Las ciudades del futuro

La situación que vivimos puede ayudar a combatir las barreras culturales que persisten en contra del uso de vehículos eléctricos y otros medios de transporte alternativos.

En tiempos complicados como los actuales, en donde la cooperación entre países para alcanzar metas globales se complica, los alcaldes y alcaldesas de las grandes ciudades están tomado acciones. Es el caso de la declaración sobre calles verdes y saludables, firmada por 25 ciudades, entre ellas la capital del país, para reducir las emisiones de combustibles fósiles en las urbes.

Seguramente a eso responden las medidas de la administración capitalina para mejorar el tren ligero, modernizar los trolebuses y comenzar a utilizar en el Metrobús vehículos de cero emisiones. Además de ampliar la red ciclista y eventualmente el servicio de bicicletas públicas, así como los lineamientos que se bosquejan en el nuevo Plan de Desarrollo capitalino, para eventualmente establecer limitaciones a cierto tipo de vehículos contaminantes en algunas áreas de la ciudad.

Algunas de esas medidas se tendrán que tomar cuando se presente el nuevo programa Proaire para la Zona Metropolitana del Valle de México, en el que valdría la pena discutir impuestos y restricciones para evitar la congestión de vehículos contaminantes en zonas críticas.

Mónica Araya, experta y promotora global en la causa de limpiar el aire de las ciudades, señala que el avance tecnológico en materia de vehículos electrónicos o híbridos es enorme, ya que el costo del uso de las baterías para los mismos ha caído en casi 90% en los últimos 10 años. También ha crecido la compra de bicis eléctricas, particularmente en Europa se han incrementado en 23%, tan sólo en el 2019.

Araya menciona que debido a que existe evidencia que muestra que la contaminación del aire incrementa las infecciones por COVID, las personas, a raíz de la pandemia, de acuerdo con encuestas recientes, están dispuestas a asumir medidas más estrictas en materia de restricciones a vehículos para mejorar la calidad del aire. Es decir, la situación que vivimos puede ayudar a combatir las barreras culturales que persisten en contra del uso de vehículos eléctricos y otros medios de transporte alternativos.

Ciudades como París y Ámsterdam han comenzado a poner en marcha planes para eliminar sistemas de transporte que utilizan combustibles fósiles y restringir ese tipo de autos, en un primer momento en las zonas centrales, para eventualmente hacerlo también en toda la ciudad.

Para lograr ese propósito es necesario regular el transporte de carga que cruza y opera en las ciudades, pero también que las empresas tomen la iniciativa para reducir emisiones en el transporte.

En México, por ejemplo, Grupo Bimbo ha iniciado un proceso para realizar toda la distribución de su producto en la Ciudad de México por medio de autos eléctricos o híbridos, para lo cual puso en operación una planta en la que ensambla motores de ese tipo para su flota, lo que le permite reducir costos y avanzar con rapidez a la meta de cero emisiones. Esto es, con compromiso y planeación la migración hacia sistemas de transporte no contaminante, particularmente en las ciudades, se puede alcanzar la viabilidad económica, por lo que el transporte de carga con cero emisiones no tiene que necesariamente representar pérdidas para las empresas.

El mayor uso de vehículos eléctricos es parte de la solución al problema de calidad del aire de las ciudades, pero eso debe ser complementado también con políticas urbanas que fomenten el uso peatonal de los espacios; que reduzcan los tiempos de traslado fortaleciendo los servicios y la infraestructura de los centros de barrio; que acerquen la vivienda a los centros de trabajo y que faciliten el uso de la bicicleta.

Es decir, crear una ecuación completa con una visión integral que permita fomentar el uso de los motores eléctricos, restringir a los que emiten gases contaminantes a la atmósfera, pero también utilizar transporte alternativo y reducir los traslados para mejorar la calidad de vida.

Back to top button