La seguridad de la Unión Europea ante el Brexit

Tabula Raza

En junio de 2016, el Reino Unido llevó a cabo un referéndum (o sea una consulta pública bien hecha y no una parodia como las que presenciamos en México) convocado por el entonces primer ministro David Cameron, (decisión que pasará sin duda al historial de las peores decisiones que ha tomado de manera libre un dirigente) con el fin de que los ciudadanos británicos decidieran en torno a la permanencia o salida de la Unión Europea. Al final, con todo y la campaña de desinformación, cifras falsas y baja participación de los jóvenes, ganó el proceso de salida que conocemos como Brexit.

Decirle no a la Unión Europea fue muy fácil, salirse formalmente ha sido un largo y tortuoso camino. Simple y sencillamente no se logra el acuerdo de separación. El proceso necesitó de tres prórrogas para hacer oficial la salida el 31 de enero de este año. A partir de ese momento se abrió un periodo de transición que termina el 31 de diciembre de este 20202 para llegar a un acuerdo final de salida entre ambas partes. De no darse un acuerdo total, se llegará a un Brexit duro, lo que significa que las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea serían sin ningún trato privilegiado o especial.

En días pasados se llevó a cabo una reunión entre el primer ministro inglés, Boris Johnson y la presidente de la Comisión de la Unión, Europea Ursula von der Leyen. La reunión fue motivada para hacer, quizá, el último intento para que la Unión Europea y Gran Bretaña lleguen a un acuerdo en torno al Bexit, el nuevo plazo fatal de negociaciones es el próximo domingo. Ante el altamente probable escenario de rompimiento sin acuerdo, se abren interrogantes en torno a varios temas: comerciales, aduaneros, migratorios, fiscales, y por supuesto, el de seguridad.

Es difícil de precisar cuál va a ser el impacto de la salida del Reino Unido en materia de seguridad sin antes entender que la Unión Europea ha conceptualizado a la misma en dos dimensiones: la seguridad interior y la seguridad exterior. Desde 2003 y hasta 2020 se habrían presentado una serie de estrategias específicas ya sea para la dimensión exterior o para la dimensión interior. De la seguridad interior nos ocuparemos en otra ocasión, por el momento nos enfocaremos en la seguridad exterior.

En la Estrategia de la Unión Europea para una Unión de la Seguridad 2020-2025, se hace un reconocimiento de que “es hora de superar la falsa dicotomía entre el mundo en línea y fuera de línea, entre el mundo digital y el físico, y entre las preocupaciones y las amenazas para la seguridad internas y externas”. Desde 2003, las diferentes estrategias han señalado como amenazas tradicionales a la seguridad los temas de terrorismo, delincuencia organizada y ciberdelincuencia, delitos que tienen la particularidad de que corresponden a ambas dimensiones, lo mismo se pueden generar desde dentro de los países de la unión como provenir del extranjero. 

El papel que juega el Reino Unido en las políticas de seguridad exterior es trascendente. Es un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, además de ser, junto con Francia, los países de la UE que poseen armamento nuclear. Asimismo, el Reino Unido es uno de los mayores contribuyentes de los más de 200 mil millones de euros anuales destinados al ámbito de la cooperación militar europea, recursos que, entre otros objetivos, apoyan las 10 misiones civiles y las 6 misiones militares que opera actualmente la Unión Europea al amparo de la Política Común de Seguridad y Defensa, aunque en términos de aportaciones de recursos humanos, su participación es menor y casi simbólica.

Cabe precisar que si bien el Reino Unido participa de manera importante con recursos y de manera operativa en las misiones exteriores, lo cierto es que no es la voz mandante, dado que la política exterior británica en términos de seguridad y defensa exterior está más enfocada a la colaboración bilateral con los Estados Unidos y la operación de la Organización del Tratano Atlántico Norte (OTAN).

Por otra parte, en 2017 entró en funcionamiento en el marco de la Unión Europea, la Cooperación Estructurada Permanente como reforzamiento a las operaciones de cooperación en seguridad y defensa europea, mecanismo en el cual decidieron no participar Dinamarca y Malta junto con el Reino Unido por obvias razones. Sin embargo, el pasado 5 de noviembre, el Consejo de la Unión Europea estableció las condiciones generales para invitar excepcionalmente a países no pertenecientes a la UE para que puedan participar en proyectos individuales dentro de la Cooperación Estructurada Permanente. Es decir, se deja una puerta abierta a una futura cooperación.

Otro elemento a considerar es la preponderancia que tiene la industria militar británica, la cual venía trabajando con el fin de ir unificando los equipos al interior de los países de la Unión, dentro del Plan de Acción Europeo de Defensa. Para dimensionar lo anterior, el Munich Security Report 2017 señalaba que mientras Estados Unidos tiene 1 tipo de tanque terrestre, 4 navíos y 6 aviones para operaciones militares, la Unión Europea maneja 17 diferentes tanques terrestres, 29 navíos y 20 aviones. Con el Brexit, los trabajos para homologar los equipamientos militares se verán afectados.

Para contrarestar los efectos negativos en la política de seguridad exterior, se han tomado algunas medidas. Por una parte, la Unión Europea y la OTAN firmaron en 2018 una declaración conjunta sobre cooperación entre ambos entes para actuar conjuntamente frente a las amenazas para la seguridad común, como el terrorismo, la ciberdelincuencia y la movilidad militar. Con esto de alguna forma indirecta continúa la colaboración entre la Unión y el Reino Unido.

Otra notable medida para compensar la salida del Reino Unido se firmó en junio de 2018, cuando se creó la Iniciativa Europea de Intervención (impulsada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron) a la que se han adherido Bélgica, Dinamarca, Estonia, Francia, Alemania, Holanda, Portugal, España, Suecia, Finlandia, Italia y el Reino Unido. Esta Iniciativa tendrá un carácter intraeuropeo de operación militar en situación de crisis.Un punto medio entre la OTAN y la Política Común de Seguridad y Defensa de la Unión Europea. 

La anterior medida ha llegado a interpretarse como un paso para la integración de un ejército europeo, algo a lo que tradicionalmente el Reino Unido se ha negado, pero que no es del todo indiferente para el ciudadano europeo. En 2018 el Eurobarómetro consignaba que el 13% de la población estaba a favor de un ejército común europeo. Si bien no se puede hablar en un futuro próximo de concretar un ejército común, lo cierto es que va avanzando la construcción y operación de mecanismos alternativos para compensar la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Otro elemento a considerar es el papel que juega el Reino Unido dentro de los equilibrios geopolíticos al ser el principal interlocutor de los Estados Unidos con la UE. De ahí que se pueda entender la razón por la cual los británicos han decidido darle prioridad a la cooperación en el marco de la OTAN que en la Política Común de Seguridad y Defensa. Lo anterior se acentuó durante los años de la presidencia de Trump quien rechazaba de manera nada sutil los acuerdos con la Unión Europea, y en especial con Alemania y Francia. 

El anterior escenario de confrontación cambiará a partir de una nueva administración en Estados Unidos. Todavía no toma posesión el presidente Biden y ya se perciben cambios en la atmósfera diplomática. Por ejemplo, el día 10 de diciembre, la revista Foreign Policy publicó el artículo “How to Kick-Start a New Trans-Atlantic Era”, donde Josep Borrell, Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, señala que los nuevos tiempos exigen una visión distinta donde la Unión Europea reconoce que en materia de política exterior y seguridad se tienen por delante tres puntos en común:

  1. Los Estados Unidos juegan un papel indispensable en la seguridad europea.
  2. Deben enfrentar juntos los retos que plantea China en todos los campos
  3. Encontrar los mecanismos para que Estados Unidos se reincorpore al acuerdo nuclear con Irán.

Lo anterior es parte de la propuesta de una Nueva agenda UE-EE.UU. para el cambio global, que en su caso deberá aprobarse a principios de 2021. Lo que es un hecho es que dentro de las estrategias europeas habrá que considerar tanto a los Estados Unidos como al Reino Unido como jugadores fundamentales.

Tras el Brexit, podemos decir que la Unión Europea perderá de manera formal a un poderoso aliado militar, ya sea más por el presupuesto que aportaba que por las operaciones en las que participaba. Al mismo tiempo gana en políticas más cohesionadas, que permiten mayor convergencia de objetivos entre Alemania y Francia. El Brexit, ya sea con acuerdo o sin él, y una nueva presidencia en Estados Unidos plantean nuevos escenarios a futuro.

Como señala Lawrence Freedman en su estupendo libro La guerra futura donde analiza el pasado y futuro de la guerra desde la visión de los académicos como desde los literatos, “los peligros asociados con una guerra, añadidos con las reticencias a destinar grandes contingentes para resolver conflictos menores, empujaron a las principales potencias a  buscar fórmulas para influir en los acontecimientos”. Hoy es tiempo de construir nuevas fórmulas.

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