Mujeres, Fintech e Inclusión Financiera

(LeMexico) – De las notas que publicó El Economista a propósito del Día de la Mujer, se pueden fácilmente conocer las brechas de desigualdad financiera de las mujeres frente a los hombres en México. Las mujeres sí obtienen créditos, pero los más caros y los que cubren la falta de liquidez en el hogar, como los de nómina, los que no requieren garantía y no se utilizan para adquirir un activo. En realidad, a pesar de que su score crediticio no es muy distinto al de los hombres, ellas reciben montos de préstamos menores, por falta de garantías y menores ingresos.

A propósito, la economista Patricia López, publicó Políticas Públicas para la Inclusión Financiera de las Mujeres, un documento del Centro de Estudios Espinosa Yglesias que analiza datos y entrevistas, revisa literatura y propone alternativas para impulsar la inclusión financiera de las mujeres en el país.

En México tanto hombres como mujeres presentan niveles bajos de bancarización en relación con las naciones más desarrolladas de América Latina, pero el caso es peor con respecto a las mujeres. Por ejemplo, solamente el 33% de ellas tiene una cuenta bancaria, contra el 39% de los hombres. La diferencia más acentuada se presenta en el acceso al ahorro en instituciones financieras formales.

Una de las preguntas que se hace López es, si las Fintech pueden contribuir a reducir las brechas financieras entre hombre y mujeres, aunque actualmente solamente el 21% de ellas las usan, frente al 29% de los hombres. En principio, eso debería de suceder debido a las ventajas que ofrecen en términos de innovación financiera.

Los motivos del menor acceso femenino al sistema financiero son varias: Ellas, en general, cuentan con menos empleos formales, frecuentemente tienen pausas laborales por razones de maternidad y crianza de hijos, obtienen menores ingresos y menos activos de su propiedad, en relación con los hombres. Además, debido a que realizan múltiples tareas, por ejemplo las de cuidado, tienen menos tiempo para acudir a una sucursal bancaria, están más expuestas a problemas de seguridad e incluso de movilidad, ya que realizan más trabajo en casa. Eso es crítico en el medio rural, en donde los servicios financieros físicos son escasos.

Patricia López señala que la bancarización de las mujeres, especialmente en el sector rural y en ciertos sectores marginados, se incrementó debido al aumento de los programas de transferencias monetarias, a ciertas iniciativas de micro créditos e incluso a la mayor recepción de remesas. Se trata de una bancarización de baja intensidad, en la que solamente las cuentas sirven como depósitos. Sin embargo, la magnitud de este fenómeno sí representa una oportunidad para ofrecer alternativas financieras ligadas a estos depósitos.

Un factor evidente para que las fintech sirvan para crecer el acceso de las mujeres a los servicios financieros es incrementar la conectividad, lo que sin duda ya sucede y tiende a acelerarse. Se requiere que la industria trabaje en mecanismos de educación financiera, que facilite el uso responsable de las aplicaciones entre personas de distintas edades y niveles educativos.

Es importante que se diseñen esquemas para calificar la calidad crediticia de las mujeres de nuevas formas, que no solamente consideren ingresos formales y propiedades, sino también otros factores como la regularidad con la que se has pagado en créditos anteriores, los ingresos familiares totales y que se reconozcan trabajos informales.

Es necesario, apunta López, diseñar alternativas formales a las prácticas financieras informales, que ya funcionan y que realmente responden a las necesidades de las mujeres, como las tandas, que conectan las necesidades de financiamiento inmediato de unas personas, con las de ahorro de otras. Es importante generar mecanismos de ahorro y financiamiento para el retiro, la vivienda y la mejora de vivienda, el financiamiento de proyectos productivos y los seguros.

En el estudio se encuentra que el mayor acceso de las mujeres a la banca, no solamente puede mejorar sus ingresos y oportunidades, sino también de todas las generaciones futuras, ya que ellas tienden a pedir financiamiento para pagar por servicios como los de educación y salud, en beneficio de toda la familia y consecuentemente, de la sociedad.

Es por ello que la participación de las mujeres en la economía resulta fundamental para contrarrestar la desigualdad estructural que se ha acentuado en los últimos años.

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