Los apoyos electorales de la izquierda

A diferencia de Europa, las preferencias por la izquierda mexicana se han triplicado desde 2000

(LeMexico) – Asumamos, sin conceder, que los políticos y militantes que abandonaron al PRI en 1987-1988 para integrarse al Frente Democrático Nacional, luego PRD, estaban ideológicamente identificados o comprometidos con los valores de la izquierda. Digamos, también, que esta misma razón aplicó entre 2016-2018 para los priistas que se incorporaron al Movimiento de Regeneración Nacional.

Supongamos, así mismo, que la justificación de esta deserción obedeció al hecho de que el PRI y, sobre todo, sus élites («tecnocráticas», «financieras» y «neoliberales»), traicionaron los principios revolucionarios, el interés nacional y las causas de la justicia social.

Desde esta lógica, se infiere por qué analistas y académicos suelen no acreditar a este partido dentro del espectro de la izquierda. Dicha decisión se adopta pese a que el PRI proviene del nacionalismo revolucionario, sus gobiernos instituyeron la empresa pública y los programas sociales, o aun cuando en 2008 se inscribió en la corriente socialdemócrata.

Los partidos de izquierda que han participado en las elecciones presidenciales mexicanas desde 1988 hasta 2018 han sido 13. Son aquellos que doctrinalmente declaran situarse en algún punto de la escala de la izquierda. Pueden ser separados en cuatro partidos vigentes (Morena, del Trabajo, de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano) y nueve extinguidos (Mexicano Socialista, Auténtico de la Revolución Mexicana, Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, Popular Socialista, Revolucionario de los Trabajadores, Alianza Social, de la Sociedad Nacionalista, Democracia Social, y Alternativa Socialdemócrata y Campesina).

Elaboración propia con datos deI INE: bit.ly/396nkWP, bit.ly/396G0Wi, bit.ly/3lpUHJV. Lo referente a 1988 de MOLINAR, Juan y Jeffrey Weldon (1990): «Elecciones de 1988: crisis del autoritarismo», en Revista Mexicana de Sociología, 52: 4, UNAM, pp. 229-62.

En el cuadro 1, los partidos se exponen en orden de participación durante seis elecciones presidenciales. Por cada elección, se siglan dichas fuerzas y se relacionan, donde aplica, con el frente, alianza o coalición que los integró. Al final, en la columna 2018-2021, encontramos los partidos con registro actual.

El profesor Ignacio Sánchez-Cuenca, en un reciente artículo (bit.ly/3kdX6s0), analizó la evolución del voto a partidos de izquierda entre 2000 y 2020 en 15 países de Europa occidental. Considerando este espectro, demostró que el ala moderada era la que salía peor parada al perder 12 puntos en dicho periodo. Tras agregar a verdes y radicales, el conjunto de la izquierda europea registró «una pérdida neta de seis puntos porcentuales» (de 41.5 a 35.7).

En el caso mexicano, las cosas pintan de manera más bien distinta. La primera diferencia es que las expresiones de extrema izquierda se diluyeron desde hace dos décadas y tenían, además, un impacto limitado y poco significativo. La segunda es que los verdes europeos (promotores de la ecología política, el ecosocialismo o ecoliberalismo) no tienen nada que ver con el Verde de México (sobre todo en términos de su procedimiento político). Por esa razón, y otras, el PVEM no debe ser considerado en el eje referido. La tercera, y más importante, son los apoyos electorales que la izquierda ha recibido, los cuales podemos clasificar en dos etapas.

Elaboración propia con fuentes del cuadro 1.

Entre 1988 y 2000, el periodo neocardenista, las preferencias por partidos de izquierda disminuyeron 13.3 por ciento. Sin embargo, entre 2000 y 2018 el conjunto de los partidos apuntados en este segmento ideológico, y que fueron aglutinados por el hoy presidente López Obrador, creció 36.51 puntos porcentuales. Los cambios más acentuados se observaron entre 2000 y 2006 con un crecimiento de casi 20 por ciento, así como de 2012 a 2018 con 23.5 (Gráfico 1).

A diferencia del escenario europeo, las variables más consistentes sobre este comportamiento se encuentran en los «sospechosos habituales» que explican los resultados de los partidos. Es decir, en el liderazgo y en su capacidad para capitalizar el hartazgo por los excesos de la clase política, permitiéndole conectar (sobre todo en este último tramo, sin el PRD) con amplias capas de la sociedad a través de una estrategia discursiva, organizativa e incluyente.

 Cabe señalar que en las elecciones a diputados federales de 2021, con una participación electoral menor a 10.8 por ciento, el respaldo a la izquierda disminuyó siete puntos.

Sin incurrir en interpretaciones reduccionistas, pienso que el futuro de los partidos mexicanos, los cuales se asumen como izquierda, dependerá de sus particularidades. Morena y PT de un líder que los cohesione exitosamente como hasta ahora, en tanto que PRD de no ver remolcada su existencia a la alianza suscrita con sus enemigos históricos (PRI-PAN). MC, por su parte, deberá afirmar su identidad socialdemócrata bajo una dinámica en la que su autonomía política se encuentra a prueba.

Todos, sin embargo, deberán tener en cuenta que México no es un «islote ideológico», y que estarán influidos, quiéranlo o no, por los cambios mundiales y el comportamiento de la izquierda global.

Back to top button