¿Qué pasa con el lenguaje incluyente?

(LeMexico) – Durante los últimos años hemos visto cómo los movimientos feministas han retomado gran fuerza en el panorama mundial. Con esta nueva ola del feminismo surgió la inquietud de modificar el lenguaje en aras de visibilizar a las mujeres, nuestros logros, nuestros deseos, nuestras ideas, en fin, nuestra existencia. Y esto me lleva a pensar en la importancia del lenguaje, no solamente para las mujeres, sino para todos los grupos de personas que por siglos se han considerado “vulnerables

El lenguaje es importante, pues ha sido durante toda la historia de la humanidad una de las principales herramientas del ejercicio del poder, el uso del lenguaje utilizado y dirigido hacia las masas con la intención de imponer ideología, instaurar gobiernos, aniquilar pueblos, generar revoluciones no es algo nuevo ni ajeno a nosotros.

En el libro Historia y Crítica de la Opinión Pública de Jurgen Habermass, podemos ahondar más en el desarrollo del lenguaje y la comunicación como medios de dominación y como elementos para la falta de reconocimiento hacia diferentes grupos de personas considerados vulnerables, inferiores o inútiles para el ejercicio del poder. El lenguaje está en íntima relación con el desarrollo de nuestra sociedad y por tanto no es insólito pensar que este sea un estandarte para las luchas sociales. 

Este tema es por demás polémico, sobre todo entre los hispanohablantes, que es donde el asunto del lenguaje incluyente se ha desarrollado con mayor fuerza y resistencia. Los colectivos feministas hablan de la necesidad de modificar o resignificar el idioma con la intención de hacer visibles a las mujeres y a todas las personas, argumentando que este idioma se desarrolla bajo un contexto y formas de dominación patriarcal, perpetuando así la violencia contra estos grupos de personas invisibilizando su existencia, sus demandas y sus necesidades.

Otros dicen que el idioma, al no tener género, no necesita ser modificado, pues ya existen palabras para denominar a todas las personas de una comunidad, sociedad, el mundo entero y que las demandas de estos colectivos son absurdas e infundadas. 

Las demandas tanto de los colectivos feministas como de todos los grupos de personas que encuentran vulnerada su existencia con respecto al lenguaje son válidas, todas las personas merecen y deben ser reconocidas por el entorno social en el que se desenvuelven. Esto es, gobierno, instituciones, individuos, como bien lo dice su nombre incluir a todas las personas.

Sin embargo, resignificar un idioma que comparten millones de personas, tan vasto, antiguo y sin una reforma educativa y de pensamiento que acompañe esta resignificación en una labor titánica y muy difícil de lograr.

En el caso de los movimientos feministas ya ha sido muy difícil posicionar las demandas en la agenda política y educar a la sociedad con relación a las mismas. Aún más difícil es intentar modificar el idioma y enseñarlo a todas estas personas sin el cambio de paradigma que se necesita para poder lograrlo, sin mencionar, a los detentadores del poder que impiden que este cambio se lleve a cabo, pues aún no encuentran el elemento de dominación necesario para permanecer en una posición de poder por medio de estas reformas.

Así nos encontramos por todos lados con un bombardeo que ridiculiza y hace mofa de esta demanda en especial y nos muestra sólo una parte de todo lo que hay en torno a ella, convirtiéndolo en algo absurdo y minimizando su importancia ante la opinión pública, regresando a la invisibilización y no sólo eso, hacia la ridiculización.

El INMUJERES ha reeditado y difundido de manera gratuita el “Manual de Comunicación No Sexista: hacia un lenguaje incluyente”, el cual nos ayuda a entender que sí existe una manera efectiva y asertiva de comunicarse con las masas sin ser excluyentes y utilizando el lenguaje de una manera adecuada, sin la necesidad de caer en lo absurdo y considerando dentro del discurso a todas las personas que constituyen una sociedad. Aunque existen miles de títulos que hablan al respecto, este texto me parece ser, además de accesible, muy amigable para cualquier lector y nos lleva a con mucha facilidad a entender que el lenguaje incluyente es real, es posible y está a nuestro alcance en todas sus formas. 

Al leer este manual me vino a la mente una frase que en México utilizamos mucho “…aunque te cueste más trabajo”. Esto coincidió justamente con un mensaje que en ese momento estaba viendo en redes sociales por parte del Rector de una Universidad, en el que se refería al estudiantado como hombres, a pesar de que la comunidad estudiantil no está compuesta exclusivamente por ellos. Y fue ahí donde comprendí que, exactamente, había otra manera de dirigirse a la comunidad de forma más efectiva e incluyente utilizando otras palabras, o bien empleando los femeninos de las mismas “aunque le costara más trabajo”. 

Cuando hablamos de este tema, es necesario tener en mente que todas las personas merecen reconocimiento. Ese es el centro de este debate sobre el lenguaje incluyente, las palabras son solamente el medio por el cual se lleva a cabo este ejercicio de discriminación y negación, entender que ese medio puede ser resignificado, modificado y no de manera radical, sino por medio de la búsqueda de palabras incluyentes y empáticas con esta necesidad de reconocimiento de los diferentes grupos de personas es lo que nos permitirá llegar a este cambio de paradigma en el que todas las personas tengan un lugar y un valor en todos los aspectos de la vida, partiendo precisamente desde la palabra. 

Para muchas personas, puede que este tema sea absurdo y ni siquiera requiera de debate, para muchas otras personas será algo completamente irrelevante y creerán que no afecta de ninguna manera su vida, pero como dice el dicho “cada uno habla de cómo le va en la feria”.

Entender que hay miles de personas que no se sienten representadas ni reconocidas por algo tan simple y natural como las palabras que usamos. Empatizar con su situación, con el problema que representa para comunidades enteras la ignorancia de sus necesidades y sus demandas es el primer paso que necesitamos tomar para llegar a esta resignificación y representación de todas las personas, grupos e intereses con los que interactuamos día a día. En el caso específico de los movimientos feministas, es un paso necesario para terminar con la violencia que sufrimos las mujeres tan naturalizada e internalizada hasta un punto en el que el lenguaje también la ejerce.  

Este artículo solamente tiene la intención de poner el tema sobre la mesa, fijar la atención sobre la importancia que tienen las palabras en diferentes aspectos de la vida política, social y personal de un país, incluso toda una región e invitar a la reflexión sobre lo que podemos hacer para lograr mayor equidad desde nuestra trinchera.

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