El concepto de familia ha incluido a integrantes con una relación más allá del parentesco

(LeMexico) – En relación al Día Internacional de las Familias, celebrado desde 1993 cada 15 de mayo, con el fin de “crear conciencia sobre el papel fundamental de las familias en la educación de los hijos”- de acuerdo con la ONU-. La académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Norma Cruz Maldonado, afirma que este concepto ha evolucionado, haciéndose más complejo e, incluso, se ha medido de distinta manera en el último censo poblacional.

El concepto de familia, concebido históricamente como la célula básica de la sociedad, y también como el grupo de personas que cohabitan una vivienda y comparten lazos de parentesco, se ha ido complejizando debido a la tendencia creciente de grupos que sin tener ese vínculo, comparten ese espacio. Por ello, la académica aclara que las familias actuales en México ya no se conforman necesariamente “por quienes tienen una relación de parentesco, sino por quienes comparten lazos afectivos y las corresponsabilidades al interior del hogar”.

De igual modo, señala que para los mexicanos la familia sigue siendo considerada como la primera red de apoyo cuando alguno de sus integrantes tiene problemas, pero en nuestro país -que se había caracterizado por tener fundamentalmente familias llamadas de tipo “nuclear”, que comprende a padre, madre e hijos-, debido a diversos cambios demográficos y sociales que se han suscitado durante las últimas décadas, la dinámica y la estructura de los hogares se han modificado.

Dichos cambios comprenden la caída de los niveles de fecundidad, la disminución de la mortalidad infantil, el incremento de la esperanza de vida y del envejecimiento de la población, así como la inserción de la mujer en el mercado laboral y el aumento en el nivel de escolaridad de la población. Y para observar estas modificaciones, el Censo de Población y Vivienda 2020 empleó el concepto de “hogar censal”, definido como la unidad formada por una o más personas vinculadas o no por lazos de parentesco, que residen habitualmente en la misma vivienda particular.

Los resultados de este censo arrojaron que en la última década hubo 35 millones 219 mil 141 hogares censales y, de ellos, 87 de cada 100 son familiares, mientras que el resto está estructurado de otras formas. Asimismo, el 71% de estos hogares son nucleares (aunque en este rubro también se incluyeron a los conformados por madres y padres solteros con hijos, y a las parejas sin hijos); en tanto que un 28% son ampliados (es decir, que residen otros parientes como tíos o abuelos), y uno por ciento es compuesto (constituido por un grupo nuclear o ampliado y al menos una persona sin parentesco).

Por otra parte, el conteo también determinó que de cada 100 hogares no familiares, 95 son unipersonales (integrados por una sola persona) y cinco son corresidentes (con dos o más miembros sin relación de parentesco con la jefa o jefe de la casa), como los “roomies” universitarios y los adultos mayores que habitan en instituciones de asistencia. Así también, las cifras de la última década resaltaron que de cada 100 hogares, 33 tienen a mujeres como jefas de vivienda, esto representa a más de 11 millones hogares.

Otro aspecto que reafirma el Censo 2020 es que cada vez menos hombres y mujeres deciden casarse, ya sea de manera religiosa o civil. “La tendencia es juntarnos o cohabitar”, detalla la especialista.

Pero también, se confirma que las familias han disminuido el número de sus integrantes, pues en promedio, cada una tiene dos hijos. Este indicador se relaciona con la escolaridad, el mayor acceso de las mujeres a espacios laborales y educativos, el retraso de la nupcialidad y la maternidad, así como con la situación económica, social y hasta ambiental.

Finalmente, Cruz Maldonado argumenta que, ahora, en muchas entidades, las parejas homosexuales “ya se pueden casar, adquirir derechos y obligaciones, e incluso adoptar hijos” y considera que a futuro, habrá mayor diversificación y aceptación de este sector. Pero además, advierte que con el incremento de la esperanza de vida habrá menos integrantes de la familia para cuidar a un enfermo, por lo que se deben adoptar políticas públicas que atiendan el gradual envejecimiento de la población.

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