El Neoliberalismo obsoleto

(LeMexico) – Eso intenta contestar Dani Rodrik, justo el economista que cuestionó la forma en la que se desarrolló la globalización, cuando nadie cuestionaba ese paradigma. De manera todavía prematura, Rodrik considera que un nuevo paradigma está por consolidarse.

Se podría tratar, en efecto, de un nuevo paradigma porque lo comparten oponentes políticos, en este caso de los Estados Unidos. Era el caso de las ideas neoliberales. Originalmente, las ideas de liberalización económica iniciaron en gobiernos claramente de derecha, como los de Reagan y Thatcher, pero después gobernantes surgidos de partidos socialdemócratas como Clinton, Blair y Schroder también impulsaron políticas de ese tipo, en versiones más moderadas.

Rodrik identifica que las ideas en favor de ampliar la globalización, privilegiar el desarrollo del sector financiero como motor de la economía y promover el consumismo, con mayor oferta y menores precios, se han cambiado por otras como incrementar la inversión, tanto pública como privada, crear empleos de calidad y desarrollar las economías locales. Esas ideas las comparten republicanos y demócratas en sus propuestas.

Dichas propuestas, de hecho, buscan dar respuesta a las consecuencias negativas de las reformas de mercado, como la híper-desigualdad y la inseguridad económica. Es paradójico, ya que, a pesar del evidente panorama de polarización política de los Estados Unidos, se percibe cierta convergencia en las propuestas.

Rodrik advierte que no se trata de un paradigma bien estructurado o lo suficientemente sólido para ofrecer respuestas a todas las preguntas económicas, pero eso es bueno. De hecho, el principal problema del neoliberalismo es que tenía una solución, supuestamente funcional para cualquier contexto, para todos los dilemas económicos. Lo que ahora se puede identificar son ideas comunes, como implementar políticas para que las oportunidades y el desarrollo económico se disemine a todas las regiones y segmentos de la fuerza laboral, no a las que determine el mercado.

Ya no es válida la idea de que, en pro de la prosperidad, inevitablemente tendrían que surgir regiones o personas perdedoras que pagarían los costos de la liberalización. Ahora los gobiernos y las organizaciones civiles son considerados como agentes clave para generar desarrollo y distribuirlo. Se tiene una fe mucho menor en los mercados, y las grandes corporaciones son vistas con cierta desconfianza, ya que no siempre van a socializar los beneficios que generan.

Las instituciones y mercados financieros son vistos más como riesgos que como promotores del desarrollo, se tiene una fe keynesiana en la inversión y en revitalizar las comunidades locales, frente a los efectos de la globalización. Se hace un mayor énfasis en la creación de empleos de calidad y mejorar los salarios, que en fortalecer el estado de bienestar. A esto esto se la llama productivismo.

Como parte de esas ideas, señala Rodrik, la retórica de la administración de Biden enfatiza la puesta en marcha de políticas industriales, lo que era visto con desagrado por el dogma neoliberal, con misiones nacionales como alcanzar la transición energética, reconstruir cadenas locales de valor y estimular la creación de empleos de buena calidad. De alguna manera, la administración Biden culpa, por ejemplo, a las grandes corporaciones de contribuir y tomar ventaja de la escalada inflacionaria con incrementos mayores a los justificados por los costos.

Eso, llevado al extremo, es la medida tomada por el gobierno español, formado por una coalición entre el centro y la extrema izquierda, para gravar las ganancias extraordinarias de las empresas energéticas y financieras, por el incremento en los precios de los hidrocarburos y de las tasas de interés. Ahora, los centros de ideas conservadoras, como el Niskanen Center, se especializan en temas como estudiar la capacidad del estado y políticos como Marco Rubio proponen invertir para impulsar la innovación en la industria e invertir en el aparato productivo, en la infraestructura y en emprendedores de las comunidades locales.

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