Entre la libertad individual y la histeria colectiva: aún hay debate por los no vacunados
(LeMexico) – ¿Para quién son menos injustas las restricciones impuestas para promover la vacunación?
Hoy día hay un grupo de personas que por ciertas razones han decidido no vacunarse, pero esa decisión les traerá problemas en el futuro. El debate no es si las restricciones se aplicarán contra los no vacunados, tampoco la afectación que ellos tendrán, sino ¿por qué siguen pensando que no es buena idea vacunarse?
Diversas fuentes y medios periodísticos reportan diversos estudios y notas acerca de los beneficios de la vacunación, pero muy poca atención se le ha brindado a la otra parte del escenario.
Para el Dr. Jesús Heraclio del Río Martínez, Director de Innovación Científica y Tecnológica de la Universidad Anáhuac México, hay de por medio una línea muy delgada entre la libertad individual y la responsabilidad social. Esta línea deja entrever la enorme laguna en la Bioética al respecto que en primer punto está mal planteada: ¿Cómo es la frontera, difusa e imprecisa, entre la libertad individual de elección y la responsabilidad social que todos tenemos como individuos y ciudadanos hacia el bien común?
Esa pregunta puede responderse a un ritmo casi imperceptible: la inconsciencia y en la mayoría de los casos la supina ignorancia al respecto. La pregunta realmente importante que separa la Bioética de la ética es: ¿Por qué no hay medidas más drásticas contra los que no acatan las decisiones que se toman en torno a bases científicas e investigativas muy sólidas?
En Europa se ha difuminado esa línea sobreponiendo el bien común a la libertad individual, como es el caso de Francia e Italia. Algunas partes del mundo han dictaminado la vacunación obligatoria contra el COVID-19 para mayores de 18 años.
En Francia, por ejemplo, se ha emitido un conjunto de medidas restrictivas para los no vacunados destinadas a disminuir la posibilidad de que estos sean una fuente de contagio. Estas personas tendrán severas restricciones para transitar libremente por el país, incluso por sus ciudades y colonias. Con la emisión de certificados sanitarios para poder asistir a cualquier lugar público, viajar por cielo, mar y tierra e incluso entrar a cualquier parte de la UE se pretende frenar el contagio y la propagación de la nueva variante.
Además, se habla de que después de un tiempo la vacuna tenga un costo como ahora lo tienen las pruebas de coronavirus. Estas se solicitan casi para todo en Francia y tienen un costo desde 29 hasta 49 euros. En Francia, más del 69% avala esta decisión, pese a los más de 114 mil personas que se manifestaron por estas restricciones.
“Ahora serán ustedes quienes se queden en sus hogares sin poder circular (…) Ya no tengo ninguna intención de sacrificar mi vida, mi tiempo, mi libertad y la adolescencia de mis hijas, su derecho a estudiar de forma adecuada, por quienes se niegan a vacunarse. Esta vez ustedes se quedarán en casa, no nosotros”.
Emmanuel Macron
En Italia rige un pase llamado “súper verde” este certifica la vacunación del portador y la recuperación en caso de infección. Este pase está ligado a una aplicación descargada en la población, la cual se actualizará constantemente, monitoreando el estado de salud de la ciudadanía.
Alemania y Austria han decretado la obligatoriedad de la vacunación y han tipificado como delito federal el rehusarse. En Italia, las medidas van enfocadas a la comodidad de los vacunados.
El mundo está por entender la letalidad, duración y características de propagación de esta nueva cepa a la mala, además de volver a resentir los estragos económicos, educativos, laborales y sociales si no se pone un alto a esa supuesta libertad que nos acarreará a la desgracia. Sin duda debemos mirar con otros ojos a África con la nueva variante. Es lamentable que se haya dejado de lado al continente y ahora se le de toda la atención porque de allí ha salido una nueva cepa que es considerada ya a unos días de haberse detectado como “de interés“.
Parece que ese mismo destino tienen todos los países que aún consecuentan las libertades de algunos pocos por encima de la seguridad nacional. En su momento, Denise Garrett, quien trabajó más de 20 años en el CDC del Departamento de Salud de EU y en el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) del Departamento de Salud de EU, experta en epidemiología, dijo acerca de Brasil:
“Debido a que los virus mutan, las condiciones en Brasil hacen que estas mutaciones les favorezcan, pues no hay restricción para la transmisión. Por lo tanto, las variantes serán seleccionadas y predominantes echando por los suelos el trabajo en las vacunas generando una respuesta inmune. Los ojos están puestos sobre Brasil, puesto que los esfuerzos de todas las naciones «pueden irse a la basura por la impertinencia de los dirigentes brasileños. Ningún país estará seguro si hay un Brasil arruinándolo todo».
Hoy día, cualquier nación puede ser cuna de una nueva cepa que eche a perder el trabajo de todos en todo el mundo sólo por respetar la libertad de unos cuantos inconscientes. Y, dicho sea de paso, Jair Bolsonaro será enjuiciado por su mal manejo de la pandemia en su país, en el entendido de relajar las medidas para evitar la propagación del virus.”