Adam Tooze: No era la Economía

(LeMexico) – Adam Tooze es el narrador de la historia económica reciente del mundo. Es es autor de Crash, una historia de la crisis financiera de 2008, y ahora del Apagón 2021 sobre cómo el coronavirus sacudió la economía mundial. El punto que hace Tooze en el nuevo libro no es menor.

Cuando los países, especialmente Estados Unidos, decidieron gastar lo que fuera necesario para contrarrestar el desafío médico y económico del coronavirus no tuvieron obstáculo financiero que se los impidiera. La crisis de coronavirus expuso las debilidades y riesgos del sistema global dirigido por el mercado, por lo que gobiernos, como el de Estados Unidos, apoyó, con montos nos vistos desde la post guerra, a toda la actividad económica.

Hasta los 90s, dice Tooze, las respuesta a todos los problemas sociales era la economía, la de mercado claro, la globalización. La lógica de la revolución de mercado era la de despolitizar, dejar a los mercados los conflictos redistributivos y los riesgos sociales, los que tienen que ver con los conflictos ambientales, laborales e incluso de salud. Por eso cuando llegó el coronavirus no teníamos mecanismos de organización preparados para cuidar a la población de un fenómeno de esa naturaleza.

La respuesta de países como Estados Unidos fue similar a los paquetes posteriores a la crisis de 2008, pero de mucho mayor magnitud, en términos de gasto público, deuda y reducciones de las tasas de interés. Es el tipo de propuestas defendidas por escuelas como la de  los radicales keynesianos y la teoría monetaria moderna. Esto es, la finanzas públicas no enfrentan las mismas limitaciones que las familias.

En realidad son restricciones técnicas y decisiones políticas las que determinan qué se puede hacer, no el financiamiento. La restricciones en realidad estarían de lado de la demanda, en la economía real. El financiamiento no fue problema para crear la vacuna, sino el conocimiento médico y la capacidad de producirla.

Parafraseando a Keynes, cualquier cosa que en realidad se pueda hacer la podemos pagar, el dinero es un asunto técnico. Tooze se pregunta si este es el fin de la ortodoxia económica que prevalece desde finales de los años 80s, lo que podría ser cierto.

Una parte de las intervenciones gubernamentales son las clásicas keynesianas que buscan impulsar la economía para lograr pleno empleo y uso de los recursos. Pero además, argumenta Tooze, se han desarrollado nuevas formas de políticas de bienestar social, como los ambientales, pero también la idea de realizar políticas monetarias y financiera para apoyar directamente, con transferencias, a las personas.

La Reserva Federal de los Estados Unidos llegó a comprar bonos de deuda del gobierno (con el fin de pagar el paquete contra cíclico)  a un ritmo de 5 mdd por segundo. Lo interesante es que eso no tuvo consecuencia negativa alguna, no hay evidencia de una espiral inflacionaria, la inversión privada no se derrumbó, no se generó incertidumbre. En realidad, los mercados de bonos se estabilizaron y los de de valores crecieron.

La respuesta al endeudamiento masivo no fue el incremento de la tasa, sino su reducción. Tooze argumenta que como ya no existe poder de negociación por parte de los trabajadores, no existen los elementos de una espiral inflacionaria.

Se trata de una nueva era en la que la globalización es más un problema que un factor de prosperidad, por la exponencial expansión de enfermedades como el coronavirus, pero también por los riesgos que representa China al resto de la economía y la seguridad del mundo, o el poder de Rusia por sus exportaciones de gas y petróleo. Se ha generado un antagonismo no visto desde la guerra fría.

Ambos tienen una capacidad enorme de generar emisiones, que serán muy difíciles de controlar, en el contexto del cambio climático. Todo esto toma a Estados Unidos en un mal momento, en el que la coalición que podría manejar esta crisis, la demócrata, a pesar de ser mayoritaria, no siempre tiene el poder por las reglas decimonónicas del sistema electoral norteamericano.  

Si descubrimos que podemos financiar cualquier cosa, ahora se requiere decidir bien qué se va a hacer con eso y hasta qué punto. El choque fue externo, pero la debilidad del sistema financiero y de los mercados de valores ya estaban ahí, también de los sistemas de salud y de las redes de protección social. Esto es en lo que se tiene que trabajar, ya que descubrimos que podemos financiar más de lo que pensábamos.

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