Día Mundial del árbol, nuevamente mucho por hacer, nada que festejar
(LeMexico) – Cuando el daño ya está hecho y fuera de control, pasan a denominarse “especies invasoras” los árboles que como en el programa Sembrando vida promueven una destrucción de los ecosistemas.
Incendiar bosques enteros para usar las tierras para los monocultivos, la ganadería extensiva, la urbanización desmedida o la búsqueda de minerales y petróleo sigue siendo un pésimo negocio para el planeta y todos sus seres. Cada árbol que cae necesita muchos años para reponerse y el daño no se arregla plantando “arbolitos alegóricos”, sino cambiando nuestra destructiva forma de consumir. Así es como la colega Sandra MG, para El Periódico Verde, habla del día mundial del árbol y me permito citarla al dar un discurso muy acertado respecto a lo que hoy “celebramos”.
Desde 1840, el 28 de junio se marcó como fecha para conmemorar el día mundial del árbol, festejo que se inició en Suecia y posteriormente se expandió en todo el mundo. Los árboles son los representantes más notorios del mundo vegetal. De ellos obtenemos savia, madera, frutos. Algunos de ellos, después de 10 a 13 años de su plantación, son talados para producir papel. Y no solo eso, a su vez sirven de albergue para micro organismos que viven en su interior y corteza. Son el hogar de animales como pájaros, ardillas entre otros roedores y, gracias a ellos, los suelos a su alrededor se preservan gracias a la humedad que dan al hacer un filtro natural del agua, además de ayudarnos a reducir grandes cantidades de dióxido de carbono.
La triste realidad, es que el “progreso” no mide sus consecuencias y, con tal de tener más espacios habitables para el urbanismo desmedido, campos de cultivo o para la ganadería, año tras año perdemos miles de hectáreas alrededor del mundo, sin importarnos que los árboles ayudan a generar un equilibrio climático. Es por ello que, en las últimas décadas, los huracanes, ciclones e inundaciones han venido con fuerza mayor, causando desastres de mayor intensidad, a lo cual, nuestra respuesta hipócrita es exigir a las autoridades y entidades de poder económico, apoyos, ayuda y que nos socorran de algo que nosotros mismos causamos. Es el bucle infinito de destrucción humana.
Hay campañas gubernamentales y acciones ciudadanas para reforestar y ayudar un poco a subsanar todo el daño que hemos causado. Sin embargo, no hay que dejarnos caer en la fiebre de la plantación insertando en ecosistemas especies invasoras.
A gran escala, estas son las que se plantan por lo general, debido a la demanda actual de productos alimenticios y de consumo humano, como es la palma, mangos y aguacate por mencionar algunos. Son frutos y productos que se ponen de moda. Por lo tanto, los agricultores deforestan sus campos y otros de los que se apropian, con tal de tener más espacio para plantar árboles que den estos frutos, se justifica la acción poniéndole el mote tan solo a los árboles de especies invasoras, pero, esos árboles no llegan ahí por sí solos, hay responsables de esta violación a los ecosistemas.
Lo mismo sucede con el programa insignia en materia ambiental del presidente Andrés Manuel López Obrador, el cual es causal de la tala de más de 79 hectáreas en el país, los mismos dueños de los terrenos quitan árboles milenarios de sus terrenos para plantar los arboles invasores que en el programa se estipula deben ser plantados. Al no haber un control en forma del programa, los arboles insertados en un ecosistema que no es el suyo, dejan de ser sustentables a los 2 o 5 años, pues los dueños de los ejidos los vuelven a tirar con tal de recibir el apoyo nuevamente.
Nuestra república se compone en un 70% de arbolada, equivalente a 64,8 millones de árboles aproximadamente, los cuales están siendo suficientes para los millones de personas que habitamos. Ahora, imaginen sí seguimos trayendo cada día más y más humanos, pensando que hay recursos ilimitados.
Pero no todo está perdido, la tendencia actual del cuidado del medio ambiente promueve la creación de huertos, jardines urbanos y jardineras verticales. A medida de lo posible, se puede colocar un arbusto originario de la zona. En la ciudad tenemos espacios como: la central de abasto, viveros de Cuemanco, mercado de las flores de Xochimilco, Jamaica y, aledaño a la ciudad y de preferencia en temporada navideña, los árboles de navidad en Amecameca, en donde podemos ir a surtirnos de plantas y principalmente árboles para tener en casa.
La Comisión Nacional Forestal cuenta con un listado de especies originarias dependiendo de la zona en donde vivas para que plantes la especie correcta. Además, proporciona consejos para que tu árbol crezca sano y fuerte, y quizás sea el que brinde sombra a tus hijos o nietos: afloja la tierra en donde decidas colocarlo, haz un agujero de 20 centímetros de ancho y 30 de profundidad, la tierra que de allí saques divídela (la primera es más fértil que la que está en la profundidad). Una vez colocado tu árbol dentro del agujero, al centro de este, procurando no tocar su raíz, pon la tierra más fértil, es decir, la primera que sacaste, posteriormente la segunda que es menos fértil, es decir, la que estaba al fondo, hasta este por completo tapada la raíz y el tallo. Con tus manos, apelmaza un poco la tierra para darle firmeza, que no quede muy apretada ni muy suelta.
Por último, en un diámetro de un metro del árbol. Haz un canal pequeño para favorecer la captación de la humedad y que esta vaya a tu arbolito. Es recomendable que hagas reforestación en tiempos de lluvia, esto les dará agua natural a los retoños. De cualquier forma, cuando hayas terminado de plantar tu árbol, no olvides ponerle un poco de agua e invita a los niños de casa a realizar esta actividad, para crear una conciencia de cuidado de la naturaleza.