El Consenso de Cornwall

(LeMexico) – Es el nombre que el G7, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, los 7 países más ricos de occidente, han dado al documento en el que expertos, después de un extenso proceso de análisis y consulta, responden a la pregunta de cómo las economías pueden ser más resistentes a los choques externos. Como inevitablemente enfrentamos importantes riesgos, así lo muestra la pandemia del coronavirus, se requiere de nuevos mecanismos de gobernanza global, que hagan posible la cooperación y la acción colectiva.

Son 7 las recomendaciones que serán presentadas ante el G20 al final del mes. Una es hacer y financiar planes para enfrentar a las pandemias, como estrategias para desarrollar y distribuir de manera equitativa las vacunas. Para lograr esa misión se requiere el financiamiento público y el privado que permita la investigación y el desarrollo. La segunda es acelerar la economía circular y las acciones que combaten el calentamiento global. La tercera es prevenir ataques cibernéticos, establecer un sistema global de gobernanza digital, pero también generar competencia, combatir los monopolios en esa área y crear una sistema impositivo justo, que capture la riqueza que se está generando.

El cuarto es promover reformas al comercio y a las patentes de medicamentos, así como evitar los subsidios a la exportación por parte de las grandes economías. El quinto es incrementar la inversión en el periodo post pandemia, acelerar la transición verde y establecer impuestos mínimos a empresas globales y digitales. El sexto es ampliar el espectro de las mediciones de bienestar, no limitarlas al producto interno bruto, para considerar también indicadores de salud, laborales, de genero y de inclusión de minorías. El séptimo es establecer mecanismos de coordinación y planes de emergencia para garantizar las cadenas de distribución y la provisión de bienes críticos para la economía, como los seminarios conductores y minerales esenciales.

El nuevo consenso es distinto al de Washington, en el sentido de que no considera a la globalización como una fuerza siempre positiva, que con la apertura de mercados, financieros y de bienes, va a generar prosperidad y estabilidad para todos. Se reconocen importantes riesgos y se asume la necesidad de una gobernanza efectiva, en la que los países más ricos asuman buena parte de la responsabilidad del financiamiento en varios aspectos cruciales, como los medicamentos, para que la propiedad intelectual reconozca que el conocimiento es un proceso de creación colectiva.

Se profundiza en el concepto de solidaridad internacional, para que la innovación se comparta con todas la naciones. En general, se propone un estado activo para generar innovación que permita alcanzar metas de interés público.

Se deja claro que la humanidad va enfrentar nuevos choques similares la crisis financiera de 2008 y a la del coronavirus, que profundizaron la desigualdad y afectaron la calidad de viuda de millones de personas, por lo que se requiere de acciones para prevenirlos y actuar a tiempo. Esto es importante para reducir los costos de riesgos agudos, como las pandemias, o las crisis financieras, pero también se requiere actuar para hacer frente a riesgos crónicos, como la profundización de la desigualdad en términos de ingreso o el cambio climático.

De la discusión tienen que derivarse acuerdos concretos, de corto plazo, como garantizar la vacunación en las naciones en desarrollo, que siguen rezagadas, el concretar los acuerdos de impuestos mínimos globales para las corporaciones y la empresas digitales, así como generar fondos de investigación y desarrollo, financiados por las países de G7, en temas médicos y climáticos, bajo esquemas en los que la propiedad intelectual y el conocimiento sean compartidos.

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