La noche y la rebeldía siempre vuelven: muere Ernesto Cardenal, poeta y sacerdote nicaragüense
Ernesto Cardenal Martínez, era poeta, sacerdote, teólogo, escritor y político. Conocido, ante todo, por su creación y producción poética. “Mi poesía tiene un compromiso social y político, mejor dicho, revolucionario”. Se definió en 2012 al ser reconocido con el Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía. Miembro destacado de la teología de la liberación (postura que surge como un intento de reflexionar la fe desde la cultura moderna, permeada con una visión de teología fundamental, cuestiona la credibilidad de la fe cristiana). Su obra poética está considerada fundamental para la literatura hispanoamericana del siglo XX.
Ernesto Cardenal hizo de sus textos el lente y horizonte para encarar todos los posibles temas teológicos, abarcando la completa esencia del ser humano y a toda la humanidad. Sus escritos nacen ante una necesidad por hacer historia, crear conciencia y fomentar una figura crítica. En este sentido, la lectura a Cardenal conduce por las vías y sendas de las intimidadades en familias burguesas o pobres, sociedad conservadora o liberal, cualquiera que sea el contexto, entorno, ambiente, relación y trama. Logra hacerlo con una naturalidad no exenta de palabras chuscas, bromistas o cómicas, y descripciones cargadas de una narrativa sin reincidencias.
Luchó contra Anastasio Somoza en la Revolución de Abril nicaragüense, tras lo que se ordenaría sacerdote. Años después, publicaría “El evangelio de Solentiname”, obra clave en su trayectoria dentro de la teología de la liberación. Tras la revolución sandinista, Cardenal ocupó el puesto de ministro de cultura, lo que, junto a su postura diferente a la del vaticano, lo apartó del aparato oficial de la iglesia católica. De entre su obra habría que destacar poemarios como: Epigramas, Con Walker en Nicaragua, El telescopio en la noche oscura, o Pasajero de tránsito.
Su esencia justiciera y activismo político, le adjudicó una que otra preocupación y dificultad a nivel personal y profesional. “Me alegra que el mundo entero se esté enterando de que soy un perseguido político en Nicaragua” —externó Cardenal, un sinfín de veces— puesto que, dada su rebeldía y osadía por la equidad, honradez e imparcialidad de un gobierno, exigió a Daniel Ortega un mandato más claro y menos turbio.
En efecto, Ernesto Cardenal se adentró a buscar los acentos cotidianos y diálogos en la vida ordinaria, común y corriente con la que subsistió en Nicaragua. Discursos poéticos que critican y renuevan a las vanguardias, permitiendo al lector que sus palabras liberen sus límites retóricos e intelectuales, regalando esa intensidad emotiva que caracteriza a los grandes del mundo literario.