La disputa geopolítica por el Ártico

(LeMexico) – Desde siempre, las fronteras que dividen a los países han estado en constante dinamismo. A veces creciendo y en otras reduciéndose, pero nunca estáticas, hasta hace muy poco tiempo, cuando hemos visto pocos cambios. El entorno físico ha sido más bien diferente, con pocos cambios a lo largo de los siglos, hasta hace poco tiempo en que el cambio climático ha modificado lo que antes era inamovible. De esta forma, estamos en el preámbulo de un cambio de era en un espacio específico, en la región del Ártico.

Debido al cambio climático que aceleradamente ha venido derritiendo las capas polares del Ártico, como lo ha señalado David Wallace-Wells en El planeta inhóspito, o el reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, denominado Cambio climático, las bases científicas, se han presentado dos situaciones hasta hace unos años impensables. Se sabía de la existencia de grandes yacimientos de combustibles fósiles, pero que por la inclemencia del clima hacían incosteable tratar de obtenerlos.

Ahora eso es posible, aunque lo es justo cuando el mundo está obligado a dejar de usar energías sucias. El segundo aspecto es que con el deshielo, se han abierto rutas para la navegación, de hecho se reportó que en febrero de este año (una época impensable años atrás) un carguero ruso hizo el viaje de ida y vuelta por esta ruta transportando gas licuado hacia China.

Si bien es cierto que la era de las grandes guerras entre Estados se transformó en una “era de poder degradado”, como lo señala Moisés Naim en El fin del poder, donde ahora los enfrentamientos militares no son entre ejércitos convencionales sino contra células armadas que no están establecidas fijamente en un país, se nos presenta un nuevo reto a nivel global donde varios países reclaman derechos en el Ártico.

Otra característica de esta era del poder degradado, es que no hay una potencia única a nivel mundial que pueda imponer su voluntad, ni siquiera existe una bipolaridad, sino que el escenario mundial tiene diversos actores, con poderes variados, pero con capacidad para influir en el devenir global.

Para tratar de entender lo que está sucediendo en el Ártico nos podemos basar en Peter Taylor y Colín Flint en Geografía Política, cuando señalan que una forma de explicar  las dinámicas globales es mediante lo que John Gaddis definía como códigos geopolíticos, entendidos como “un conjunto de supuestos estratégicos que elabora un gobierno sobre otros Estados para orientar su política exterior”. En otras palabras, los Estados deben tener principios básicos que guíen sus relaciones con otros países considerando el entorno geográfico y político,

Continuando con Taylor y Flint, los códigos geopolíticos funcionan en tres niveles: local, regional y global. El aspecto local lo tienen todos los países porque involucra las relaciones con los países vecinos. El aspecto regional es más amplio y abarca una ambición por influir a los países que conforman una región y por encima de otros países con códigos regionales. El aspecto global tratan de influir en dos o más regiones. Sobra decir que son pocos los países con códigos geopolíticos globales. En el caso del Ártico vemos, además, que confluyen los tres aspectos.

En el Ártico la disputa territorial y económica se da entre los países limítrofes y miembros del Consejo Ártico (organismo creado en 1996): Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia. Cada uno de estos países tiene intereses específicos en la zona, ya sea por el acceso a los combustibles fósiles, los cuales podrían explotarse antes de que lleguen, esperemos, la prohibición para su uso. En este sentido, considerando la meta de la Agenda 2030 de la ONU para eliminar su uso para el año 2050, tenemos que habrían al menos 25 años de explotación por delante.

El otro gran objetivo es el acceso a nuevas rutas marítimas comerciales, con lo que nos acercamos a lo que Alfred Mahan señala en Análisis de los elementos del poder naval cuando dice que “a pesar de los peligros usuales y no usuales de la mar, han sido siempre más baratos y fáciles los viajes y el tráfico por ella que por tierra”. Recordemos que para Mahan, la clave de interpretación histórica está en el poderío naval. En este sentido, los deshielos de los últimos años, con la posibilidad de usar una ruta comercial por las aguas árticas, harían las travesías más cortas evitando rodear el Canal de Panamá o el Canal de Suez, además del hecho de que los grandes cargueros sobrepasan las dimensiones de ambos canales o que, como recién pasó en el Canal de Suez, cualquier accidente detiene el paso de las naves durante semanas.

Los países involucrados en la región del Ártico establecen diferentes códigos geopolícos, los cuales son, de acuerdo con Colin Flint en Introduction to Geopolitics : a) identificar a los aliados actuales y potenciales; b) identificar a los enemigos actuales y potenciales; c) ¿cómo mantener a los aliados y nutrir a los aliados potenciales? d) ¿cómo contrarrestar a nuestros enemigos actuales y amenazas emergentes? y e) ¿cómo justificamos los cuatro cálculos anteriores ante la sociedad y el mundo?

Con estos elementos estamos en condiciones de analizar a cada uno de los países involucrados. Sin embargo, por cuestiones de alcances del presente trabajo, solo quedan señalados de manera breve.

Enfoquémonos en los 3 países con perspectiva global. En 2017 el Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, en el documento Tendencias Globales.Paradojas del progreso, analiza al mundo dividiéndolo en 10 regiones, incluyendo dos más a las que tradicionalmente se venían utilizando: una para el Ártico y la Antártida, y otra para el espacio. Las tendencias que se vislumbran van en el sentido de destacar al Ártico como un lugar destacado en las estrategias de seguridad nacional, y que de la mano del deshielo de la región impulsa las oportunidades económicas, lo que a su vez “aumentarán el riesgo de una mayor competencia entre las naciones árticas y no árticas por el acceso a las rutas y recursos marítimos”.

El país con mayor presencia en la zona sin duda es Rusia. Como lo señala la embajadora de México en Rusia, Norma Pensado Moreno, en el artículo Rusia en la nueva geopolítica del Ártico, los intereses rusos en la zona no son nuevos, sino que han venido actualizándose a lo largo de los últimos 20 años.

Sin embargo, se espera que Rusia mantenga una fuerte postura de defensa de sus intereses económicos y políticos en la región, aunque “manteniéndose abierta y promoviendo la cooperación con socios extranjeros que quieran contribuir a la explotación de los recursos naturales de la región, al desarrollo de las rutas marítimas y a buscar soluciones a los problemas socioeconómicos y ambientales de la zona”. Rusia no tiene las capacidades de antaño y requiere de tecnologías y dinero para explotar la zona.

Lo anterior ha llevado a que Rusia busque alianzas, especialmente con China (incorporado en 2013 como país observador en el Consejo del Ártico), quien se ha sumado como actor en el Ártico, pese a no ser limítrofe, tal y como lo señala en 2018 cuando publicó un documento denominado Política de China para el Ártico, lo que popularmente se le conoce como la Ruta Polar de la Seda. Básicamente el reporte habla de estimular la posibilidad de usar  esta ruta, con lo que se reducirían los tiempo entre China y Rotterdam de 48 a 20 días. Otros países como la Unión Europea, Japón, Corea del Sur y la India han manifestado su interés en la zona, aunque con menores alcances.

Como podemos observar, los países involucrados en el futuro del Ártico establecen sus códigos geopolíticos de acuerdo con sus objetivos estratégicos que tratan de determinar o influir en el desarrollo de la región. Evidentemente, hace falta mucho más para desarrollar a plenitud cada uno de los componentes de los códigos, razón por la cual nos hemos limitado a señalar algunos de los elementos más básicos de los países que impactan en los códigos geopolíticos a nivel global. Sin embargo, se trató de establecer líneas generales para seguir ahondando y analizando a profundidad en la problemática y futuro del Ártico y de los países que lo conforman.

Para visualizar mejor lo anterior, como señala Zbigniew Brzezinski en El gran tablero mundial, podemos imaginar que lo que está sucediendo en la región del Ártico “puede ser comparada al ajedrez… con su forma más o menos ovalada, (donde) juegan no sólo dos sino varios jugadores, cada uno de ellos con una cantidad de poder diferente”. Parafraseando a Brzezinski, en el Ártico hay jugadores que están ahí de manera casual, algunos con mayor o menor poder, y otros más poderosos que quieren cambiar las reglas y otros jugadores fuertes que exigen ser incluidos.  

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