100 segundos para el fin del mundo, señala el Reloj del Juicio Final

(LeMexico) – Las manecillas de este reloj representan el tiempo que nos queda antes de llegar a la media noche. Los científicos dan sus conclusiones anuales de la red de catástrofes a la que nos enfrentamos.

El jueves pasado se emitió el Boletín de Científicos Atómicos, el BAS por sus siglas en inglés, de los expertos responsables de la medición del Reloj del Juicio Final, alertando que estamos a solo 100 segundos de llegar a lo que se conoce como el Apocalipsis. Para hacer este cálculo, consideraron como la red de riesgos catastróficos a los que nos enfrentamos como humanidad, incluyendo el deterioro ambiental, las tecnologías emergentes y las armas de destrucción masiva que nosotros mismos creamos.

Rachel Bronson, presidente del BA, alertó que las manecillas se movieron lo más cerca que han estado de la media noche, a 100 segundos. Pero, ¿qué significa todo esto? Primero, debemos comprender un poco la historia de este reloj. En 1939, Leo Szilard y Albert Einstein le escribieron a Franklin D. Roosevelt respecto a una tecnología en desarrollo tan poderosa con efectos no imaginados en campos de batalla. Esta era la tecnología nuclear desarrollada en el proyecto Manhattan, que dio como resultado seis años después la primera bomba nuclear.

Este arsenal era capaz de destruir a la civilización tal y como la conocíamos. El resto de la comunidad científica y los propios involucrados en este experimento se preocuparon por el alcance de estas armas, se preguntaron si serían capaces de quemar la atmosfera por accidente. Estas inquietudes fueron rechazadas, pero quienes integraban el proyecto Manhattan seguían teniendo serios cuestionamientos sobre las consecuencias de las armas que ayudaron a construir.

Lograron dividir el átomo para comprobar su potencial de liberación de energía en 1942 y, después de esto, el equipo del Proyecto Manhattan se dispersó. Algunos continuaron trabajando para el gobierno desarrollando armas nucleares en los laboratorios del complejo de Los Álamos y otros se quedaron en Chicago haciendo sus propias investigaciones. La mayoría de estos científicos eran inmigrantes y estaban conscientes de la relación entre política y ciencia. Ellos hicieron el primer intento de mantener la tecnología nuclear sana y salva.

Este grupo creó el Boletín de los Científicos Atómicos de Chicago, publicando por primera vez después del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Dos años después de su fundación, escogieron publicar sus contenidos en una revista con tal de ampliar la mente de la ciudadanía. Para la portada se produjo el primer Reloj del Juicio Final de mano de la artista Martyl Langsdorf.

Langsdorf diseñó el logotipo enfatizando la urgencia y desesperación que el grupo de científicos, abogados, políticos y ciudadanos que se fueron anexando al boletín, buscaban afectar el orden nuclear mundial. Así, los ciudadanos responsables podrían prevenir una catástrofe al entrar en acción e involucrando al resto de la población.

En su diseño, las manecillas del reloj se pueden atrasar o adelantar midiendo estos riesgos. Por ejemplo, en 1949 la Unión Soviética hizo su primera prueba con una bomba nuclear, el reloj se adelantó a tres minutos antes de la media noche. Este acto fue la activación del Reloj del Juicio Final, pasando de algo simbólico a algo medible y dinámico.

Este artefacto advierte a la humanidad de lo que cerca que estamos de destruir nuestro mundo con tecnología peligrosa que nosotros mismos creamos, directa o indirectamente. Esto, en la inacción de la exigencia a los gobiernos para que frenen este tipo de invenciones.

En el siglo XX, la ocasión en que el reloj estuvo más cerca de la media noche, con dos minutos para llegar a la hora cuando Estados Unidos y la Unión Soviética detonaron las primeras armas termonucleares. La intención de la medición es como el generar fotografías instantáneas en tiempo real de lo que está ocurriendo en cuanto a catástrofes en el mundo. No nos muestra cómo es que la humanidad enfrenta estos hechos, sino cómo está respondiendo ante ellos.

Lo que nos puede preocupar y ocupar en estos momentos con mayor urgencia es la existencia de armas que pueden ser activadas en algún momento de crisis, así como las inadecuadas y disfuncionales instituciones y las leyes que existen para detener a los líderes o persona en el poder que libere este daño. El reloj mide la crisis de los sistemas en el mundo.

Ahora estamos a 100 segundos antes de la media noche, más cerca del apocalipsis que en todas las guerras que hemos experimentado. Esto se debe a las nuevas amenazas globales y el fracaso replicado en cada uno de los gobiernos en el mundo, que han demostrado para enfrentarlas. Desde 2007, el Boletín comenzó a considerar el calentamiento global a la par que las armas nucleares dentro de su medición de cada año.

Toda la humanidad está involucrada en la destrucción del medio ambiente y cambio climático, en ocasiones con una responsabilidad desigual que afecta a los que menos contribuyen a ello. Ello, mientras que la activación de las armas nucleares depende de pocas personas con la potestad política que han tenido o la libertad económica que se han procurado.

La gravedad de estos dos factores en cuanto a potencial de destrucción es equiparable. Se debe medir también si la acción global actual que se está llevando a cabo es proporcional a la gravedad de la situación. La respuesta es un rotundo NO. Las tecnologías disruptivas ahora también son consideradas en la medición del tiempo. Como es el caso de la nanotecnología, armas biológicas e inteligencia artificial. Son elementos que, con un uso inadecuado, representan otra amenaza para la humanidad.

Finalmente, se considera el número y variedad de amenazas que enfrentamos, multiplicando la gravedad del desafío para contener estos riesgos. Desde 2020, el reloj se mantiene en 100 segundos para el apocalipsis, reflejando la inestabilidad mundial, el fracaso e indiferencia de los gobiernos para atender estos temas, incluyendo que se dejase de lado el Tratado de Fuerzas Nucleares Intermedias, símbolo del fin de la Guerra Fría.

Los desacuerdos actuales entre naciones, como el que se mantiene entre Rusia con la OTAN, puede concluir en una catástrofe de escala mundial. Tic, tac, tic tac… estamos a nada del ¡Boom!

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