Conoce a la mexicana que conquistó el Polo Norte, el desierto del Sahara y el monte Kilimanyaro

(LeMexico) – La mexicana originaria de Córdoba, Veracruz, Fátima del Ángel Palacios ha demostrado que no hay barreras para las mujeres. Dentro de su visión esta conquistar las cimas y lugares más inhóspitos en nombre de México

Esta mexicana, además de ser una exploradora innata, estudió contaduría y funge como la directora del Instituto Veracruzano del Deporte. Es representante de Bomberos y Paramédicos de las regionales de las Altas Montañas y tiene un largo haber en los sitios geográficos de belleza natural sin igual en el mundo que ha pisado.

¿Quién de nosotras no soñó alguna vez con estar en una expedición en tierras lejanas de riqueza natural única y desconocida, conociendo y conviviendo con todo aquel entorno? De igual manera, ¿a quién no le dijeron que eso era imposible y más por ser mujer? Ella nos muestra que es posible alcanzar este y todos los sueños que nos propongamos, y más, por ser mujer. Desde niña soñaba con llegar a la cima del norte y lo logró recientemente.

La hazaña de Fátima la coloca como la primera latinoamericana, mexicana, en lograr llegar a la latitud 90° del Polo Norte. Esta es hasta ahora la meta más retadora que ha cumplido. Previo a este logro, en 2003 comenzó su carrera aventurera en el monte Kilimanjaro en África, seguido de las montañas del Paján en Bolivia, el cruce del desierto del Sahara desde Marruecos a Argelia, la escalada del volcán Erciyes en la capadocia turca y atravesar el Mar Báltico, navegando por las aguas congeladas desde Finlandia hasta Suecia. Después de la gran hazaña en el fin del mundo, fue portadora de la antorcha panamericana. En 2012 portó la antorcha olímpica de Londres y en 2014 llevó entre sus manos el fuego de los juegos Centroamericanos.

Su preparación física y mental fue de 6 meses previos a aventurarse al Polo Norte, contó con un entrenador y psicólogo personal, varios años de trámites y conseguir cerca de un millón de pesos por persona para lograrlo. Con el apoyo del gobierno estatal, municipal y de empresarios, la expedición siguió su curso. Viajó a España, Dinamarca, Noruega y Svalvar, una reserva con un gran número de osos polares y una base científica rusa, para unirse a sus cuatro compañeros de viaje, alpinistas de Italia, República Checa y España. Un helicóptero ruso los llevó al grado 89, latitud Norte para que recorrieran el último grado de la tierra.

Se enfrentó a temperaturas de menos 45 grados centígrados. Tuvo que reordenar su cerebro en cosas sencillas como no exponer la piel en la cima del mundo por más de 30 segundos, pues podría convertirse en una sección muerta, a proteger siempre sus extremidades y los ojos, al estar en contacto con el aire o el reflejo de la luz se pueden congelar o quemar la retina. No podía permitirse quedarse quieta ni un minuto, pues podría congelarse. Fátima declara cómo es que el Polo Norte fue un parte aguas en su vida. El estar ahí y no ver más que adversidad, se prueban los límites humanos y propios, va más allá del mundo ordinario y común, donde todo está al alcance de la mano, repitiéndonos que no podemos hacer las cosas cuando en realidad es que no queremos.

La palabra adversidad, para ella, tiene implícita la palabra solución, se ha probado así misma que no hay nada que no se pueda resolver. Es por ello que esa visión la hace extensiva a su labor social y de activismo animal. Desde que tomó protesta en 2016 como la directora del Instituto del Deporte en Veracruz, impulsa programas para alejar a los jóvenes y niños de las adicciones por medio de la actividad física. Su mentalidad se rige en quien quiere ayudar a alguien siempre lo hará desde donde se encuentre. A la par a su cargo público, mantiene una clínica veterinaria y una fundación en pro de animales rescatados, para darles una mejor calidad de vida, así como a personas que lo necesiten.

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