La resistencia que intenta encabezar Letras Libres
El día de ayer, el presidente López Obrador hizo énfasis en la venta de servicios y compra de revistas que había llevado a cabo el gobierno anterior desde 2006 hasta 2018. Especialmente fueron señalados dos proyectos: la revista Nexos y Letras Libres, que está vinculada a la editorial Clío.
La revista Letras Libres había sido mencionada en el comunicado matutino, ya que se le habían destinado cerca de 90 millones de pesos desde el año 2006 en distintos rubros, como fueron anuncios, suscripciones y compra de ejemplares por parte de las distintas dependencias.
La revista no tardó en responder y ayer por la tarde presentó en las redes sociales un documento titulado: Un mensaje ante los señalamientos del presidente de México. El equipo encabezado por su director, Enrique Krauze, su editor en jefe, Christopher Domínguez Michael, así como el editor, Eduardo Huchín manifestaron su desacuerdo en una breve carta.
“Con la difusión, en su conferencia de prensa matutina, de datos de publicidad oficial y suscripciones de Letras Libres, el presidente de México incurre, de nuevo, en una difamación. Insiste en utilizar la tribuna presidencial, con todo el poder que ello confiere, para desprestigiar voces críticas y confundir a la opinión pública, haciendo creer a su audiencia que la publicidad oficial que reciben los medios es indebida”.
“Esto no es verdad. Se pueden y deben debatir sus reglas y sus méritos en México, pero la publicidad oficial no es ilegal. Tampoco significa falta de rectitud. En nuestro caso y el de otras publicaciones críticas atacadas recientemente, la correlación automática que sugiere el presidente es malintencionada y falsa”, se lee en las redes.
Aunque dolorosamente la carta manifiesta que existe una justificación para emplear la publicidad oficial, fuera de los acuerdos con el Gobierno y justifica como legal y legítimo dicho financiamiento recibido por parte del Gobierno Federal desde el año 2006.
“Cada peso de publicidad oficial que ha recibido Letras Libres es público, legal, legítimo y ha servido para dar voz y espacio a autores de todas las tendencias políticas. El archivo histórico de la revista prueba que Letras Libres ha publicado textos críticos sobre los gobiernos anteriores, igual que hace y hará con el actual. Nunca un anuncio ha inhibido ni inhibirá la independencia crítica de la revista”.
Lo que llama la atención de la carta es que establece la dependencia manifestada de la publicación sobre el dinero Federal resumida en tan sólo el 20% del total de los ingresos que percibe el proyecto editorial.
“La publicidad oficial, hasta antes de este gobierno, representó apenas 2 de cada 10 pesos de nuestros ingresos. Hoy en día representa aún menos. El resto proviene de anunciantes y patrocinios privados, así como de los lectores que nos siguen con regularidad y lealtad en México, América Latina, España y el resto del mundo, a través de nuestro sitio web.”
Y continúa:
“Letras Libres también ha vendido suscripciones, gracias a las cuales bibliotecas públicas de todo el país pudieron consultar una revista que ha tenido en sus páginas a muchos de los pensadores y escritores más importantes de México y el mundo. En 2017 hicimos la donación a esas mismas bibliotecas de 237,000 revistas, mil por cada número desde nuestro nacimiento en enero de 1999. Solo un gobierno empeñado en calificar el periodismo y el pensamiento críticos como una actividad ilegítima exhibiría la presencia de revistas en bibliotecas como una actividad sospechosa.”
Parte de la información acerca de esta carta suele ser una interpretación parcial, ya que se conoce que la actividad de los intelectuales que se encuentran en Letras Libres siempre es remunerada y nunca se han hecho aportaciones a la cultura, si no hay un interés de por medio.
El proyecto de Letras Libres también sirvió en algún momento para catapultar la editorial llamada Clío que en realidad fueron epígonos de la revista Vuelta. Ambos sirvieron para que el censor, Enrique Krauze, que no tenía presencia en la cultura, de pronto protagonizara los más importantes debates intelectuales después de la muerte de Octavio Paz. En breves palabras, en el ámbito cultura, se conoce que Enrique Krauze ha vivido de la fama heredada del proyecto Vuelta (1976-1998).
Resulta extraño que mencione en la misma carta, según la editorial de la revista, que se integran todas las voces, no he visto artículos de Fabrizio Mejía Madrid y mucho menos de Heriberto Yépez, que han sido sumamente críticos con la hegemonía tanto priista como panista. No se les ha dado voz dentro de la revista. La línea editorial siempre ha mantenido un perfil selectivo y por lo tanto aristocrático del sistema cultural.
En los medios intelectuales se sabe que aquel que no comulgue con los preceptos de la línea editorial y pertenezca a los grupos de escritores reconocidos en el medio cultural, difícilmente tendrán acceso a emitir un juicio preciso dentro de la revista. El supuesto liberalismo que profesa el editor parece también una huella anquilosada de un clasismo elitista decimonónico. Definitivamente esos tiempos ya no existen.
El documento, por otra parte, también sugiere una forma de proceder que debería seguir a manera de receta el presidente.
“El presidente de México haría bien en abandonar su voluntad cotidiana de distracción en un momento en el que el país enfrenta una situación crítica. Con 67 mil personas fallecidas como consecuencia de la pandemia, el desplome de la economía y el empleo, la alarmante inseguridad y la corrupción de su círculo cercano, el presidente no tiene tiempo que perder. El país, mucho menos.”
Finalmente, en un breve párrafo, la editorial manifiesta una actitud combativa acerca de la ideología del Gobierno Federal y la supuesta visión limitada que tiene el gobierno. Y vuelve a citar aquellos proyectos en los cuales no fue protagonista Enrique Krause, sin Octavio Paz y de él se adjudicó la fama intelectual para preservar este novísimo proyecto intelectual de crítica a la “intelligentsia” (según Isaiah Berlín) al modo mexicano.
“Letras Libres, en su versión impresa y digital, seguirá publicando ideas en libertad y defendiendo la democracia, como lo ha hecho desde hace veintiún años, y como lo hicieron las revistas Vuelta y Plural, que nos antecedieron. Medio siglo de historia nunca se podrá borrar. No nos intimidarán”.
Parecería como si el proyecto fuese la cara de la resistencia ante un supuesto gobierno autoritario. Sin embargo, la interpretación está muy lejos de ser cierta. El proyecto Letras Libres nunca pasó ni por el anonimato y mucho menos por ser un órgano de difusión de ideas de grupos disidentes, sino todo lo contrario. Siempre fungió como el instrumento para hegemonizar la cultura en turno, fuera del contexto del México de inicios de siglo XXI.
Lamentablemente, tampoco el Gobierno Federal encabezado por Andrés Manuel López obrador está actuando de forma coherente con la cultura. Se deja ver cuando reviven las percepciones de cuño priista de la cultura, donde sólo el folclor y lo nativo, como las tradiciones indígenas, sean consideradas parte sustancial de las expresiones de índole cultural. Un proyecto que sí debió de ser considerado por el Gobierno Federal por su capacidad de difusión y divulgación fue la editorial vinculada a la revista Nexos que se conoce en el ámbito intelectual Cal y Arena. Pero ésa es otra historia.