Juegos Olímpicos Tokio 2020: donde la política y el deporte convivieron más de lo normal

(LeMexico) – El COI ha recomendado dejar la política a un lado y no mezclar otro tipo de agendas en estas celebraciones durante 125 años, pero hasta la edición de los Juegos Olímpicos de Tokio, estas recomendaciones nunca han sido más ignoradas.

El deporte debe estar separado de la política, ha dicho una y otra vez el Comité Olímpico Internacional a lo largo de sus 125 años de historia. Sin ir más lejos, la Carta Olímpica vigente desde julio garantiza que “las organizaciones deportivas del Movimiento Olímpico deben aplicar el principio de neutralidad política“. Sin embargo, “los conflictos internacionales no escapan a los Juegos y estos no fueron la excepción“, dijo Tamara Gil, corresponsal especial de BBC Mundo para Tokio 2020.

Timanovskaya y el viaje a Bielorrusia

La atleta de 24 años fue noticia mundial después de rechazar las órdenes de su equipo de regresar a Bielorrusia antes de lo planeado. Según el Gobierno de Lukashenko, Timanovskaya fue retirada de la selección nacional debido a su estado emocional.

La velocista, mientras tanto, dijo que la llevaron a la fuerza al aeropuerto por criticar a los entrenadores y expresó su temor por su seguridad si la enviaban de regreso a su país. El asunto Timanovskaya es un reflejo del momento en Bielorrusia, un país gobernado desde 1994 por Alexander Lukashenko, quien admite abiertamente tener un “estilo autoritario“. Actualmente, la deportista se encuentra en Polonia, país que le otorgó una visa humanitaria.

Nacionalismo chino

Los expertos le dijeron a la BBC que, para una multitud ultranacionalista, acumular medallas olímpicas se ha convertido ahora en más que una prueba deportiva, una prueba de gloria nacionalista.

“Para estas personas, los tableros de medallas olímpicas son monitores en tiempo real del poder nacional y, por extensión, de la dignidad nacional. En este contexto, quien fracasa en una competencia contra extranjeros ha defraudado o incluso traicionado a la nación”.

Florian Schneider, director del Centro Asia Leiden en los Países Bajos

Un ejemplo es la disculpa entre lágrimas del equipo chino de tenis de mesa de dobles mixtos, formado por Xin Xu y Shiwen Liu, por ganar la medalla de plata.

Boicot a Israel

Otro de los gestos políticos de estos Juegos Olímpicos fue la retirada del judoka argelino Fethi Nourine después de que el sorteo determinara un posible encuentro futuro con Tohar Butbul, de Israel.

“Trabajamos duro para llegar a los Juegos Olímpicos pero la causa palestina es más grande que todo esto”.

Fethi Nourine

La “X” de Raven Saunders

Cuando recibió la medalla de plata y los otros medallistas posaron para las fotos en el podio, la lanzadora de peso estadounidense Raven Saunders levantó los brazos en forma de “X”.

Como explicó más tarde, este gesto representa “la intersección donde se encuentran todos los oprimidos“. ¿Qué significa la protesta del deportista estadounidense que cruzó los brazos tras recibir una medalla en Tokio 2020? La mujer afroamericana de 25 años, miembro de la comunidad LGBTI, ha hecho público que está luchando contra la depresión.

El regalo para Hugo Chávez

El 28 de julio, Julio Mayora entregó a Venezuela la primera de las cuatro medallas que ha ganado el país en estos Juegos Olímpicos, ganando plata en la halterofilia de 73 kilogramos. Ese mismo día fue el cumpleaños del fallecido presidente Hugo Chávez. Entre los llamamientos que recibió por su logro se encontraba el del actual presidente, Nicolás Maduro, a quien Mayora dijo:

“El regalo de esta medalla de plata es para el presidente Hugo Chávez”.

Los líderes de la lucha libre cubanos

Mijaín López agradeció a Fidel Castro por lo que ha hecho por el deporte cubano. Algo similar le sucedió a Luis Orta, quien ganó la primera medalla de oro de Cuba tras ganar la lucha grecorromana en la categoría de 60 kg masculino. Mientras se encontraba en la zona mixta, el deportista recibió una llamada del presidente cubano Miguel Díaz-Canel, quien lo felicitó en nombre del pueblo.

Poco después, otro cubano ganó otra medalla de oro en la lucha grecorromana, esta vez en la categoría masculina de 130 kg: Mijaín López. Al final, le pidieron a Mijaín que enviara un mensaje al pueblo cubano y él agradeció la fuerza que le dieron, yendo directamente a agradecer al “Comandante en Jefe“, en referencia al fallecido líder Fidel Castro, a quien incluso dijo que trajo el deporte a Cuba y que mencionó varias veces en sus primeras palabras.

Eldric Sella, primer latino en competir por el Equipo Olímpico de Refugiados

Sigo representando a mi país, a los que se han ido y a los que están“.

Eldric Sella, boxeador venezolano del Equipo Olímpico de Refugiados

El joven de 24 años, que compitió en el peso mediano masculino, dejó su ciudad natal de Caracas en 2018 y solicitó asilo en Trinidad y Tobago. Pero como señaló Sella: “No todas las historias inspiradoras provienen de la victoria“. Sella quedó noqueado en menos de dos minutos en su debut. Luego de su derrota, el periodista de la BBC Mundo se reunió con un representante de la delegación oficial venezolana quien dijo que lo estaban buscando.

Sin el apoyo del país: Carapaz

Cuando el ecuatoriano Richard Carapaz ganó la medalla de oro en ciclismo de ruta masculino, se convirtió en el segundo en la historia del país en lograr la medalla más alta.

Para mí, es especial. Lo aprecio porque al final fui un atleta que salió casi sin el apoyo del país“, dijo Carapaz a Okdiario poco después de que terminó la competencia. El país nunca ha creído en mí, es mío y de todos los que realmente me apoyaron en ese momento”.

El Comité Olímpico Ecuatoriano luego salió a detallar el apoyo que le había brindado a Carapaz, desde la logística hasta los pasajes de avión. Unos días después, Ecuador ganaría otra medalla de oro de Neisi Dajomes, esta vez en halterofilia, en la categoría femenina de 76 kg.

Pero, ¿qué hizo de esta edición de los Juegos Olímpicos tan controversiales? No sólo son los más caros de los tiempos, sino posiblemente los más tensos de toda la historia debido a varios factores: la presión por el coronavirus, las relaciones políticas en la zona, la recién recuperada nación de Japón y su utilitario gasto para organizar estos juegos.

Desfavorece mucho la manera de actuar del COI, pues endilga cualquier situación adversa que evite, retrase o desmejore los Juegos Olímpicos a los organizadores locales, dejando terribles deudas y un descontento social, financiero, fiscal y deportivo muy grande.

Usualmente, “nadie ha notado” este embargo a las finanzas de una nación tan comprometida con los Juegos Olímpicos, pues todo el desastre financiero y social que deja queda opacada por una atmósfera embriagante de nacionalismo y orgullo. Ya después se hace un balance de los beneficios tangibles por los millones gastados en hoteles, restaurantes, bares, economía local, etc, y, lo que es más importante, las entradas. Pero esta ocasión no es así. No hay visitantes, no hay orgullo, no hay nacionalismo y no hay entrada de dinero para el país anfitrión.

Algunas otras situaciones están en la mesa para pensar que el COI y sus allegados pretenden presionar a Japón a niveles financieros, sociales y de salud nunca antes vistos: los contagios van en aumento, los números nacionales no cuadran y hay un descontento generalizado como nunca antes visto.

Además de esto la muy extensa e insistente agenda impositiva de la comunidad LGBTQI+ que persuadió al Comité para incluir a tres atletas transgénero en estos JO. La polémica se entendió hasta las esferas de la Dirección del Comité Olímpico, donde Constantino Iglesias, presidente de la federación española, afirmó:

«Sinceramente, no me parece nada justo. Hay que aceptar las normas del COI, pero es un tema que no está resuelto y que debe estudiarse en el futuro».

Pese a la publicidad de aceptación que se la ha hecho a “los juegos de la inclusión“, el desacuerdo es colectivo y se grita entre la comunidad de deportistas olímpicos. Un ejemplo de ello es el comentario de la levantadora de pesas belga Anna Vanbellinghen, quien dijo, al saber de la participación de la atleta transgénero neozelandés Laurel Hubbard, “esto debe ser una broma de mal gusto“.

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