La crianza en tiempos de pandemia

El confinamiento por la pandemia de COVID-19 a nivel mundial podría generar algunos estragos en la crianza algunas generaciones.

Distancia social“, “cubrebocas“, “sana distancia“, “miedo“, “sanitizar“, “higiene“, “coronavirus“, “pandemia” y demás palabras han marcado el lenguaje de los niños, ha marcado el lenguaje de todos, una realidad totalmente permeable en cada ámbito de la vida se apoderó del modo de los hablantes.

El mundo está en constante cambio y con ello vemos cómo cambia la lengua y el lenguaje” -Alejandro Miguel Méndez

Testimonios de muchos padres alrededor del mundo coinciden en que los niños no consideran hablar o relacionarse con otros niños e incluso, cuando ven más personas en la calle “les da como un escosor extraño“.

Ahora hay una preocupación en torno a la “carencia social” que sufrirán los niños. Esos mismos padres que abandonaron a sus hijos a la tecnología son los que ahora se preocupan por la relación que tendrán sus hijos con otros niños.

Aunque no hay tiempo ni evidencia propias al respecto, los científicos especulan sobre los posibles riesgos. Estos subrayan la importancia de la interacción social en el aprendizaje, esta teoría fue propuesta por Vigotsky.

Muy recientes estudios neuronales informan que «el desarrollo de lenguaje y capacidad cognitiva se fomentan a través del intercambio verbal y físico». Kathryn Hirsh-Pasek, directora del Laboratorio de Lenguaje Infantil de la Universidad del Temple y miembro sénior de la Institución Brookings, enunció que «las relaciones sociales influyen en la conectividad, desarrollo y estructura cerebral».

Los expertos advierten que la tecnología rompe e inutiliza la comunicación entre padres e hijos y han propuesto el término “tecnoferencia” para llamar la interrupción de la eficacia de las líneas de conversación.

Hirsh-Pasek afirma este contexto como un huracán social “los niños y bebés no conviven con más niños y reciben el miedo de sus padres por otras personas“.

Hubo un estudio parecido en 1974 luego de la gran depresión. Este estudio presenta mucha esperanza pues hubo “una buena trayectoria de resiliencia“.

Los puntos focales al respecto de este periodo fueron, según Brenda Volling, psicóloga de Michigan:

La estabilidad económica

Los niños absorben de los padres “cómo está el mundo“, si pueden confiar, si están seguros. Los padres revelan al niño si el mundo es seguro. Los niños pueden crecer con esa preocupación, como un atavío natural por parte de los padres.

En la Gran Depresión, los hijos de los padres que superaron más rápido la crisis económica, tuvieron un desarrollo más sano.

Interacción familiar

Es una mentira que los niños no tienen interacción“, dice la experta. Los niños reciben la mejor, mayor y más importante de todas las atenciones e interacciones en el mundo: la de sus padres.

Los niños no necesitan interacción con otros niños, sino con sus padres: una relación amorosa, comprensible, atenta, estable y con su papá y su mamá sustentará un buen desarrollo en todo sentido.

El trabajo y la familia convergen en un solo lugar

La experta considera que el buen manejo y alineación del horario laboral con la convivencia familiar es vital para el desarrollo, no sólo del niño, sino de toda la familia.

«En la Gran Depresión -escribe la psicóloga- la tensión era tal que las familias lo que querían era estar juntas, con dinero, mucho o poco, no importaba. El momento propiciaba estar juntos y saber que todos estaban bien».

En este tiempo de pandemia tenemos todo, tecnología, seguridad, avances médicos y total o parcial comodidad, desde pedir una pizza hasta mandar a hacer el súper. No dejando de lado las personas que -sensiblemente escribo- perdieron algún familiar.

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