El paquete de Biden y su proyecto de política económica
(LeMexico) – Las discusiones económicas suelen ser crípticas, a propósito, para mantenerlas fuera de las arenas públicas. Eso ha cambiado a raíz de que las conversaciones se han mudado a las charlas digitales, o Podcast.
El NYT tiene ya varios, uno que pretende discutir asuntos de política pública, The Argument, que en su número más reciente discute el plan de rescate económico de Biden. Conversan con Jared Bernstein, consejero económico del presidente. Bernstein desarrolla dos argumentos principales de manera sencilla.
La administración de Biden pretende incrementar el gasto y el déficit público para alcanzar pleno empleo, sin esperar una reacción de la Reserva Federal. Es decir, que no suban las tasas de interés, ya que no existen riesgos inflacionarios. Eso independientemente de que el incremento del gasto también se financie, parcialmente, por el incremento de los impuestos a las personas de mayores ingresos y otros tributos que graven daños al medio ambiente. Sin embargo, según el asesor de Biden, eso no es suficiente, ya que para poder distribuir la riqueza generada por ese impulso a la economía, se requiere de incrementos al salario mínimo, transferencias a las población y políticas que faciliten el acceso a los seguros médicos y a la educación universitaria.
Es decir, el problema de la política de estímulo de Trump fue que no distribuía los beneficios y generaba estímulos fiscales innecesarios, que no se traducían en mayor inversión por parte de las empresas. En esa misma línea de pensamiento, Paul Krugman le pide a Biden que no dude del poder del gobierno para ayudar, que no se obsesione con la deuda, no se preocupe por la inflación y gobierne sin acuerdos con los republicanos, ya que ese fue el error de la estrategia económica de Obama.
Argumenta que la lección a aprender de esa ocasión es que es mejor asumir los costos de hacer mucho, que los de no hacer lo suficiente para reactivar la economía, especialmente cuando la tasa de los bonos gubernamentales es menor a uno por ciento, mucho menos de lo que va crecer el producto.
Las dudas vienen de otros frentes que consideran que un estímulo muy grande, de 9 puntos del PIB, el doble del de Obama después de la crisis de 2008, es innecesario, puede contraer la inversión privada y sobrecalentar la economía, y entonces sí generar inflación.
El semanario The Economist, simpatizante del estimulo más moderado, cita a Larry Summer, el secretario del Tesoro de Clinton, para defender la idea de que un estímulo fuerte no es necesario, pero sí riesgoso para la estabilidad de precios, ya que el problema de la caída económica es básicamente un efecto de la restricciones que impone la pandemia del COVID. Por ello, en la medida de que la población se vacune, la recuperación será natural y rápida en varios sectores, por lo que los efectos multiplicadores del gasto en este contexto son limitados. Además, durante la pandemia, la gente ha incrementado su ahorro, por lo que una vez que termine la misma, eso recursos se traducirán en gasto, que sumado al estimulo público puede sobre calentar la economía.
Se dice que el mecanismo de enviar cheques a la mayoría de las familias puede ocasionar que se apoye a muchos que no lo requieren, algunos que de hecho no han tenido que guardar dinero porque cancelaron gastos. En realidad también es un tema político, los republicanos no quieren ver a los demócratas repartiendo dinero. En los próximos días se definirá el tamaño del paquete de estímulos, pero seguirá la discusión de cuánto, es demasiado en el inédito contexto de la pandemia.