Urge un libro llamado: Quiúbole con los orgasmos femeninos

(LeMexico) – Cuando hablamos de orgasmo, estamos hablando de un reflejo neural, que es producido por el estímulo durante la fase de excitación. Es decir, porque tenemos un disfrute pleno, podemos emocionarnos en el camino y donde queramos.

Si el sexo es un tema poco discutido, entonces el orgasmo es aún más desconocido y aterrador o tabú. Quizás porque es la cima de la felicidad, el orgasmo siempre ha sido la base de nuestra experiencia sexual, pero, a su vez, la más silenciada y poco abordada.

Es una cuestión de segundos, riquísimo, metafóricamente hablando, es el poder darle la libertad a mi cuerpo”, así se expresa Linda Núñez, Socióloga Feminista, al externar lo que su cuerpo siente cuando llega al momento cúspide del placer, el orgasmo.

El orgasmo deriva de “una reacción del cuerpo frente a estímulos eróticos placenteros. Es una sensación breve pero intensa que pone en movimiento todo tu cuerpo, tus sentidos, tus ideas, pero también tu reacción fisiológica. Es una concentración máxima y una posterior descarga de energía que ayuda a nuestros cuerpos no solo a sentir placer, sino a recobrar un cierto equilibrio energético que es necesario para el bienestar”.

Para los hombres, el placer del orgasmo está relacionado con la liberación de espermatozoides. Es decir: este placer premia la posibilidad de reproducción final. De hecho, a medida que se liberan más espermatozoides, las personas sentirán más placer. La información genética masculina solo se puede transmitir de esta manera. Pero es diferente para las mujeres.

El intenso placer que obtiene una mujer estimulando la zona de la libido no tiene nada que ver con el embarazo. La penetración no es la forma más fácil de alcanzar el orgasmo ni se limita a los fenómenos genitales. Su percepción es subjetiva y varía de fémina a fémina.

Los orgasmos femeninos son cambiantes. Es un pico transitorio de placer intenso. En la mayoría de los casos, el estado de conciencia cambia y se acompaña de contracciones rítmicas de los músculos estriados de la pelvis, incluyendo contracciones uterinas, anales y miotónicas (relajación muscular lenta después de la estimulación eléctrica) y contracciones involuntarias. Estos resuelven parte o todo el bloqueo vascular en la fase de despertar que provoca felicidad y satisfacción.

Las creencias culturales, especialmente las religiosas, son de gran importancia, incluso superan el nivel de educación. Como todos sabemos, la religión ha condenado históricamente el sexo no reproductivo, especialmente la masturbación.

Siguiendo la “Teoría del cuerpo en el amor” de Michel Onfray (2002), el discurso cristiano se basa en un modelo centrado en el fálico, el odio a las mujeres nace del miedo a las mujeres y el odio a la alegría nace del miedo al placer.

«Existe una notable deconstrucción de lo que significa y el cómo se vive realmente el placer femenino. Muchos son los ejemplos de esta manipulación impuestos de forma directa o indirecta: las creencias limitantes, los desafíos de género, la ausencia de una educación que incorpore con naturalidad el cómo las mujeres se excitan, el tiempo necesario para la excitación y los tipos de estimulación.

Por supuesto, aunque el orgasmo puede no siempre ser esencial para la satisfacción sexual y no llegar durante coito -no se trata de una anormalidad- es importante difundir que la creencia más importante es que las mujeres son responsables de su placer, de sus orgasmos y a cargo de su bienestar sexual».

No suficiente, muchas han de fingir un orgasmo, ya sea que se preocupen por los sentimientos de su pareja, para evitar emociones negativas provocadas por experiencias sexuales, evitar sentir inseguridad o afrontar situaciones anormales, intentar aumentar su excitación fingiendo tener un orgasmo o para poner fin al comportamiento sexual, que nada placentero ha resultado.

El hecho innegable es que la existencia del orgasmo femenino es muy fuerte y en muchas ocasiones nada tiene que ver con la reproducción. De esta forma, podemos dejarnos explorar, divertirnos y conocernos de la manera más cómoda, sin tener miedo de probar nuestros cuerpos a través de la masturbación o con la pareja de elección.

Porque cuando jugamos estamos más happy y estando más feliz una se siente mejor.

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