Acerca de las vacunas contra el Coronavirus (II)

(LeMexico) – El futuro de las vacunas no es para nada incierto, pues los avances científicos permitirán crear soluciones médicas más eficientes y rápidas que antes. Pero hay un problema que puede echar abajo todos los avances médicos y científicos al respecto.

Las vacunas están desde hace más de 200 años en ayuda de la lucha contra diversas enfermedades. La viruela, ébola y poliomielitis son algunas de las enfermedades contra las que se han batido, además de tener una campaña gigante contra la influenza año tras año.

Hay algunos desafíos en distintas regiones del planeta: los costos de estas, nula infraestructura para el programa de vacunación o sin posibilidad de transportarlas por las condiciones necesarias para mantenerlas.

Las principales metas para mejorar las vacunas existentes y potenciar el desarrollo de las consecuentes son: eficacia, costo y modelo de aplicación.

La primera vacuna -que fue contra la viruela- contenía un virus atenuado y vivo para provocar la respuesta inmunológica del humano sin hacer propiciar la enfermedad.

Los avances que se presentan para la creación de vacunas son:

Tipos Recombinantes vivas o de ADN

A partir de un virus completo, se identifica una sección de ADN que no es vital para poderse reproducir dentro del cuerpo humano. En esta sección se insertan “inmunogenes de otros patógenos” para darle instrucciones al cuerpo de cómo producir las proteínas para contrarrestar la “enfermedad objetivo“.

Un ejemplo muy notorio, y que se empieza a investigar, es usar un baculovirus -un virus que afecta a insectos- como vector “o transporte” de un gen para una proteína superficial inmunogénica de, por ejemplo, la influenza. Este, al entrar al cuerpo “se presenta” generando la respuesta inmunológica correcta para desecharlo, pero compilando el patógeno original para preparar al cuerpo y “memorizar” el modo de defensa.

Aunque la teoría es maravillosa, puesto que sería muy barato producir estas vacunas, la práctica no permite producir por ahora una respuesta inmunológica sustancial requerida para evitar infecciones.

Métodos de aplicación

Se pretende mejorar la metodología de aplicación haciéndola más práctica, barata y práctica. Algunas innovaciones que se pretenden mejorar son las inmunizaciones en rocío nasal y unos parches con una matriz de agujas muy delgadas. Esto para llegar a lugares donde no hay una infraestructura médica adecuada y no cuentan con personal médico capacitado.

Otra cuestión en la que trabajan los expertos es la de bajar “la cadena de frío” y mejorar la caducidad y calidad de las vacunas. Muchas veces las dosis no se pueden transportar a los países necesitados debido a que no poseen un sistema de control de temperatura para mantenerlas en buen estado.

En 2010, el Instituto Jenneer en la Universidad de Oxford empezó a trabajar en este problema. Los científicos utilizaron una ultradelgada capa de azúcar glass para almacenar partículas virales en su interior. Estas partículas permanecieron vivas y sin perder su respuesta inmunológica durante seis meses a 133º F, mientras que las que almacenaron tradicionalmente en estado líquido a la misma temperatura se inutilizaron a la semana.

Si bien la investigación sigue su curso, abrió una nueva ruta para la investigación del almacenaje y conservación de las vacunas. Los trabajos de Plotkin, S., Mortimer, Carvalho, J.A., Rodgers, J., Atouguia, J., Prazeres, D.M., Monteiro y demás científicos reconocidos advierten una cosa: “el problema de las vacunas es toda la logística de aplicación“.

En México hubo un percance al respecto, cuando Manuel de la O, Secretario de Salud en Nuevo León, afirmó hace algunas semanas que las vacunas de Sinovac Biotech llegaron “en mal estado debido la temperatura inadecuada en la que se transportó“.

Este supuesto problema fue detectado en ocho estados más, donde las vacunas debía estar entre 2º y 4º, se encontraban entre 11º y 12º. Ruy López Ridaura, director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece), indicó que, si bien no llegaron en su temperatura idónea, “no hay razón para desecharlas porque no fue por mucho tiempo“.

Sin duda alguna, el futuro de las vacunas dependerá del todo en los modelos de aplicación, traslado y conservación de éstas.

Back to top button