Parásitos y El Juego del Calamar: los retratos de Corea del Sur

(LeMexico) – Luego del éxito de “El Juego del Calamar”, los expertos se preguntan si los dos últimos éxitos que surgieron de Corea del Sur son más una llamada de auxilio que un parte de entretenimiento.

Muchos recordaron “Parasite” y el tema propuesto en la cinta: la peculiaridad de la desigualdad social y sus efectos. El retrato con humor negro de las relaciones sociales tan marcadas tuvo un efecto retroactivo con El Juego del Calamar, pues el factor común de ambas era: pobreza y desigualdad.

El Óscar del año pasado confiere una aguda crítica a las diferencias y crisis sociales en la sociedad capitalista surcoreana. Cabe destacar -y en verdad, vale hacerlo- que no hablamos de las favelas brasileñas ni el 1% poblacional norteamericano que tiene un quinto de la riqueza nacional, hablamos de una familia “colada” a la vida opulenta de alguien más. Los Kim, en su humilde vivienda tienen un plan muy ajustado para sacarle todo el provecho a la vida de los Park, una familia adinerada que tiene una casa de diseño.

La ambientación muestra desde ya los problemas sociales: Corea del Sur, una de las quince economías más grandes del mundo, esperanza de vida alto y un índice de alfabetización educación superior impecablemente alta. Con todo, los Kim no pueden encontrar un empleo y se ganan la vida doblando cajas de pizzas en su semisótano plagado de insectos. Básicamente la historia se hila desde uno de sus hijos, el cual se convierte en el tutor de inglés de la hija de los Park. Con ello, se aseguran de, a uno, entrar en su casa como trabajadores.

La tasa de desempleo en Corea del Sur es menos del 5% (3,6% para ser exacto), con esto, no debe ser complicado conseguir un trabajo. De las naciones afiliadas a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), -el club de las naciones más ricas del mundo-, es el del porcentaje más bajo en tasa de desempleo de larga duración: 1,4%. Un excelente sistema de salud, vida y alimentación saludable y sus notables innovaciones lo incluyen en el Top 10 de países con mayor esperanza de vida. Con todo, según el diario The Hankyoreh, tres de cada cuatro jóvenes que oscilan los 19 y 34 años se quieren ir del país y ocho de cada diez sienten que vivir en Corea del Sur es un infierno.

Para Shin Hyun Bang, profesor de Estudios Urbanos de London School of Economics (LSE) especializado en Asia, sólo se trata de una falta de asimilación de los cambios ocurridos en estos últimos 20 años.

“Como el desarrollo del país fue tan rápido durante el siglo XX, hay una memoria vívida entre la generación más adulta de las oportunidades a las que tenían acceso en los 70 o a comienzos de los 90, cuando la economía se expandía y los empleos ofrecían seguridad. Pero desde entonces esto ha cambiado, haciendo que el nivel de desigualdad que la gente teme sea mayor que el objetivo”.

Según la medida Gini, usada para evaluar la inequidad social, que va del 0 al 1, donde el 0 es “más desigual“, en Corea del Sur -según datos de la OCDE- el 0,35% en Corea del Sur, por debajo del 0,46% de Chile y 0,39% de EU, la desigualdad tiene a ser más palpable, pues recae simplemente en una “perspectiva de crecimiento” por una comparación al ritmo anterior a la crisis que pegó en la nación.

Otro dato muy curioso es que, a diferencia de otros países, Corea del Sur “sobreprodujo” profesionales, lo que llevó a una flexibilización laboral, dando pie a marcadas diferencias en oportunidades generacionales y poca estabilidad laboral. Miller asegura que pasaron de una situación en la que la mayoría tenía un empleo estable en una compañía a otra en la que la mayoría trabaja con contratos eventuales. Entonces, hay más inseguridad, más desigualdad y menor tasa de crecimiento. Además, otra cosa de la que hablan mucho los surcoreanos es la competencia intensa: todos quieren ir a las mejores universidades, todos quieren que a sus hijos les vaya bien. Pero todo esto es psicológicamente dañino.

Él asegura que todo esto llevó a “convertirse en un país con las tasas más altas de graduados universitarios del mundo, pues durante décadas ir a la universidad se veía como lo más deseable y la mejor manera de conseguir un empleo de cuello blanco y seguro“.

Otro problema muy grande es la falta de vivienda. Más del 30% de surcoreanos están sobrecalificados para los puestos que se desempeñan, según el Banco de Corea. Para ello, se han hecho acciones desde el Gobierno para enviar a sus profesionales al extranjero, el vicedecano del Instituto del Banco Asiático de Desarrollo, Kim Chul-ju, afirmó a Reuters:

“La fuga de cerebros no es una preocupación inmediata para el gobierno. En cambio, es más urgente prevenir que caigan en la pobreza”.

La OCDE afirma que Corea del Sur es uno de los miembros con mayor diferencia en poder adquisitivo, los más ricos ganan hasta cinco veces más que el promedio.

En Parasitos, vemos que “el tipo de semisótano” en el que viven los Kim fue pensado como un búnker y se conoce como en Corea del Sur como banjiha, hasta la crisis inmobiliaria de los 80 que el gobierno legalizó su alquiler como vivienda.

Todo esto concurre con la recién estrenada serie “El Juego del Calamar“. Aunado al problema económico, hay un constante enfrentamiento a la traición, la violencia y la inseguridad, claro, sólo si debes dinero, esto es, un gran porcentaje de la población. Pues, según datos del Banco Mundial y la OCDE, sólo el 12.5% posee la riqueza absoluta en Corea del Sur.

¿Cómo subsisten los demás? A través de la deuda, que es el tema central de la serie El Juego del Calamar, la deuda de los hogares afecta a las clases baja y media. Ahora, las deudas, son ridículamente necesarias: poco más de 2 millones de wones para comer y pagar la educación, o un tratamiento familiar (poco más de $34,000 MXN), más intereses.

Esta condición sobrepasó el 100% del PIB de la nación, desde 2017, el aumento de la deuda fue de un 50% “el 20% de los que más ganan en el país tiene un patrimonio neto 166 veces mayor que el del 20% con menores ingresos“. Una burla muy cruda de la sociedad surcoreana es a la religión, pues “expresa repetidamente el creciente cambio en la opinión pública del rápido desarrollo de Corea del Sur durante las décadas de 1970 y 1980 y su conexión con el crecimiento de la iglesia en ese momento.” Aunque esto debió ser así.

La serie trae a la mente, muy a menudo que, “aquellos que triunfan a menudo lo hacen a expensas de aquellos que fracasaron por debilidad, discriminación, mal juicio o simplemente mala suerte“, indica Sarah, A. Son, profesora de estudios coreanos en la Universidad de Sheffield.

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