A dos años del triunfo de AMLO (2ª parte)

A pesar de que sus detractores criticaron y tacharon de entreguista a Andrés Manuel López Obrador por viajar a Washington D.C. a entrevistarse con Trump con el pretexto de la firma del TMec y agradecerle el apoyo recibido por su gobierno al envíar ventiladores y material médico a México durante esta pandemia, lo que hemos visto a través de algunos videos e imágenes es la alegría y apoyo mostrado por cientos de mujeres y hombres mexicanos. ¿Por qué a pesar de que hay quienes afirman el fracaso del gobierno de AMLO, hay millones que le siguen?

En contraparte, miro con atención un vídeo donde AMLO está frente a la estatua de Juárez y hay un grupo de personas que le gritan: “¡Corrupto! ¡Socialista! ¡Comunista! Queda claro que frente a una realidad existen diversas interpretaciones que se construyen a partir de nuestras propias experiencias, así como de los conocimientos adquiridos a través de lecturas u otros medios como la televisión, la radio e, inclusive, las redes sociales. Entre las razones que dan quienes le llaman socialista al presidente de México se encuentran los apoyos que, a través de la Beca Jóvenes Construyendo el Futuro, se otorgan de manera mensual durante un año a personas de entre 18 y 29 años de edad, a quienes de manera despectiva, un sector de la población les denomina “ninis”, haciendo alusión de que son jóvenes que ni estudian ni trabajan.

Este adjetivo fue utilizado en agosto de 2010 en torno al Día Internacional de la Juventud, por el entonces Rector de la UNAM José Narro. En aquel entonces dijo el funcionario que, de acuerdo con datos del Consejo Nacional para la Evalucación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), cuatro de cinco mexicanos de entre 12 y 29 años de edad vivían en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, siendo 7.5 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, de los cuales 6 millones de quienes estaban en esa situación eran mujeres. Aprovechó para decir que contrario a lo que había afirmado Priscila Vera, la entonces titular del Instituto Nacional de la Juventud, referirse a este sector de la población como “ninis”, según él, no era peyorativo.

Sin embargo, cuatro años después, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred 2014) a través de una encuesta identificó que 36% de la población mexicana pensaba que las personas a quienes se les denomina “ninis”, ni estudian ni trabajan porque no quieren hacerlo, 19.4% opinó que no quieren y no pueden hacerlo, 18% respondió que no lo hacían porque no podían, mientras que 1.5% de las personas encuestadas afirmó que no trabajan ni estudian porque son delincuentes. Tengo la impresión que pasados los años estos porcentajes pudieran haberse incrementado.

La falta de empatía, conocimiento y análisis sobre la problemática, sumada a la información que se difunde con contenidos clasistas, impide a un amplio sector de la población mirar el fenómeno como un grave problema de oportunidades para este sector de la población que se enfrenta a condiciones laborales nada favorables. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Egresados 2018, 46% de quienes recién egresan de una licenciatura recibe un sueldo de entre 3 mil y 8 mil pesos mensuales, aunque en el caso de las mujeres este monto disminuye, siendo el caso que 18% de ellas recibía entre 1,500 y 3 mil pesos mensuales. Si calculamos lo que un(a) jóven profesionista gasta para ir a trabajar diariamente (transporte, alimentación, ropa y calzado, además de llevar un dinero extra por si le asaltan), podemos imaginar que, a no ser que continúe viviendo en la casa familiar, definitivamente con esos ingresos nadie podría subsistir. ¡Algunas(os) de ellas(os) estarían pagando para trabajar! Esta situación se agrava si consideramos que, de acuerdo a la Organización de Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2016, solo 16% de las y los jóvenes y adultas(os) cuentan con una carrera o estudios de licenciatura, porcentaje que por cierto era el más bajo entre los 34 países que integran esa Organización. La OCDE afirma que los sueldos que reciben quienes solo tienen bachillerato se reduce entre 200% y 300% con relación a lo que recibe un(a) profesionista.

Interpretar que las y los jóvenes ni estudian ni trabajan por elección propia, es tener una venda muy gruesa en los ojos, muchas veces construida a base de privilegios. Por otra parte, considero que afirmar, como lo hicieron en 2011 los académicos del CIDE, Eva Arceo y Raymundo Campos que “el principal determinante —para que las mujeres ni estudien ni trabajen— es su decisión de dedicarse a quehaceres domésticos”, muchas de las veces tomada en razón de la falta de oferta de instancias dedicadas al cuidado de sus hijas(os), es ignorar los mandatos de género vigentes en un país tan machista como el nuestro que, por si fuera poco, las culpabiliza. Además, ¿cómo es posible seguir pensando que hacer trabajo en el hogar y de crianza no es trabajo, cuando este representa cerca del 25% del PIB del país?

Lo que yo veo hasta aquí es que el gobierno mexicano tiene una deuda muy grande con las y los jóvenes, a quienes los gobiernos anteriores no solo les ignoró y abandonó, sino inclusive les culpabilizó de su situación y hasta contribuyó a fijar en ellas(os) un estigma de delincuentes.

Con cierta frecuencia he leído o escuchado el reclamo contra AMLO porque regala el dinero de nuestros impuestos —aquel que antes se embolsaban algunos políticos— a los “ninis”, desconociendo que el programa Jóvenes construyendo el futuro justamente tiene la intención de brindar oportunidades y vincular a personas de entre 18 y 29 años de edad al ámbito laboral. Durante un año reciben la cantidad de $3,748 pesos mensuales con la condición de que se capaciten y no, como algún sector de la población piensa, continúen sin estudiar ni trabajar. Hasta el día de hoy, de acuerdo a la página de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, 571,055 jóvenes se han visto beneficiados, de los cuales 334,078 son mujeres. Es posible que como algunos afirman, este programa tenga problemas, que sus metas no sean claras y que haya cuestiones que deben perfeccionarse, pero no tengo duda que al menos se ha visibilizado el problema, elemento importante para empezar a resolverlo.

Hay mucho que reclamarle a AMLO —por ejemplo, no ocuparse en abrir más estancias infantiles, así como perpetuar a través de su discurso, los tradicionales roles de género—, pero no el mirar a millones de jóvenes que se enfrentan a una triste realidad laboral que el neoliberalismo ha dejado a su paso, como tampoco se le puede reprochar intentar a través de diversas políticas públicas ofrecerles herramientas que les permita tener una vida digna, eso no.

Dra Iris Rocío Santillán Ramírez

Abogada y Criminóloga feminista. Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma Metropolitana, Master en Sistemas Penales y Problemas Sociales por la Universidad de Barcelona, así como Maestra en Criminología y Doctora en Ciencias Jurídico Penales y Política Criminal por el Instituto Nacional de Ciencias Penales. Después de desempeñarse durante varios años en el ámbito de la procuración de justicia, en los últimos 19 años se ha dedicado a la docencia y a la investigación en materia de violencia en contra de las mujeres. Ha dictado conferencias en diversos foros del país y del extranjero y publicado artículos especializados en editoriales de España, Brasil, Argentina y México. Autora de los libros: “Violación y culpa” y “Matar para vivir. Análisis jurídico penal y criminológico con perspectiva de género de casos de mujeres homicidas”, ambos de la editorial Ubijus. Ha trabajado activamente en la capacitación y formación de personal ministerial y judicial en materia de género y derechos humanos de las mujeres. En 2016 recibió la Medalla Omecíhuatl que otorga el gobierno de la Ciudad de México por sus contribuciones en materia de derechos humanos. Actualmente es profesora-investigadora Titular “C” por oposición en la UAM-Azcapotzalco. Investigadora Nacional. Miembro de Número de la Academia Mexicana de Criminología. Forma parte del grupo de trabajo para la activación de la alerta de violencia de género en la Ciudad de México.
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