Las metas ambientales y la desigualdad
(LeMexico) – La principal posición de México, también en nombre de los países de América Latina y el Caribe, en la cumbre ambiental COP26 de Glasgow, fue la de reactivar el compromiso de las economías avanzadas de invertir 1,000 mdd en las emergentes, en temas de cambio climático.
“Cada cuatro años nos reunimos y no hemos visto los recursos, el esfuerzo no es proporcional“, reclamó el canciller Marcelo Ebrard. Es evidente que la región requiere de mayores recursos para avanzar en los temas ambientales y que las naciones de mayor desarrollo tienen que tomar una responsabilidad adicional. Los países ricos contaminan más y han sido los mayores culpables del deterioro del planeta en las últimas décadas por sus patrones de producción y consumo, cuyas consecuencias, por cierto, son mayores en el sur global.
La verdad, dice el internacionalista Mark Leonard, es que todos los países, especialmente China y Estados Unidos, están tratando de pasar a otros el costo de la transición energética. El punto es que esta no se puede transferir completamente a los países en desarrollo, eso generaría más desigualdad y pobreza,. Además, sin fondos internacionales, varias metas simplemente no se cumplirían. Esto es, el acuerdo global de cambio climático requiere de mecanismos de apoyo, transferencia tecnológica y regulación temporal diferenciada para las naciones en desarrollo. No se trata de financiar industrias o actividades que contaminen, sino de efectivamente generar su transición.
Algunas propuestas, que en principio suenan razonables, como la de establecer tarifas comerciales especiales para las exportaciones de productos intensivos en energías no limpias, podrían dañar de manera muy severa a naciones de menores ingreso, sin la tecnología adecuada, e incluso generar mercados de “productos no limpios” entre este tipo de países. Sería devastador para naciones africanas que son mono exportadoras de productos como aluminio o acero, pero también afectaría a todo tipo de naciones en desarrollo, si no se acompaña de programas de inversión y de transferencia de tecnología.
De hecho, en la COP26 los presidentes de naciones africanas exigieron la puesta en operación de un mecanismo para la adaptación del cambio climático, no sólo para tomar medidas destinadas a la mitigación, a reducir las emisiones, sino también para enfrentar las consecuencias que ya se presentan, como sequías, ciclones e inundaciones, que finalmente son, en buena medida, consecuencia de los fenómenos de sobreconsumo de los países desarrollados. Es por eso que ellos tienen que tomar parte de esa responsabilidad.
África apenas genera el 3% de las emisiones del planeta, pero millones de personas tienen que migrar por razones climáticas. Los líderes africanos señalan que ya no se requieren más datos, sino también más dinero. Exigen acceso a tecnologías digitales climáticamente inteligentes, a infraestructura con resiliencia, a insumos agrícolas acordes a las nuevas circunstancias y a servicios financieros y subsidios para la agroecología.
Si no se construyen alternativas y programas para contrarrestar los efectos del cambio climático, basadas en los contextos de desigualdad y responsabilidad directa de los países, difícilmente podremos tener resultados efectivos a favor del medio ambiente.