Ciudad Justa

(LeMexico) – Por décadas se ha hablado del derecho a la ciudad o al disfrute de la ciudad. Esto es, que la ciudadanía gane el acceso, muchas veces negado, a las oportunidades de empleo, culturales y de interacción social que se concentran en las ciudades.

Para urbes donde existen grandes desigualdades, como la capital del país, llegar a ser una ciudad de derechos para todas las personas implica políticas concretas y mecanismos garantes efectivos. La legislación no es suficiente. Es por eso que ahora se promueve la agenda de la ciudad justa, es decir, una ciudad que reconoce que, en su propio diseño, estructura y funcionamiento, existen obstáculos para que mujeres, personas de bajos ingresos, adultos mayores y otros sectores hagan realidad los derechos establecidos en las leyes e incluso para hacer uso de la propia infraestructura urbana que ya existe.

Un enfoque que se utiliza para explicar esta idea es el de “Capacidades”, originalmente elaborado por el Premio Nobel de Economía: Amartya Sen. En el entorno de una urbe, se traduce en que las personas enfrentamos un contexto y una situación personal en la que alcanzamos niveles y calidades distintas de servicios, que al final se reflejan en capacidades efectivas distintas de tener movilidad, seguridad, vivienda digna, espacios públicos adecuados y oportunidades laborales. Se trata de evaluar lo que una persona efectivamente puede alcanzar o hacer o tener desde el punto de vista del bienestar, la libertad y la justicia.

La académica británica Ingrid Robeyns, en el compendio de lo que se ha desarrollado en el enfoque de capacidades, hace referencia al tema de movilidad, en particular de la bicicleta. Explica cómo en la teoría de Sen existen factores que determinan la posibilidad de que una persona pueda alcanzar mayor o menor bienestar.

Una bicicleta permite una movilidad más libre y rápida, pero existen varios factores sociales e infraestructura que determinan cuánto de esto puede alcanzar una persona cuando la utiliza. La bicicleta es una gran opción, si la persona vive cerca de su lugar de trabajo o si existen condiciones de infraestructura que le permitan trasladarse por este medio, si no, se dificulta su uso.

Tal es el caso de las mujeres (por prejuicios o vestimenta), es decir, si no existe un escenario idóneo, se limita su uso para ciertas clases sociales u oficios. Lo anterior también requiere del diseño e implementación de políticas públicas adecuadas para limitar y regular a los vehículos con mayor poder en las vías, como el transporte de carga, el auto y las motos. Es decir, tenemos que construir factores sociales que hagan posible que efectivamente todos podamos ganar movilidad y libertad con la bici.

El bienestar y la libertad que ofrece la bici también depende de factores relacionados con el medio ambiente, en este caso con la infraestructura, de que existan ciclovías, buena pavimentación, bici estacionamientos y sistemas de préstamos de bicis públicas. Si todo esto existe, entonces la mayor parte de las personas en condiciones físicas de hacerlo, podrán ganar en movilidad y en libertad por medio de la bicicleta. Si no se cambian dichos factores, entonces solamente un número limitado de personas, que parte de una posición de privilegio, en este caso determinada por su situación social y por el lugar en donde viven en la ciudad, podrán obtener estas ganancias en bienestar.

Este es solo un ejemplo de cómo una ciudad justa debe implementar mecanismos y políticas tendientes a disminuir las desigualdades y mejorar continuamente la calidad de vida de sus habitantes, con un enfoque integral: mejores empleos, acceso a la educación, a la movilidad, ejercicio pleno y efectivo de los derechos sociales, políticos, económicos y culturales. Esa debe de ser la guía de una política de izquierda para las grandes urbes.

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