¿Qué hace a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 tan controversiales?

(LeMexico) – Estos Juegos Olímpicos no son sólo los más caros de los tiempos, sino posiblemente los más tensos de toda la historia. Varios son los factores en este caso: la presión por el coronavirus, las relaciones políticas en la zona, la recién recuperada nación de Japón y la muy extensa agenda impositiva de la comunidad LGBTQI+ que persuadió al Comité para incluir a tres atletas transgénero en estos JO.

Hasta ahora, la cifra de gastos para los Juegos Olímpicos oscila los 25 mil mdd, sorprendentemente, considerando que no hubo espectadores.

Esta polémica se entendió desde las esferas de la Dirección del Comité Olímpico, donde Constantino Iglesias, presidente de la federación española, afirmó:

«Sinceramente, no me parece nada justo. Hay que aceptar las normas del COI, pero es un tema que no está resuelto y que debe estudiarse en el futuro».

Pese a la publicidad de aceptación que se la ha hecho a “los juegos de la inclusión“, el desacuerdo es colectivo y se grita entre la comunidad de deportistas olímpicos. Un ejemplo de ello es el comentario de la levantadora de pesas belga Anna Vanbellinghen, quien dijo, al saber de la participación de la atleta transgénero neozelandés Laurel Hubbard, “esto debe ser una broma de mal gusto“.

Con todo, se realizaron los juegos, previstos desde hace 8 años, luego de haber presentado la candidatura oficial en 2011. Esta edición demostraría y promovería Japón 2.0, revitalizando al país que fue quebrado por desastres nucleares, naturales, económicos y geopolíticos. La situación en un futuro muy cercano se prevé peor para Japón, con su departamento del tesoro casi vacío por la nula venta de entradas y los mínimos ingresos por el turismo.

Al inicio, Japón anunció que los JO costarían alrededor de 7,000 mdd, para 2019, el auditor nacional japonés afirmó que los costos subieron el doble. En diciembre del año pasado, los organizadores revelaron que el gasto subió a los 15,400 mdd al considerar los costos de aplazamiento, pero las auditorías gubernamentales prevén que el costo total sea de más de 25,000 mdd. A pesar de que todos los Juegos Olímpicos incrementan sus costos significativamente, nada se ha visto igual a Tokio 2020, pues las medidas antiCOVID-19, las restricciones y los bajos ingresos continúan inflando el presupuesto y dando más pérdidas que ganancias al país.

Ahora bien, desfavorece mucho la manera de actuar del COI, pues endilga cualquier situación adversa que evite, retrase o desmejore los Juegos Olímpicos a los organizadores locales, dejando terribles deudas y un descontento social, financiero, fiscal y deportivo muy grande.

Usualmente, “nadie ha notado” este embargo a las finanzas de una nación tan comprometida con los JO, pues todo el desastre financiero y social que deja queda opacada por una atmósfera embriagante de nacionalismo y orgullo. Ya después se hace un balance de los beneficios tangibles por los millones gastados en hoteles, restaurantes, bares, economía local, etc, y, lo que es más importante, las entradas. Pero esta ocasión no es así. No hay visitantes, no hay orgullo, no hay nacionalismo y no hay entrada de dinero para el país anfitrión.

Uno de los costos más sobresalientes y preocupantes de esta situación es el costo a la reputación, pues, aunque Japón emitió mucho esfuerzo por conservar todas las medidas preventivas, poco se está haciendo para resaltarlo desde el COI. Todo lo contrario, han manifestado distinguir estos Juegos Olímpicos cancelándolos para evitar interacciones y más perdidas, sin tomar en cuenta la reputación y costos de Japón.

Incluso, la marca Toyota, uno de los patrocinadores globales más importantes de los Juegos Olímpicos, decidió no intervenir, cancelando su publicidad y no asistiendo a la ceremonia de apertura. Esto puede traer efectos devastadores si las aproximadamente 60 empresas japones y otras internacionales decidieran retirar su apoyo.

Algunas otras situaciones están en la mesa para pensar que el COI y sus allegados pretenden presionar a Japón a niveles financieros, sociales y de salud nunca antes vistos: los contagios van en aumento, los números nacionales no cuadran y hay un descontento generalizado como nunca antes visto.

El COI se ha visto como un dictador más que como un apoyo, con las pocas garantías que ofrecen a los atletas y el poco respaldo que ha brindado hacia Japón, le puede resultar en un futuro no muy lejano un legado muy complejo.

«Las federaciones deportivas internacionales seguramente tendrán que repensar si es prudente depender tanto de la redistribución de los ingresos generados por un evento cada cuatro años y controlado por una entidad dominante y altamente política: el COI».

Además, los juegos de Brisbane en 2032 presentan ya una notable confusión “debido al impacto del cambio climático en la capacidad o voluntad de un país para albergar un evento que es responsable de grandes cantidades de emisiones de carbono a través de los viajes aéreos, el uso de energía y la construcción“.

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