02 de octubre 1968, color sangre que no se olvida

“Lo que ocurrió el 2 de octubre fue simultáneamente la negación de aquello que hemos querido desde la revolución y la afirmación de aquellos que somos después de la conquista.”

Paz, Octavio, Posdata, México, Siglo XXI, 1970

Presos políticos, libertad” o “ni perdón ni olvido” son algunos de los lemas más utilizados para conmemorar el movimiento estudiantil de 1968.

La masacre estudiantil ocurrida el 2 de octubre de 1968 fue un examen cauteloso y puntual, enfatizando la vil injusticia, el descontento social y los regímenes autoritarios-restrictivos implementados por las autoridades gubernamentales.

Punto de partida de una transición relativamente pacífica. Asimismo, evento que marcó un hito en la historia de México. Es decir, movimiento cívico de estudiantes, audaz y harto de la sumisión u negligencias políticas, desencadenó y resultó ser una respuesta al régimen del canciller Gustavo Díaz Ordaz.

Conflicto entre juventud y militares, una guerra sin cuartel provocada el “Batallón Olimpia”, equipo de simpatizantes políticos que había enviado el presidente Díaz Ordaz. La masacre ejecutada en la Plaza de las Tres Culturas ahora sólo evoca a un ejercicio de memoria histórica.

Alberto Fernández, miembro de la primera generación que conoció los hechos del 68 externó: “Inevitablemente una nueva generación […] se hará cargo de llevar la bandera de la memoria del 68. Si bien es cierto que “2 de octubre no se olvida”, ni se olvidará nunca, ojalá que esta nueva generación, más segura de sí misma, más reconciliada con su propia época, sea menos olvidadiza sobre todo lo demás”.

El color de la sangre prevalece y causa ruido social, episodio que marcó la historia de nuestro país y sigue provocando resonancia, sinónimo de fervor, coraje, agallas, fuerza y lucha, el “2 de octubre, no se olvida”.

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