12 de octubre: buscando el significado

Tabula Rasa

(LeMexico) – Muchos de nosotros fuimos educados con la tradición de que Cristóbal Colón descubrió América el 12 de octubre de 1492. Ese día lo llamábamos el Día de la Raza y era un día festivo del calendario cívico.

La situación ha cambiado, actualmente es políticamente incorrecto decir que América fue descubierta ni mucho menos lo referimos como el día de la raza. Por supuesto que el día festivo ha desaparecido. Peor le ha ido a Colón, quien pasó de ser el heroico y visionario descubridor para convertirse en racista y genocida. Y eso que tiene 500 años de haber fallecido.

Cuando se acercaban las ceremonias por los 500 años de la llegada de Colón a una de las islas del Caribe que sería bautizada como San Salvador, hubo toda una serie de Congresos y debates históricos, filosóficos, sociológicos, literarios, religiosos, etc, en torno a la cuestión de cómo interpretar lo sucedido. No hubo decretos presidenciales ni acciones unilaterales a favor de una visión particular de la historia, sino una multiplicidad de exposiciones de diversos puntos de vista sobre lo acontecido. Si bien es cierto que los hechos históricos son inmutables, las interpretaciones cambian de cuando en cuando.

En este sentido cabe volver a recorrer el camino del almirante Colón. En 1485, Colón le propuso al rey Juan II de Portugal, que financiara el viaje hacia el oeste, donde aseguraba se encontraba una ruta más corta hacia la India. Aquí cabe señalar que en esa época, Portugal se encontraba en una época de auge.

Era la gran potencia que andaba en la búsqueda de una ruta marítima que llevara de Europa a la India y más al Oriente, mediante la navegación por las costas africanas. Al no estar en conflicto con algún otro reino, Portugal pudo destinar recursos a diversos proyectos de expansión territorial en África y Asia.

Por otro parte, en lo que hoy es España (que todavía no existía como tal) se encontraba en un reordenamiento que hoy podríamos llamar geopolítico. En la fórmula tradicional de la época, se llegó a un matrimonio arreglado para que Fernando II, heredero al trono del reino de Aragón, se uniera con Isabel, heredera al trono del reino de Castilla. Así, en 1475 se formaliza la unificación de los reinos al ser nombrado Fernando VII rey de Castilla. Pero faltaba algo más, entre 1482 y 1492, se libró la Guerra de Granada por los territorios que los musulmanes ocupaban en la península ibérica desde 711.

Colón se presenta ante la Corte portuguesa en 1484 y, según lo narra el historiador Washington Irving en Historia de la vida y viajes de Cristobal Colón, aunque logra atraer el interés del rey, la corte consideraba que era una aventura costosa y riesgosa, y que era más sabio usar los recursos para fortalecer la aventura africana (lo que lograría Vasco de Gama cuando encontró el paso por el Cabo de Buenaesperanza en 1497 para llegar a Calcuta en 1498). Al no lograr su objetivo, Colón huye de Portugal.

Se dice que Colón ofreció la expedición al reino de Venecia y al reino de Inglaterra sin mayor éxito, por lo que se instala en Córdoba en 1486 esperando tener mayor éxito. No sería hasta que en 1492, el año que son derrotados los musulmanes y expulsados los judíos de la península ibérica, que los Reyes Católicos son convencidos por Colón para financiar su expedición. Si bien era de costo considerable, valía la pena por la posibilidad de fortalecer las debilitadas arcas españolas.

Colón se enfrentó a un motín antes de llegar a lo que él siempre creyó que eran las indias, se enfrentó a los hermanos Pinzón, los capitanes de las otras dos carabelas; la Santa María terminó hundida. Murió sin saber que había llegado a otro continente, desconocido hasta entonces en Europa. Ni siquiera tuvo la gloria de que este continente fuera bautizado con su nombre.

Colón viajó en nombre de los reinos de Castilla y Aragón, pero como ya vimos, pudo haber sido en nombre del reino de Portugal o Inglaterra, y nada indica que la historia de los pueblos de América hubiera sido diferente. Ninguno de los reinos europeos destacaba por su respeto a lo que hoy llamamos derechos humanos.

De hecho, el imperio español ha sido probablemente el único el único en la historia en cuestionar una conquista desde un punto moral Imaginar qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido al revés, si Colón hubiera fracasado y toda la tripulación hubiera muerto, si Atahualpa utilizara las carabelas para invadir Europa y proclamarse rey de España es entrar en la ficción que mejor se la dejamos a Laurent Binet y su novela Civilizaciones.

Los hechos históricos no sostienen al concepto descubrimiento, no sólo porque no era el primer contacto de europeos (o asiáticos) con el continente sino por el eurocentrismo de la propia afirmación, pero, en este intento de imposición por parte de los gobiernos de sustituir al descubrimiento por el de resistencia indígena (casualmente como le llaman al 12 de octubre en Venezuela y en Nicaragua, donde el nombre completo es día de la resistencia indígena, negra y popular), es otra confusión conceptual.

Primero, esta tendencia a satanizar a Colón y llamarlo genocida está fuera de lugar. El genocidio es, lo define la ONU, “la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. En América Latina hubo explotación cercana a la esclavitud, pero no genocidio. A los pobladores les quitaron tierras y los obligaban a trabajar para los conquistadores, les servían como mano de obra.

Segundo, Colón no inició la conquista, incluso no se adentró más allá de las playas caribeñas, por lo que murió en 1506 sin saber de la existencia del oro azteca o inca. Cuenta el historiador Hugh Thomas en el artículo El verdadero drama de 1492 que se burlaban en la corte de Fernando II de que Colón “había descubierto un imperio de arena y mosquitos”. La conquista como tal se la debemos a Hernán Cortez y a Francisco Pizarro. Sin embargo, a falta de estatuas de los conquistadores, las digamos, desinformadas buenas conciencias, apuntan al almirante.

Por otra parte, se habla de 500 años de resistencia indígena, pero sin definir en qué consiste. Movimientos de resistencia ha habido muchos a lo largo de la historia, aunque en lo personal, cada vez que hablan de resistencia, siempre me recuerdan a los franceses luchando contra los alemanes durante la segunda guerra mundial. Resistencia es oponerse a las fuerzas prevalecientes para regresar a las condiciones previas, y no veo discursos o acciones pretendiendo eso. La digna lucha indígena es por muchos motivos, pero no para volver a las condiciones del año 1492.

En el discurso suena muy bonito, pero a la población indígena en América Latina, que de acuerdo con el documento del Banco Mundial de 2015 Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI representan el 8% de la población total del continente y que están distribuidos en 522 pueblos diferentes (esto de acuerdo con el Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina y el Caribe de la UNICEF), habrá que preguntarles si quieren que se quiten las estatuas de Colón o que se nombre solemnemente al 12 de octubre como el día de la resistencia indígena, o que mejor se pongan a trabajar en mejorar sus condiciones diarias de vida. No olvidemos que en México, de acuerdo con el Coneval, entre 2018 y 2020, el porcentaje de la población indígena en situación de pobreza aumentó de 75.8% a 76.8%7. Mucho discurso de dignidad pero pocas acciones reales.

Discutamos el significado de la historia (no los hechos) pero sin simplificar el mundo en buenos y malos. La conquista y el virreinato fueron brutales e impusieron la cultura europea a las múltiples culturas indígenas. El origen es violento, como lo fue el de tantas civilizaciones como la propia España, porque como nos los recuerda Carlos Fuentes en El espejo enterrado fue “a través de España, (que) las Américas recibieron en toda su fuerza a la tradición mediterránea. Porque si España es no sólo cristiana, sino árabe y judía, también es griega, cartaginesa, romana, y tanto gótica como gitana. Quizás tengamos una tradición indígena más poderosa en México, Guatemala, Ecuador, Perú y Bolivia, o una presencia europea más fuerte en Argentina o en Chile. La tradición negra es más fuerte en el Caribe, en Venezuela y en Colombia, que en México o Paraguay. Pero España nos abraza a todos; es, en cierta manera, nuestro lugar común”.

A sangre y fuego se impuso un solo idioma y una sola religión que nos es común de México a Argentina, y sin la herencia española sería imposible la existencia misma de la América Latina.

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