La Ofrenda del Día de Muertos

El 02 de noviembre se conmemora el “Día de Muertos”.

Como cada año, gobiernos, instituciones educativas, museos y sociedad en general colocan sus ofrendas del Día de Muertos para seguir una tradición de recordar a los seres queridos, personalidades, incluso hasta las mascotas. Resulta novedoso hoy día, y más, a consecuencia del COVID-19, las ofrendas virtuales, como la de la UNAM

Pero, así como el pan de muerto tiene su significado, la ofrenda también lo tiene: “… compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas, los manjares culinarios, el agua y, si son adultos, el vino” (INPI,2019). Es estar cerca de ellos mediante un diálogo con su recuerdo y memoria de vida. Los muertos regresan al mundo de los vivos para convivir con las familias a través de estas ofrendas. 

Cada ofrenda cuenta con los siguientes elementos básicos:

  1. Agua, para la sed de las almas de los muertos. 
  2. Sal, para la purificación del cuerpo y evitar que se corrompa.
  3. Vino, para el recuerdo de los mejores momentos. 
  4. Velas y veladoras, como representación de la fe y la esperanza.
  5. Incienso, para limpiar el lugar de los malos espíritus.
  6. Flores, la flor de cempasúchil, como guía para los muertos a la ofrenda, además de adornar y aromatizar la ofrenda.
  7. Pan de muerto, como ofrecimiento fraternal. 
  8. Petate, para el descanso de las ánimas y mantel para los alimentos. 
  9. Retratos, recordatorio de las personas que visitarán la ofrenda
  10. Calaveras de azúcar, como parte del colorido de la ofrenda y le da representación física al muerto.
  11. Comida, fruta y alimentos que serán el banquete para los muertos. 
  12. Cruz, presencia de Dios, creador y todopoderoso. 

Origen del Día de Muertos

El honrar a los muertos en México comenzó cuando la muerte se volvió un “motivo central de la cultura barroca” (Guzmán Aguilar, 2020). Remontándonos hacia los siglos XVI y especial al siglo XVII, fue una celebración indígena, pero en su esencia fue más colonial apegada a la Iglesia. No obstante, previo a la Conquista, se honraban a los muertos, principalmente a los guerreros y a las mujeres. Dichas celebraciones se denominaban “Miccailhuitontli y Miccaílhuitl”.

No es sino en el Siglo XX, con Lázaro Cárdenas, que el Día de Muertos, se convierte en una fiesta “mexicana-indígena”, sin la conducción y auspicio de la Iglesia. Por su parte, la UNESCO declaró en 2008 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, a las fiestas indígenas dedicadas a los muertos.

La ofrenda del Día de Muertos, mas que un acercamiento y diálogo con ellos a su memoria y recuerdo; debe ser una ofrenda, desde mi punto de vista, de honra con nuestras acciones, con actitudes de reflexión, positivas, de esperanza, de paz y de armonía.

Somos una sociedad muy compleja y con una diatriba enorme. Somos una sociedad solidaria, pero no una sociedad con Unidad Nacional. Que este año, la celebración y ofrenda a los muertos, se vuelva una prospectiva de lo que queremos ser como individuos y como parte de una nación. Respetemos y honremos a los muertos, pero con los hechos. 

Referencia:

  1. Enrique Vela. Miccailhuitontli y Huey Miccaílhuitl. Revista Arqueología Mexicana. Tomado de: https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/miccailhuitontli-y-huey-miccailhuitl
  2. Fernando Guzmán Aguilar. Día de Muertos, una fiesta para evangelizar. Gaceta UNAM, Octubre 31, 2020. UNAM, México. Tomado de www.gaceta.unam.mx
  3. Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas. Tomado de: https://www.gob.mx/inpi/articulos/conoces-el-significado-de-los-elementos-de-una-ofrenda-de-dia-de-muertos

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