Tabula Rasa: El mercado de partidos

Hemos sido testigos en los últimos días de un verdadero mercado de partidos.

Por desgracia no me refiero a la avalancha de partidos de futbol, béisbol, basquetbol y futbol americano que ha inundado nuestras pantallas. Ahí los enfrentamientos son más o menos en igualdad de condiciones y compiten con honor, donde los derrotados reconocen al ganador y el ganador dedica mensajes al perdedor. 

Cuando hablamos de mercados, se nos viene a la mente esa forma de organización milenaria de los pueblos en el mundo donde la gente va a comerciar, a comprar y vender mercancías al mejor postor, y donde los regateos a los precios son una constante. Todo en medio del bullicio de la gente, de gritos y hasta de discusiones acaloradas. Incluso hasta los mercados financieros, tan reverenciados por los economistas, nos traen escenas de gente que compran y venden acciones en medio de un caos. Así, nuestro sistema de partidos se ha convertido en un mercado, donde entre gritos y más gritos se aprueban y se desechan partidos políticos.

Para elementos prácticos podemos señalar que hoy en día la democracia no se puede concebir sin la presencia de los partidos políticos porque estos son la expresión organizada e institucionalizada de la representación política. Es decir, esa vieja tradición que viene desde el pensamiento contractualista, teniendo a John Hobbes en Leviatán su máximo exponente al decir que “un Estado es instituido cuando los hombres conviven y pactan que a cierto hombre o asamblea de hombres, se le otorgará por mayoría el derecho a representar a todas las personas”. Por decirlo de otra forma, nosotros los ciudadanos hemos decidido que alguien más nos represente a nombre de una comunidad determinada.

Con el correr de los años, esta representación se fue congregando en torno a algo que era más cercano a un club de amigos que compartían algunas ideas en común y se organizaban para llegar a los parlamentos. Posteriormente fueron evolucionando para tomar la política de manera más seria y profesional para dedicarse a dichas tareas de tiempo completo. Con el tiempo, eventualmente, se fueron convirtiendo en partidos políticos con afinidades de intereses y de opinión. Para finales del siglo XIX ya había visto partidos liberales, conservadores, comunistas, laboristas, etc, en varias partes del mundo.

Los partidos políticos fueron ocupando su lugar en el escenario político como el intermediario entre la sociedad y el gobierno, aunque, como lo señala Norberto Bobbio en su Teoría General de la Política, en realidad se tienen dos relaciones distintas, “la primera, entre los electores y el partido, la segunda ente el partido y los elegidos, lo que torna cada vez más volátil la relación”. De tal forma que los partidos mantienen actualmente una relación permanente y estrecha con los elegidos, mientras que a los electores los ven cada que se celebre alguna elección, razón por la cual la gente no confía en los partidos políticos. Tan es así que de acuerdo con el Latinbarómetro 2018 (el más reciente) de 8 instituciones que existen en los países de Latinoamérica, los partidos políticos son los que menor confianza tienen. Es más, en México, hasta la policía está arriba de los partidos políticos en cuanto a confiabilidad ciudadana.

Para entender el rechazo a los partidos en nuestro país, lo que he llamado el mercado de los partidos políticos, vale la pena ver cómo se han ido presentando en la elección más importante, en la presidencial, a través de los años. Por ejemplo, en las elecciones de 1988 hubo 5 candidatos a la Presidencia de la República y 9 partidos participantes, en 1994 la elección fue entre 9 candidatos y 9 partidos políticos, en 2000 fueron 6 candidatos (aunque uno, Porfirio Muñoz Ledo, declinaría casi al último por otro candidato, Vicente Fox) y 9 partidos. Para 2006 la competencia electoral fue entre 5 candidatos y 8 partidos, mientras que en 2012 participarían 4 candidatos y 7 partidos, para llegar finalmente a las elecciones de 2018 donde se presentaron 4 candidatos (uno de ellos como candidato independiente, es decir, sin partido político) y 9 partidos.

Ahora bien, no siempre participan los mismos partidos, de hecho, de los 9 partidos políticos que se presentaron en 2018, sobreviven desde 1988 solo 2 partidos: PAN y PRI. Para 1994 se incorporaban el PRD (aunque para su creación legal, tomaría el registro del Partido Mexicanos Socialista), PT y PVEM. En el 2000 se crea el Partido Convergencia (luego llamado Movimiento Ciudadano) mientras que en 2006 entra en escena Nueva Alianza. La excepción ha sido 2012 al no presentarse ningún partido nuevo, pero para 2018 llegan Morena y el Partido Encuentro Social. Tras las elecciones de 2018 pierden el registro al no lograr los porcentajes mínimo de votación Nueva Alianza y Encuentro Social, quienes se unen a 10 partidos políticos adicionales quienes también perdieran su registro, básicamente por no alcanzar los porcentajes mínimos de votos a nivel nacional.

Podemos observar, excluyendo a Morena que sólo ha participado en una elección presidencial, que los únicos partidos que han presentado candidato propio a la presidencia en todas las elecciones señaladas, ya sea de forma solitaria o en alianza con otros partidos, han sido el PAN y el PRI, todos los demás han hecho al menos una alianza. Esto es un indicativo de que dichos partidos no tienen la fuerza y la presencia necesaria como para tener candidato propio, o son tan pragmáticos que deciden que es mejor ir en alianza y afianzar algunos votos, que ir en solitario y arriesgarse a perder el registro, aunque como hemos visto, tampoco una alianza garantiza mantenerse en el mercado.

Por si fuera poco, y debido a que la ley electoral lo permite, ahora tenemos que este año se abrió nuevamente la oportunidad para el registro de nuevos partidos políticos. El proceso es largo de acuerdo con la normatividad electoral, pero al final quedaron las solicitudes de 7 organizaciones. Hasta aquí todo marchaba dentro de un cauce que podemos considerar como natural. Sin embargo, se filtró la noticia de que la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del Instituto Nacional Electoral (INE) proponía otorgar el registro como partido político a México Libre y rechazar todas las demás propuestas.  A la hora de la votación por parte del Consejo General del INE se decide no otorgar registro a México Libre y sí darlo a Encuentro Solidario, justo al revés de cómo venía el Dictamen. Obvio, esto levanto más de una suspicacia.

Como el resultado de lo anterior, los partidos se inconformaron ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, para sorpresa de muchos, resolvió que además de ratificar el registro a Encuentro Social y negárselo a México Libre, se decidió aprobar el registro de dos partidos más, Redes Sociales Progresistas (ligado a Elba Esther Gordillo) y Fuerza Social por México (ligado a un líder sindical). Como es sabido, el partido México Libre estaba encabezado por Felipe Calderón y Margarita Zavala, férreos opositores al actual gobierno. 

Por otra parte, nos encontramos que los 3 partidos a los que se les aprobó el registro comparten algo en común, que no es la ideología porque Encuentro Social es un partido de derecha, muy cercano al movimiento evangélico, mientras que los otros dos se auto asumen como de izquierda progresista. Lo que tienen en común es que los líderes de esos partidos (una búsqueda rápida en la red lo demuestra) han señalado públicamente que serán aliados del presidente. La pregunta sería: ¿entonces para qué queremos más partidos?

Quizá la explicación del por qué tanto interés en formar un partido político nacional radica en el hecho de que la ley electoral prevé otorgar financiamiento público a estos partidos, que para 2021 será de 7,226 millones de pesos (mdp). Para ponerlo en perspectiva, ese monto equivale a poco más de la suma total de los recursos que tienen los 26 fideicomisos para educación (CIDE, Colegio de la Frontera Norte, etc) y 62 de 65 fideicomisos del Conacyt. Tan solo los recursos que recibirá Morena en 2021 (1,700 mdp) son más del doble de los fondos que existen en los 26 fideicomisos para educación (785 mdp). Seguramente habrá quien considere que es más provechoso para el país que el PT reciba 391 mdp, a dejarle al Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica 51, 617 pesos.

Existen muchas peticiones para que se revisen los recursos a los partidos políticos, y yo le agregaría que también debe analizarse el mecanismo de inclusión de nuevas propuestas. No cerrar el paso a nuevas expresiones políticas, pero quizá sí trazar nuevas rutas que tengan que ver con tener presencia en un porcentaje mínimo en gobiernos y congresos estatales y municipales, para que cuando adquieran el reconocimiento a nivel nacional no parezcan surgidos de la nada, como sucede en nuestro mercado partidista. Pese a la mala fama que gozan los partidos políticos y a la desconfianza ciudadana, nos dice Adam Przerwoski en ¿Por qué tomarse la molestia de hacer elecciones? que “muchas personas que votaron por los ganadores, se horrorizan ante el desempeño que estos demuestran al estar en ejercicio… Elección tras elección tenemos esperanza y decepción, decepción y esperanza: resulta extraño. ¿Es irracional?”.

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