Pretenden prohibir el lenguaje inclusivo en Argentina

(LeMexico) – Un proyecto de la derecha argentina impondrá una ley que prohíba el lenguaje inclusivo.

La comunidad académica internacional tiene claro que, aunque el lenguaje es “un ente en constante movimiento“, no puede ser percibido como “una simple construcción social” que puede desaparecer o modificarse a conveniencia. A esto se suma el apoyo legislativo como el de las abogadas Patricia Alejandra Paternesi y Cynthia Roxana Ginni, que presentaron un proyecto de ley que prohíbe el uso del lenguaje inclusivo a nivel Ejecutivo, Legislativo, Judicial y en todo el sistema educativo argentino.

El proyecto considera siete artículos que fundamentan, no la prohibición de tal modo de expresión, sino de limitarlo a niveles importantes de Gobierno y de gran importancia a nivel educativo:

«Prohíbase el uso en documentos y actos oficiales y en establecimientos educativos del comúnmente denominado ‘lenguaje inclusivo’ en cualquiera de sus formas (x, e, @, etcétera), empleado para reemplazar el uso del masculino cuando es utilizado en un sentido genérico, así como de cualquier otra forma diferente a la lengua oficial adoptada por la República Argentina».

Más que otra cosa, los artículos defienden el uso correcto del lenguaje según sus reglas gramaticales en documentos oficiales y para la enseñanza a nivel Federal, evitando todo el “desorden y obstáculos que en materia de lectoescritura se presentan por el uso del mismo“. Consideran además que este modelo de habla empeora y distorsiona el aprendizaje de los infantes, pues «su mala utilización podría no sólo obstaculizar la lectoescritura y su comprensión, sino también significar una barrera para aquéllos que tienen más dificultades».

A saber, el uso del masculino genérico es una condición y regla del lenguaje. Si bien, lenguas como el griego o hebreo emplean términos y modos “neutros” no son naturalizables en el español debido a la peculiaridad que este presenta, remitiendo el masculino genérico a un «un hecho estrictamente lingüístico que carece de consecuencias políticas para la visibilidad de las mujeres, el respeto con que son tratadas, o su acceso a los puestos de mayor responsabilidad en todos los ámbitos de la sociedad» porque en todo caso, para enmarcar la “igualdad” en el lenguaje, todas las palabras plurales en masculino deberían emplearse en femenino. Además, aún se tiene la amarga diatriba del por qué es “el agua” o “las aguas” según sea el caso, como para imponer interés sobre el tema.

Concluyendo con el tema, las abogadas dijeron:

«Nadie en su sano juicio puede argüir que los constituyentes y reformadores que actuaron entre 1853 y 1994 redactaron una Constitución únicamente para varones que excluyera a las mujeres».

Aunque muchos opositores afirman que el proyecto se torna “politizado” debido a la polarización política que vive Argentina.

En EU, una congresista polemizó el asunto orando “a favor del lenguaje inclusivo” y concluyó sustituyendo el término religioso de origen hebreo “amén” con “a woman“. Hace dos meses, Francia emitió su veredicto en contra de el lenguaje inclusivo, afirmando que se someterá a votación la omisión de palabras neutrales, pues pone en peligro la lengua y herencia de la lengua.

Tanto la Académie Française, como la Real Academia de la Lengua Española y la Academia de la Lengua Mexicana han apuntado que estos modos de hablar y escribir figuran como un antitropo. Un tropo es una figura literaria utilizada para dar un sentido distinto al correspondiente como una metáfora, el énfasis o ironía, por mencionar algunos.

Para Le Haut Conseil à l’Égalité, el lenguaje refleja la sociedad y su forma de pensar sobre el mundo. Este organismo estatal que promueve la igualdad de derechos apunta que una reforma al lenguaje cambiará no sólo el machismo, sino el racismo, la discriminación a los discapacitados o a los de clase media-baja, cuando no es así.

¿Qué tan inclusivo es el lenguaje inclusivo?

Parece ser que el último grito de la moda en estos tiempos no es un atuendo físico de pasarelas, sino un “colguije” mental e ideológico. La variedad de éste depende de la fisionomía y cultura de cada país.

En Francia, se oficializó el francés por Molière y las condiciones territoriales del medievo, ya que como quien dicen en Francia había “de chile, mole y pozole”, pues de un barrio a otro cambiaba completamente el idioma. Francisco I firmó en el siglo XVI la norma “l’ordonnance de Villers-Cotterêtspara unificar el lenguaje y unificar al país, todo en pos de la política del lenguaje.

Lo que en el idioma español (catalán y variaciones como el argentino, chileno, peruano, etc.) la “eparece neutra, en francés la “e” favorece la forma femenina /avocade/ pero en plural domina el masculino /avocats/ . Una primera aportación de “la nueva forma de lenguaje incluyente” es un punto medio entre el singular y el plural: “e.s.”.

Esto parece bueno, pero hay dos puntos en contra que nadie dice: la impronunciabilidad y el insatisfactorio según la rama del estudio de la fonética y morfología. Por otro lado, pondría en evidencia las limitaciones de personas con dificultades como dislexia o disfasia, haciendo peor la “solución” al problema.

Al menos tres años atrás, Édouard Philippe, el Primer Ministro, firmó una circular interna, invitando a la adopción de dicha escritura inclusiva en su equipo, pero ahora hubo una interdicción opuesta a ello.

Así como el lenguaje es soberano de un país, la decisión de sus ciudadanos“. Por ende, esta observación y análisis se ve bancada en ambos lados por lo que el resultado puede ser cualquiera.

Entiéndase el lector que el que escribe no aminora la lucha de las mujeres, pues, citando a Simone de Beauvoir:

«No olvidéis jamás que será suficiente una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres sean puestos en cuestión. Estos derechos nunca son adquiridos. Debéis estar vigilantes durante la vida entera».

El detalle es la inclusión a la que se pretende: “elle, lxs, chiques“. Ahora, según el INEGI en el Censo 2020, hay 20 millones 838 mil 108 personas de personas discapacitadas en el país, una cifra que representa el 16.5% de la población de México.

De esto se desprenden:

  • 179 mil 890 (4.9%) personas con discapacidad.
  • 13 millones 934 mil 448 (11.1%) tienen alguna limitación para realizar actividades de la vida diaria (caminar, ver, oír, autocuidado, hablar o comunicarse, recordar o concentrarse).
  • 723,770 (0.6%) con algún “problema o condición mental“.
  • De estos: 11 millones, 111 mil 237 (el 53%) son mujeres y 9 millones 726 mil 871 (el 47%) son hombres. 40.9% son mayores de 60 años; 29.8% entre 30 a 59 años; 9.8% jóvenes de entre 18 a 29 años; y 9,1% son menores de edad.

Los mayores limitantes son para ver (8,096,386 personas, representa el 38.8%), escuchar (5,104,664 personas, representa el 24.4%) y hablar o comunicarse (2,234,303 personas representa el 10.7%). Sin duda, un bien común sería pedir braile y sistemas lenguaje alternos como las señas para tener un verdadero lenguaje incluyente.

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