De negocios, clasismo y racionalidad

(LeMexico) – El problema no es que entre capital extranjero, el problema es o sería que no dejen una parte de esa riqueza para que los ciudadanos del país donde desarrollan sus negocios y del cual son beneficiados también, puedan disfrutar de ella y generar más con eso y quien en algún momento así lo desee, con su trabajo pueda independizarse y creer también una nueva empresa nacional.

 
El problema es no saber (o no querer) controlar el monopolio y el oligopolio, no saber administrar los recursos naturales cuidando de nuestro medio ambiente. El problema es entregarle todo a uno solo. El problema es que no hemos sabido impulsar el desarrollo de muchas personas que viven con altos niveles de ignorancia, no sólo técnica y profesional, sino que inclusive humana, y que bien pudieran ser agentes de cambio, seres humanos productivos y plenos.


Es glorioso que una nación sea rica, productiva y que tenga bienestar. Negativo es que no hemos logrado crear las condiciones o los sistemas para que los ciudadanos podamos generar más riqueza y bienestar para los que aún no tienen o para los que tienen muy poco. Así como también es negativo que exista riqueza mal habida.


Es grato que entre países podamos intercambiar bienes y servicios, bienes de consumo, bienes de transformación, maquinaria, servicios trascendentes. Es glorioso porque ese intercambio, la mayoría de las veces, implica, de manera implícita, cierto intercambio cultural, fortalecimiento de los lazos humanos e interculturales y procesos diplomáticos que terminan en actitudes empáticas y amistades internacionales fortuitas.


Lo interesante sería voltear a ver a la gente, ya que no es necesaria una revolución armada. Lo interesante sería volvernos menos mezquinos y empezar a involucrar a esas personas que se encuentran sumergidas en los estratos más bajos por temas de clasismo, por temas de autoestima, por temas de miedo y, por qué no decirlo, hasta por lo difícil que se vuelve para todos, pero más para ellos, ascender al menos un poco en la escala social.


Sin embargo, entiendo que el tema del clasismo en México es un tema difícil de erradicar, no tanto porque sea difícil como tal, sino porque que mucha gente no quiere erradicarlo, lo trae muy arraigado. Es como una necesidad por demostrar que se es superior, que se pertenece a un estrato superior, que se es otra cosa. Lo tenemos desde la conquista: Los conquistadores llegaron imponiendo un nivel de superioridad desde el principio, estableciendo clases, poniendo hasta abajo de la pirámide a los indígenas, despreciándolos; en el medio los criollos y hasta arriba, ellos.


El complejo, entonces, parece venir desde la época de la conquista. Al principio los antiguos habitantes de estas tierras creían que los conquistadores que llegaban eran Quetzalcóatl, su deidad. Posteriormente, cuando descubrieron el saqueo y comenzaron las batallas y finalmente lograron oprimir a los indígenas y evangelizarlos a través de encomiendas, los conquistadores siempre insistieron en estratificar y marcar su nivel de superioridad, pero también los criollos marcaban su nivel en la jerarquía. A pesar de los siglos que han pasado tras el episodio de la conquista, pareciera que permanece incesante en el mexicano, en alguna parte de nuestro cerebro, el deseo de demostrar que se es superior, que no se es de la servidumbre, siendo incluso capaz de humillar cuando se siente amenazada la “superioridad”, como si alguna tarea o actividad, la vivienda, o la zona en que se vive fueran por si mismas negativas, indicaran inferioridad o falta de honradez o calidad humana

La mayoría de las veces es sólo el ciudadano maduro el que no siente amenazado su estatus, pues ha comprendido que su valor no depende de tenencias materiales ni de un nivel en la jerarquía, mucho menos de una forma de interactuar con alguien en un rango jerárquico o económico por debajo del propio pero que, bien, en su carácter de igual, puede alcanzar con un poco de dedicación o en nuestro corrompido sistema, con mucha. En menos palabras, se ha percatado que no hay algo que pueda hacerle, en esencia humana, superior.


Una gran parte de la clase dominante actual, dada la comodidad acendrada que han logrado instaurar (lo cual no está mal si es bien habida pero hay que entender que justamente el poder y los beneficios otorgan mayor responsabilidad social), y parte de la clase media, sobre todo la mas evangelizada en un aspiracionismo irracional, y digo irracional porque considero que como tal aspirar a más no esta mal, pero hay que ver a qué se aspira y cómo se piensa llegar a lo que se aspira, no parece tener el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de hacer política internacional.


Considero que México puede dar mucho mas, exageradamente mucho mas; pero antes, tenemos que estar unidos, todos, creer en nosotros y disminuir esa brecha de desigualdad, que no es sólo económica sino también humana y hasta espiritual.

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