El panorama de la niñez mexicana en tiempos del COVID-19

(LeMexico) – Ayer, 30 de abril, se celebró en nuestro país, por segunda vez consecutiva, un Día del Niño atípico, pues a causa de la pandemia por COVID-19 no se pueden realizar las acostumbradas kermeses en las escuelas. Esto, pues en muchas partes del país continúan cerradas, en tanto que centros comerciales, parques de diversiones y otros establecimientos que se abarrotaban en años anteriores con las visitas de los menores, ahora no pueden superar el aforo permitido por las autoridades, para evitar contagios.

Sin embargo, estas no son las únicas afectaciones que han tenido las niñas y los niños mexicanos a raíz de la pandemia, pues también la crisis sanitaria ha permeado a este sector de la población, que ya era vulnerable antes de la misma, en diversos aspectos, entre ellos, la educación, la salud y la economía de su familia. Por ello, aquí te contamos sobre estas afectaciones:

La deserción escolar

De acuerdo con cifras oficiales del ciclo escolar pasado, más de 3 millones de niñas, niños y adolescentes de educación básica no se inscribieron al mismo. Esto implica una grave disminución en la matrícula escolar, pero también genera la duda sobre si estos menores dejaron sus estudios para ingresar al mercado laboral.

Por otra parte, según la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020, entre las razones más importantes por las que estos infantes no continuaron con su educación, fueron que las clases a distancia les parecían poco eficaces, porque sus padres perdieron su empleo, o porque no tenían herramientas tecnológicas para acceder a las clases.

Asimismo, la encuesta dio a conocer que la la estrategia de clases a través de la televisión Aprende en Casa” fue poco utilizada. Pero también se supo que al menos 800 mil estudiantes de educación básica no han logrado tener comunicación con sus profesores y otro 30% disminuyó las horas dedicadas al estudio. Por lo que se considera que habrá un retraso escolar que será notorio al volver a las aulas.

El aumento del trabajo infantil

En nuestro país, donde residen 31.8 millones de niñas y niños de 0 a 14 años, hay más de 801 mil de ellos, con edades de entre 12 y 14 años, que laboran. De estos últimos, los varones ocupan un 62.1%, en relación a un 37.9% de las niñas. Esto de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020.

Sin embargo, esta población de menores insertados en el mercado laboral, posiblemente incrementó este año derivado de las situaciones antes descritas en la deserción escolar, además del golpe de la crisis sanitaria en la economía y en la salud de muchas familias mexicanas.

Pese a ello, el trabajo infantil venía en aumento desde antes de la pandemia, pues en 2019 se tenían registrados 3.3 millones de menores en esa condición, lo que representa una tasa de 11.5% de la población de 5 a 17 años, según el INEGI. De igual modo, las entidades con las tasas de trabajo infantil más altas son Oaxaca con 21.5%, Puebla y Chiapas con 18.3%, cada uno.

Lo lamentable es que este año fue declarado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como el año de la erradicación de la labor infantil. No obstante, parece que México no podrá trabajar en alcanzar este objetivo.

Menores fallecidos a causa del COVID-19

A inicios de esta semana, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell informó que de las más de 200 mil personas fallecidas por COVID-19 registradas en el país, cerca de 600 eran menores de edad, y calificó esta proporción como una afección limitada.

De esta cantidad, según datos de la Secretaría de Salud, un 29.8% eran niñas y niños que no alcanzaron el primer año de vida, seguidos de los menores que tenían un año, con 83 decesos. De ahí, los fallecimientos saltaron a los adolescentes de entre 15 a 17 años.

Especialistas señalan que las razones de estos decesos entre los menores que apenas tenían unos meses de vida, se debe a que no habían desarrollado completamente su sistema inmunológico y porque tenían padecimientos de nacimiento que no se lograron detectar a tiempo, o no había las condiciones para poder tratarlos.

En tanto que con los adolescentes, apuntaron que estos tenían mayor movilidad y por ello se contagiaron, además de que una parte de ellos tenía alguna comorbilidad como inmunosupresión, obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular, enfermedad renal y asma.

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