Un lugar en el mundo

(LeMexico) – Un lugar en el mundo es el título del libro de la memoria de Amartya Sen, el premio Nobel de Economía y uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo. Las memorias son las de un un hombre que prácticamente inventó una nueva aproximación al tema del desarrollo, en donde la elección social tiene que ver con la libertad y la justicia. El libro es también una historia intelectual de la ciencia económica desde la pos guerra, en los campus de Cambridge de los dos continentes, mezclada con recuerdos históricos y personales.

El punto, me parece, es que la claridad con la que Sen sitúa los objetivos y los caminos del desarrollo a las necesidades básicas de las personas se explica tanto por el excepcional genio del joven que lo mismos es capaz de detectar su propio cáncer y escribir una tesis doctoral en una año, que por la travesía intelectual que no se limitó a los enconos entre neoclásicos y keinesianos, sino a conocer a detalle e incluso a escribir de todas las discusiones académicas posibles de la economía, la filosofía, la sociología e incluso la salud pública, de la segunda parte del siglo XX.

Se explica también por su profunda relación con la India, sus enormes desigualdades sociales, sus diferencias sociales, la injusticias y las hambrunas. También por la influencia de su literatura y poesía de esa nación, del alumno de campus que construyó Rabindranath Tagore en Bengala. Paradójicamente, las críticas al supremasismo indú sobre los musulmanes de los gobiernos recientes, en su libro Identidad y Violencia, generaron que se le declarara una persona no deseable en ese país.

Sen construyó una nueva disciplina, el basado en la capacidades, en el que, en sus palabras, se otorga un rol central a los logros y la libertades de la personas en términos de su capacidad de lograr diferentes metas de acuerdo a su capacidad de ser o de hacer. Es decir, alguien puede tener el derecho a la educación, pero la capacidad de tenerla solo se activa si tiene uno tiene los medios para pagar la cuotas, transportarse, tener acceso al material de trabajo, etc.

Eso implica que lo que importa en términos de desarrollo es el acceso de las personas a lo que puede tener como la salud, a la educación, el apoyo de redes sociales, el acceso al espacio público, pero también con lo que la gente puede hacer como trabajar, crear una familia, viajar, participar en política. Eso es la base de los índices de desarrollo humano de las Naciones Unidas y se desarrolla de manera formidable en su texto Desarrollo y Libertad.

Lo que muestra su autobiografía es como esto es en buena media el resultado de una muy poco ortodoxa travesía intelectual para construir una nueva área de la economía que no existiría, la economía del bienestar, a partir del trabajo de Kenneth Arrow, pero también con el intenso intercambio intelectual con neoclásicos, keynesianos, marxistas, teóricos del desarrollo, especialmente de Samuelson, seguidores de Gramsci, filósofos políticos, de John Rawls, claro, pero también Isaiah Berlin. Por un tiempo, le obsesionó la idea de introducir el concepto de la voluntad general de Rousseau en las teorías de juegos de Nash y von Neumann.

Sen participó en todos los grupos de debate y discusión intelectual posibles en Cambridge, excepto uno el laborista, por que tenía prohibido aceptar a los que pertenecían al club de los socialistas. Menciona un encuentro con Oskar Lange, el teórico de la economía soviética y su cercanía con la izquierda de ese tiempo, que después se alejo de la Unión Soviética raíz de la invasión de Praga. Señala que le asustaba su sectarismo y aceptación a lo autoritarios, pero también reconoce que de ahí se le refuerza la idea de la importancia de la igualdad.

Sen cuenta que lo que mejor le pudo pasar para el desarrollo de sus ideas fue aprovechar parte de los dos años de su beca de doctorado que le quedaban, al haber escrito su tesis en uno, a leer todo lo posible de literatura, filosofía y la de la naciente sociología, así pudo hacer algo realmente innovador en economía.

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