La Influyente Visión de las Mujeres en la Economía Mundial

(LeMexico) – Hace unos días Maximo Jaramillo, profesor de la Universidad de Guadalajara, preguntaba en redes sociales sobre nombres de mujeres que hubieran contribuido a la teoría económica para incluirlas en un curso de historia del análisis. Se trata, por fortuna, de un ejercicio que se realiza en varias áreas del conocimiento, el de rescatar aportaciones a la ciencia y a las artes realizadas por mujeres cuyos trabajos fueron, en general, poco apreciados, hasta hace muy poco.

El ejercicio es particularmente relevante en la economía, una ciencia social que no hacía mucho para incluir a las mujeres en su trabajo académico. Fue hasta 2009 que una mujer obtuvo un Nobel en economía, Elinor Ostrom, con trabajos particularmente importantes para la economía ambiental. La respuesta para Máximo fue incluir en el temario a Esther Dulfo (la segunda premio Nobel en 2019), a Mariana Mazzucato y a Kate Raworth.

La verdad no era lo que el profesor buscaba, seguro conoce el trabajo de las tres muy bien y en realidad quería identificar autoras de décadas anteriores, pero lo interesante es que las tres tienen un origen común, fueron formadas en lo que se conoce como economía del desarrollo, son críticas de la manera como se ha utilizado el análisis económico moderno para hacer política pública y han construido las narrativas alternativas más influyentes del debate actual. Le ha hecho mucho bien a la economía el nuevo papel protagónico de las autores mujeres en el debate.

Como decíamos, esas mujeres han construido narrativas muy poderosas. Ostrom, en realidad formada en la Ciencia Política, concluyó que la gestión común de recursos naturales podría ofrecer mejores resultados que la mera propiedad privada, con las instituciones de coordinación correctas. Esto es para conservar recursos naturales es mejor cooperar que privatizar.

Kate Raworth elaboró la teoría de la dona, para representar la economía, se trata de algo que tiene límites precisos, porque los recursos son finitos, existe un techo ecológico, afuera están los excesos, en el centro las carencias y en la masa de la dona se encuentran las fracciones de recursos que se pueden utilizar para alcanzar objetivos como educación, salud, justicia, trabajo, equidad. La teoría de Raworth reta al uso del producto interno bruto como una aproximación del bienestar a maximizar y es la base de las metas 20/30 de la ONU, que sirven de guía a la mayoría de los países del mundo.

Dulfo, por su parte, con sus co-autores, encuentran que la personas, particularmente en contextos de pobreza, tienen comportamientos que no se explican de forma racional, ya que carecen de información adecuada y tienen que tomar múltiples decisiones, por eso las políticas de desarrollo basadas en el supuesto de racionalidad fracasa. Lo que se debe hacer es investigar a qué incentivos y políticas reaccionan correctamente en los sectores mayor marginación, para aliviar su situación.

Eso, Dulfo lo extrapola a otros ámbitos, a lo que llama la buena economía, que es la que parte de la complejidad y, en lugar de asumir comportamientos, construye hipótesis, para contrastarlas con los datos y así ofrecer soluciones. Duflo encontró, por ejemplo, que regalar cunas con mosquiteros sanitizados era una forma eficaz y aceptada por las madres para combatir la malaria en África, convenció a los gobiernos de hacerlo de manera masiva y ahora sirve para salvar millones de vidas.

Mazzucato, por su parte, se ha dedicado a demostrar que las grandes innovaciones no vienen de las empresas, sino del estado, ya que este puede correr los riesgos de invertir en proyectos con retornos inciertos, en el futuro lejano. Las empresas han tomado de las instituciones públicas las semillas de los grandes inventos, por lo que se requiere de una política que busque, con intervención estatal, lograr cambios tecnológicos para resolver los grandes problemas de la sociedad. De hecho, Mazzucato desarrolla la idea de que las políticas públicas no solamente deben buscar corregir fallas de mercado, sino orientar y transformar a los propios mercados, para lograr los bienes que la sociedad requiere.

El punto es que la inclusión de mujeres en la discusión central de la economía trajo intereses y visiones frescas, que provienen de la relegada economía del desarrollo, lo que está transformando la disciplina y contribuye enormemente al debate actual.

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