La insoportable levedad de la educación

“El problema no es un sistema educativo rengo, desarticulado e improvisado, el problema educativo en sí es ser educativo”.

Esta pandemia reveló para muchos el problema real de la educación: el alumno. En la educación presencial, el señalado era el profesor y en la escuela, ahora que “el centro escolar” se adaptó en la casa, los padres cosechan la irresponsabilidad y negligencia de años de descuido y poca autoridad.

Las excusas de miles de padres que se ven alcanzados por las actitudes de sus hijos llegan a los profesores y autoridades educativas, que están con manos atadas, pues lo que pasa en casa es lo que ellos mismos criaron.

Es curioso cómo antes los niños querían ver la tele en lugar de hacer la tarea o estudiar, ahora que pueden hacer una para la otra les aburre, el detalle con la educación es que para el que quiere aprender hay muchas maneras, para el que no, hay muchos pretextos.

Tañendo la esencia del libro de Milan Kundera, lo educativo como el ser se ha tornado “muy incómodo, molesto y enfadoso“, y trayendo el concepto de levedad, refiero a la inconstancia y ligereza de este acto, el de estudiar.

Ser estudiante es en sí y para sí una afirmación del sujeto, lo que significa el atributo. Para el caso, alguien dirá: “todos somos estudiantes porque aprendemos a cada momento“, pero en un quehacer consciente de aprender, muchos entorpecen el proceso. Todos somos aprendices, pero pocos estudiantes.

Tal parece ser el caso de unas alumnas de nivel Superior en Ecuador. Una clase de famarcología se volvió el centro de atención contra el docente, Médico de profesión especialista en ginecología y obstetra, José Augusto Durán Chávez que expuso la negligencia y ligereza de su alumnado.

Aunque las autoridades educativas en todo el planeta indican y hacen parecer que todo es justificable por un sentido “empático“, la actitud de la universidad contra el Profesor indica que sólo es una máxima que aplica para los alumnos, pues fue destituido de su cargo.

Las alumnas de nivel superior en clase de Farmacología en la Universidad Central de Ecuador “olvidaron u omitieron” decir al profesor que sólo había una parte del equipo para un trabajo importante.

Esto desató el enojo del profesor con justa razón, pues en la sesión previa a la presentación del trabajo él preguntó si existía algún inconveniente para empezar. La alumna presente no indicó el problema a tiempo hasta que empezó su presentación del trabajo.

El profesor le gritó: «Tienen cero y vayan a reclamar a donde les dé la gana» y harto de la irresponsabilidad y poco compromiso de su alumnado concluyó: «ojalá así me boten rápido de esa pendejada de universidad».

La alumna presente del equipo, al tratar de justificarse y justificar a su compañera, desató la cólera del profesor que le gritó en algunas ocasiones «¡Bájeme la voz, carajo!, téngame respeto y no me grite guambra malcriada», haciendo notar el error de la alumna.

Si bien la Universidad condenó la manera poco ética de actuar del Profesor, no sancionó la irresponsabilidad de las alumnas. El docente presentó su renuncia irrevocable, como ha pasado ya en otros países del mundo por profesores hartos del consentimiento y complacencia que se ha dado con los alumnos irresponsables de ese nivel escolar.

El profesor afirmó en un texto escrito su actitud, informando que sus palabras siguen en pie y «si por eso debo ir a la cárcel, pues me iré».

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