente establecidas.

Si bien, los ejemplos que se mencionan son correctos, encontramos un primer fallo en la propuesta. Tanto la Gendarmería Nacional en Francia como la Guardia Civil en España coexisten con una policía nacional. Así, mientras las dos primeras realizan labores de seguridad en regiones predominantemente rurales, las policías nacionales son responsables en las grandes áreas urbanas. Tanto en Francia como en España, ambas fuerzas nacionales conviven con policías locales y/o regionales.

Por su parte, para que en México se actuara de forma similar, tendrían que coexistir la Guardia Nacional y una policía nacional, o lo que se le llamaba Policía Federal, por lo que plantear la creación de una y la desaparición de otra no corresponde al modelo de seguridad de esos países. Para integrar la Guardia Nacional se establecía que sería con las policías navales y militares así como con elementos de la policía federal hasta llegar a los 50 mil elementos.

Como era de esperarse, pese a que se cuestionaba el modelo, no hubo ninguna corrección y se mantuvo la propuesta en materia de seguridad pública. En mayo de 2019, el Senado aprueba la Estrategia Nacional de Seguridad Pública del Gobierno de la República y en julio se publica el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (PND). Ambos documentos con los mismos puntos del Plan Nacional de Paz y Seguridad y se insiste que se basa en un “Cambio de paradigma en seguridad”.

Es curiosa la ligereza conceptual para hablar de un cambio de paradigma. Cabe rescatar cómo Thomas S. Khun, en el indispensable Estructura de las revoluciones científicas señalaba que un paradigma “significa toda la constelación de creencias, valores, técnicas, etc., que comparten los miembros de una comunidad dada”. En este sentido, lo planteado por la presente administración no es muy diferente: considera al delito como algo multifactorial, hay que rehacer el tejido social, poner énfasis en la prevención, atender las causas a través de políticas sociales, tener un cuerpo policiaco a nivel nacional. 

Como ya mencionamos, eliminar la Policía Federal para crear la Guardia Nacional no cambia nada en la estructura de seguridad, es simplemente un cambio de jugador por jugador, como diríamos en el futbol. Lo novedoso es el orígen castrense de la mayoría de los integrantes del nuevo cuerpo policial, los cuales tendrían, en teoría, que capacitarse para sus nuevas funciones. A fin de tener una idea de la implementación de la Guardia Nacional, vamos a revisar algunos datos.

El primero de ellos es determinar cuántos elementos la conforman. En el Segundo Informe de Gobierno se da cuenta de que en 2018 habían 37,297 policía federales, 43,180 en 2019 y 5,749 en 2020, mientras que los elementos registrados como guardias nacionales eran 446 en 2019 y 36,064 en 2020. Como podemos comparar, había menos guardias nacionales en 2020 que policías federales en 2018

Por otra parte, en el informe de Avances y Resultados 2020 del Programa Sectorial de Seguridad y Protección Ciudadana 2020-2024, en el apartado de Certificado Único Policial, se señala que existe un universo a nivel federal de 35,551 elementos al 30 de noviembre de 2020, mientras que en el apartado de evaluación de la plantilla por parte de los centros de evaluación de control de confianza, se tiene a nivel federal un universo de 46,884 elementos al 31 de dicembre de 2020. Una diferencia nada menos de más de 11 mil elementos. Por otra parte, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el informe “Evaluación de control de confianza al personal del servicio profesional de carrera de las Instituciones de Seguridad Pública” al 31 de mayo de 2021, reporta a 99,545 elementos de la Guardia Nacional.

Uno supondría que los elementos a nivel federal son los que correspondían en su momento a la policía federal y, actualmente, a la guardia nacional. Sin embargo, en el mismo informe de Avances se especifica que la guardia nacional opera con 100,235 elementos al 31 de diciembre de 2020, los cuales están conformados por 24,174 expolicías federales, 16,515 policías navales y 56,548 policías militares. Para contribuir con la confusión, el ya citado Segundo Informe de Gobierno señala que desde 2017 y hasta 2020, la Secretaría de la Defensa se ha compuesto por 214,157 elementos, mientras que la Secretaría de Marina pasaron de 55,829 en 2017 a 61,242 elementos en 2020. 

Ya sabemos que los números no es lo fuerte de esta administración, pero, o bien a las fuerzas armadas hay que restarles unos 73 mil elementos porque ya laboran en la Guardia Nacional que depende de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, o hay que pagarles horas extras porque dobletean la chamba al estar al mismo tiempo en dos Secretarías. Y falta por definir si los elementos adscritos a la guardia nacional que no son de las fuerzas armadas son 35 mil, 46 mil o 24 mil.

Ahora bien, si las funciones de la Guardia Nacional son de seguridad pública, en consecuencia deben cumplir con lo que establece la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública en el sentido de que todos los elementos deben cumplir con obtener el Certificado Policial Único, el cual tiene cuatro diferentes componentes (control de confianza, formación inicial o equivalente, evaluación de competencias básicas o profesionales, evaluación del desempeño). De acuerdo con el informe de Avances, se reporta un cumplimiento a nivel federal del 26% en cuanto al Certificado Policial Único, mientras que en lo correspondiente al cumplimiento de evaluaciones de control de confianza se reporta un avance a nivel federal del 99.5% con un nivel de aprobación del 96.26%.

Los números en lo referente a las evaluaciones de control de confianza son muy altos, aunque no concuerdan con los del informe del SESNSP, que reporta una evaluación al 100% del personal de la Guardia Nacional pero con resultados pendientes del 61%. Al parecer, se ha cumplido con el requisito de aplicar evaluaciones de control de confianza, pero se ha omitido en cuanto a cubrir los requisitos del Certificado Único Policial, los cuales capacitarían al personal de origen militar en labores de seguridad pública. 

Como pudimos observar, la confusión prevalece ya que el gobierno no atina a dar un número homologado de elementos de la Guardia Nacional y al revisar que la cantidad de elementos de seguridad pública se mantiene en los mismos niveles de 2018, o hasta menos, podemos afirmar que no hay nada nuevo

De hecho, el propio titular del ejecutivo federal declaró el pasado 30 de junio con respecto a los supuestos 100 mil guardias nacionales que “todos estos elementos han sido formados, capacitados, disciplinados, han sido conducidos, los han llevado de la mano tanto la Secretaría de Marina como la Secretaría de la Defensa Nacional”, sin mencionar a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, por lo que está aceptando tácitamente que lo que se ha formado es un nuevo cuerpo militar, no una corporación de seguridad pública.

Tenemos entonces que lo que se plantea en materia de seguridad no es un nuevo paradigma sino que, regresando a Thomas S. Kuhn, es como el jugador de ajedrez que “ante un problema ensaya varios movimientos alternativos para buscar la solución…. los cuales son solo pruebas para ellos mismos, no para las reglas del juego”. Estrictamente, no se plantean nuevas reglas sino mover de diferentes formas los mismos elementos.

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