Sobre chamanes econométricos en el parlamento: Más sobre la productividad legislativa

Va año y medio de la I Legislatura del Congreso de la Ciudad de México y van 769 iniciativas que han mandado a la congeladora las diversas comisiones del Congreso de la Ciudad de México. La mayor parte de ellas están concentradas en Normatividad, Estudios y Prácticas Parlamentarias, Puntos Constitucionales e Iniciativas Ciudadanas, Administración y Procuración de Justicia y Administración Pública Local, que, curiosamente, al margen de que son las comisiones más rezagadas, a su vez son las que más dictámenes han sacado. ¿Cómo determinar la productividad legislativa?

Al margen de que la productividad legislativa la quieran e intenten medir con modelos econométricos sofisticados, nunca se dará al clavo con la esencia porque la vida legislativa y sus acuerdos, intereses, cabildeos y tiempos políticos son impredecibles. Ningún chamán “económetra” podrá descifrarlo ni medirlo en sus modelos. En política todo cambia, todo se mueve, no hay una relación mecánica ni dada que dé tan siquiera una aproximación a la llamada productividad legislativa. No hay modelo que determine qué es productivo en el poder legislativo. Una comisión puede estar sacando cientos de dictámenes sin fondo y sin contenido, sólo paja legislativa,y por el contrario, otra comisión puede sacar hasta un dictamen en toda la legislatura, pero lleno de contenido, de fondo y con implicaciones sociales directas y positivas. ¿Cómo decir que la comisión que está sacando cientos de temas es productiva cuando sólo saca paja legislativa? Los acuerdos y los tiempos políticos que marcan en los relojes de los parlamentarios no se pueden meter en un modelo.

En cuanto al legislador, se tiene el ejemplo claro de que pueden presentar cientos de proyectos de decreto y del total aprobado, puede que sólo le aprueben uno. Por el contrario, hay quienes presentan hasta 5 iniciativas en los 3 años de la legislatura y se le apruebe todo gracias al contenido, al trabajo de cabildeo que tenga y a las habilidades de negociación.

Hay quienes presentan paja llena de populismo punitivo o cosas que simplemente ya están contempladas en la ley, de esas iniciativas hay muchas y es no es ser productivo. Se puede poner como ejemplo el caso de la Fiscal Ernestina, que presentó un proyecto de decreto ante el Congreso por los feminicidios sucedidos en la ciudad y su divulgación de imágenes. Intentó reformar el Código Penal bajo el objetivo de castigar la filtración de imágenes de feminicidios. Sin embargo, el artículo 132 del Código Nacional de Procedimientos Penales, en su fracción VIII, ya lo contempla, pues establece las obligaciones de los integrantes de los cuerpos de seguridad pública en cuanto a que deberán realizar aquellos actos y medidas necesarias para garantizar la integridad de los indicios durante la investigación de los delitos, situación que no se respetó al difundir las fotografías del cuerpo. Además, el artículo 79, fracción IX de la Ley de Protección de Datos Personales la Ciudad de México, el Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuentas de la Ciudad de México, debe vigilar que los sujetos obligados cumplan con la correcta protección a los datos personales. Respecto de una persona fallecida, la protección a sus datos personales no se extingue, los sujetos obligados, en específico la Fiscalía y la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Este tipo de antinomias abundan y no cabe decir que se es productivo.

Los congresos locales en su conjunto han enviado a San Lázaro 83 iniciativas en 15 meses, pero con la más alta proporción de pendientes de dictaminar, pues 74 de ellas, equivalente a 89 por ciento, están sin desempolvar. Eso es así porque la comisión consideró que no eran temas de relevancia o porque simplemente tienen más asuntos de importancia que atender, situación que ningún modelo econométrico contempla ni cabe poner.

La respuesta a la pregunta de ¿cómo saber si se es o no productivo en el poder legislativo?, no existe, ya que es imposible medirla o definirla. La productividad legislativa no existe y la econometría solo pierde el tiempo intentando descifrarla.

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