Afganistán: el cementerio de imperios

(LeMexico) – La historia de Afganistán durante los últimos 180 años le ha dado el nombre de “El cementerio de imperios” a Afganistán.

Los intentos de “instaurar la democracia” por parte de los imperios soviético, británico y estadounidense han fracasado, pues Afganistán no es un país fácil. El sabor de boca que ha dejado en los gobiernos es tal que la diputada estadounidense Elise Stefanik comparó el intento y fracaso norteamericano como lo ocurrido en Saigón, Vietnam. Expertos indican que la culpa recae en la repentina y mal planeada decisión de Joe Biden de retirar sus tropas a inicios de su mandato.

Para el analista a BBC Mundo de Defensa y Política Exterior, David Isby, y autor de “Afganistán: cementerio de imperios“, la situación es más que clara desde perspectivas exteriores:

«No es que los afganos tengan mucho poder, lo que pasó en Afganistán es culpa de los propios imperios invasores, la patología imperial y sus límites. Afganistán es objetivamente hablando un lugar difícil: es una nación compleja, con una infraestructura muy pobre, un desarrollo limitado y sin litoral.

Afganistán es un país con una infraestructura muy deficiente y una geografía difícil; el problema de Gran Bretaña, La unión Soviética y EU es no haber mostrado flexibilidad en sus relaciones con Afganistán. Querían y tenían que hacer las cosas a su manera y nunca lograron entender la complejidad del país.

A menudo escuchamos que Afganistán es “imposible de conquistar“, una afirmación falsa: los persas, los mongoles y Alejandro Magno lo han hecho en el pasado. Lo cierto es que se trata de una aventura que ha costado caro a quienes la han intentado. Y los últimos tres imperios que intentaron invadir Kabul simplemente fracasaron».

¿Por qué se le llamará el Saigón de Biden a este fracaso en Afganistán? ¿Qué pasó en Saigón?

Estados Unidos “quiso llevar la democracia” a Vietnam en 1954. Esto luego de que las fuerzas imperiales francesas no pudieran retener el territorio conocido como Indochina desde el siglo XIX. Vietnam se dividió en dos países, con Vietnam del Norte controlado por una ideología comunista bajo el liderazgo de Ho Chi Min, cuyo objetivo era la reunificación.

Dwight Eisenhower, el entonces presidente de EU intervino en la situación apoyando a Vietnam del Sur evitando que el comunismo gobernara el país y la región. Eisenhower envió asesores y asistencia militar, pero John Kennedy, su sucesor, fue más allá y nombró más divisiones presupuestarias y militares con operaciones encubiertas. No fue sino hasta el Gobierno de Lyndon Johnson, en 1965, que Estados Unidos entró oficialmente en la guerra bajo iniciando una intensa campaña de bombardeos contra objetivos norvietnamitas y una presencia de más de 500.000 soldados en su apogeo.

Richard Nixon retiró poco a poco sus tropas y negoció los acuerdos de paz de París 1973. Estos acuerdos echaban a EU y permitían un intercambio de prisioneros. Nixon se vio imposibilitado a cumplir con su promesa de proteger a Vietnam del Sur por su escándalo de Watergate.

Al llegar Ford al poder en 1974, Vietnam del Norte tenía bastante control y atacó de tal manera que Saigón cayó el 30 de abril de 1975. Esta “intervención” fue, en pocas palabras, un conflicto prolongado que se cobró la vida de 58.000 soldados estadounidenses y más de 2 millones de vietnamitas, costó miles de millones de dólares. Sin embargo, no logró sus objetivos declarados.

De la misma manera se ve el conflicto en Afganistán. Esa “guerra” ha sido la más larga en la historia de EU. Esto lo desencadenó los ataques del 11 de septiembre de 2001.

George W. Bush lanzó una poderosa ofensiva aérea que derrocó rápidamente al gobierno talibán y desterró a Al Qaeda de Afganistán. El plan cambió después y la atención se centró en la derrota militar completa de los talibanes y la reconstrucción de las instituciones estatales afganas para evitar que una vez más se convierta en una base para los extremistas.

Obama intentó lo mismo que la OTAN pero con poco o nulo éxito. EU firmó “un acuerdo de paz” en febrero del año pasado que para muchos significó una pantalla del fracaso norteamericano en su ideal de “democracia“. Hoy día se ve todo lo contrario a lo firmado, pues la zona y el mundo enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes con miles de desplazados y refugiados.

David Isby prevee que en un futuro se deberá lidiar con la idea de «si un régimen talibán puede integrarse en la comunidad internacional». Si esto causa incomodidad, deberemos esperar al siguiente “salvador” que se aventure en una campaña a Afganistán.

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