La economía céntrica de las ciudades como efecto post-COVID

(LeMexico) – Los efectos del COVID en las ciudades han durado más de lo esperado y algunos de ellos serán permanentes. Entre julio de 2020 y el mismo mes de 2021, Washington DC perdió alrededor de 20,000 personas, cuando en la década pasada ganó alrededor de 80 mil. Eso sucedió principalmente en las zonas más densamente pobladas, como Arlington y Alexandria. Como consecuencia, la población de las zonas cercanas, las suburbanas, creció recientemente.

Los académicos Arjun Ramani y Nicholas Bloom describen el fenómeno como un efecto “dona” en la distribución de la población de las ciudades, ya que una parte de la población ya no considera necesario pagar un costo extra por la vivienda céntrica, porque no tiene que ir a trabajar de manera presencial, al menos no diario, por lo que ahora habitan en zonas más lejanas. Eso, además de que algunos dejaron las urbes por comunidades más pequeñas en otros estados.

Ramani y Bloom calculan que los centros de las 12 principales áreas metropolitanas de la Unión Americana han perdido alrededor del 8% de su población. Eso ha afectado a comercios, restaurantes, bares, gimnasios, y otros servicios propios de las zonas céntricas de las grandes ciudades. En Nueva York, por ejemplo, el gasto promedio de un oficinista en los servicios de la ciudad se redujo en alrededor de 50% en un año. Los alcaldes de las ciudades en las que este fenómeno es mayor, como Nueva York y San Francisco, donde se concentran empleos tecnológicos, han llamado a las compañías a que regresen a las labores presenciales para reactivar la economía de las zonas centrales.

Este fenómeno no será permanente en la dimensión actual, ya que una buena proporción de los empleos no se pueden hacer de manera remota, pero muchos de ellos sí pueden migrar a otros formatos, al menos por algunos días de la semana. El modelo híbrido de trabajo será cada vez más común en el mercado laboral. Es evidente también que los empleos mejor pagados, no los manuales, son los que se pueden desarrollar con mayor facilidad de manera remota, por lo que se puede incrementar el precio de la vivienda de ciertas zonas residenciales no precisamente céntricas.

Si las personas solamente tienen que ir a trabajar algunos días de la semana, o porque de plano su actividad puede ser remota, entonces es menos atractivo, por su costo, vivir en zonas céntricas y, en ese caso, para algunos será incluso conveniente vivir en una ciudad cercana. El fenómeno puede significar un cambio en la tendencia a que se consoliden “superciudades” en las que se concentran capital físico y humano que generan una gran productividad, para dar paso a redes de ciudades en las que parte del trabajo fundamental se realiza en comunidades más pequeñas.

Por otro lado, eso va a generar cambios en los servicios que movilidad, ya que puede reducirse la demanda general de transporte y vialidad, pero aumentar durante ciertos días (de martes a jueves, por ejemplo), con distancias promedio más largas y generar la necesidad de mayor conexión a destinos externos.

No conozco estadísticas al respecto, pero es evidente que algunos de los que pudieron dejar las grandes ciudades estadounidenses, gracias al trabajo remoto que obligó el COVID, ahora laboran en la Ciudad de México, con efectos económicos positivos en los comercios de varias colonias capitalinas. A diferencia de las zonas céntricas de las urbes de Estados Unidos, las nuestras tienen la oportunidad de aprovechar la demanda de quienes están haciendo de nuestra ciudad su lugar de vida y trabajo. Sería bueno también aprovechar el capital humano de estas personas para que se conecten con la actividad de industrias como las creativas, la programación, el diseño, etc., para generar emprendimientos de alto contenido tecnológico.

Existe también el tema de que los precios de la vivienda se incrementen en algunas zonas, lo que ya ha sucedido desde hace tiempo. Lo que se requiere es facilitar la oferta en las mismas, producir vivienda accesible a más personas y generar mercados de vivienda en renta con perspectiva social. En ese sentido, la ciudad ya avanzó, con la iniciativa de utilizar edificios de oficina, que por el fenómeno expuesto tendrán menos demanda, para vivienda, y así reducir su costo.

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