La ineptitud también pasa factura

Ser partido en el gobierno no es una posición de privilegio, sino una responsabilidad de mayúsculas dimensiones.

La clase política, no es la que manda, sino la que sirve, concilia, convence y persuade. Aquellos que improvisan y no son congruentes con sus acciones y promesas, quedarán evidenciados con una menor cantidad de respaldo ciudadano. Aunque el poder sea prestado, las carreras políticas por mantenerlo serán truncadas ante la ineptidud demostrada a lo largo de los años en función.

El poder legislativo no es la excepción, siendo mayoría en más de 15 Congreso Locales y en la Cámara de Diputados, Morena dicta la agenda parlamentaria desde Palacio Nacional de lo que se aprueba o no se aprueba en los quehaceres del trabajo parlamentario. Sin embargo, y como bien lo decía Jesús Reyes Heroles: “Es más fácil ser dogmático que negociador, ser intolerante que tolerante. Es más fácil dividir que juntar“.

Ante ello, el grupo parlamentario de Morena en el Congreso de la Ciudad de México ha quedado evidenciado en más de una ocasión por la oposición ante su falta de oficio y de congruencia política, pues en múltiples sesiones han dejado ver que lamentablemente su discurso anticorrupción sólo funciona como una marca carente de contenido y sin ejemplo alguno. Al contrario, el cinismo y la descoordinación legislativa se han vuelto el común denominador de la mayoría.

Ejemplos sobran como: desde el mes de agosto de 2020, el Director del Instituto Para Devolver al Pueblo lo Robado, Jaime Cárdenas, comentó que había anomalías dentro del instituto, pues descubrió que lo incautado por el gobierno se lo estaban quedando mismos miembros del movimiento de la “cuarta transformación”, lo que generó que el Director renunciara de inmediato.

En la investigación se relata que estos funcionarios se robaban joyas, manipulaban subastas, se quedaban con premios y no han liberado 2 mil millones de pesos que según se habían utilizado para pagar los premios de la rifa del avión presidencial. Este hecho generó que por obvias razones, la oposición, en el Congreso de Donceles, pidiera mediante un punto de acuerdo a la Fiscalía que se investigaran a aquellos funcionarios que cometieron aquel delito, a lo que sorpresivamente todo el Grupo Parlamentario de Morena votó en contra.

Otro ejemplo de incongruencia y de falta de oficio político se llevó a cabo cuando el mismo grupo mayoritario votó en contra de conocer los protocolos de la Guardia Nacional, pero votó a favor de quitar las estatuas de Hernán Cortés y de Cristóbal Colón de la capital, de igual manera, el Grupo Parlamentario de López Obrador en Ciudad de México quedó evidenciado otra vez por la oposición cuando votó en contra de redirigir el presupuesto de la ineficiente oficina para el béisbol y destinarlo a la compra de equipo médico para la atención de la crisis sanitario del COVID-19.

Este tipo de atropellos a las promesas de Morena por parte de su Grupo Parlamentario en CDMX, cada minuto debería de multiplicarse por lecciones aprendidas para no volver a cometer el mismo error, pero no es el caso.

En política, la oposición también participa en el ejercicio de gobierno, justamente oponiéndose, el buen actuar del poder legislativo siempre estará en función de la capacidad y la avenencia para construir acuerdos, y estos siempre serán bienvenidos mientras nunca cancelen la posibilidad de construir consensos entre partidos, algo que Morena en Ciudad de México pare ser que desconoce.

Hay que recordar que proponer, escuchar, transigir, conciliar y construir espacios y acuerdos por parte de la mayoría con la oposición, son algunas de las expresiones eficientes de la política, pues ha quedado comprobado que la sordera legislativa deja muy mal parado al grupo mayoritario.

Por lo pronto, la I legislatura en el Congreso de Donceles se termina y esperemos que Morena aprenda la lección para la que viene, pues el poder es prestado y la ineptitud, así como la corrupción, también cobra factura.