La soluciones gubernamentales de la “cuarta transformación” a un problema, son normalmente tan malas como el mismo problema
“La solución gubernamental a un problema es normalmente tan mala como el mismo problema”, exclamaba el premio nobel de economía, Milton Friedman, tras los nulos resultados que arrojaban las políticas del gobierno de su país. Hoy, en México, los tiempos no son muy diferentes a los años en donde el Dr. Friedman cuestionó las políticas de las administraciones que le tocaron vivir en materia económica.
Lo que se experimenta en este sexenio es una terrible e interminable pandemia que ha generado una gran crisis económica atípica por falta de consumo, que ha desembocado en la peor contracción económica en la historia de nuestro país, ya que según el Sistema de Cuentas Nacionales del INEGI, el PIB se desplomó -18.9% en el segundo trimestre de 2020.
A pesar de que se han perdido más de 1.18 millones de empleos, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), todo el sector privado, o lo que queda de él, ha seguido con pies de plomo al margen de estas dos grandes crisis, pues aún hay empresas y pequeños negocios que han salido a flote y que se han administrado como pueden por la baja de ingresos generalizada. En este punto todo pareciera seguir su nuevo rumbo en la estructura de capital. Sin embargo, y haciendo alusión a la frase en comento del profesor Friedman, el poder Ejecutivo y el Legislativo se han encargado de hundir aún más a la economía en plena tragedia, repasemos cada caso:
- Carga impositiva a la plataforma “Mercado Libre”: Muchas personas encontraron un refugio por la pérdida de empleos en esta plataforma para obtener ingresos y satisfacer necesidades a bajo costo. Bajo este cometido, en los intercambios libres generados por esta vía, tanto oferentes y demandantes salen ganado: el oferente obtiene una suma de dinero por el bien que vendió y el demandante satisface su necesidad por lo que compró.
Con el impuesto bajarán los incentivos para seguir vendiendo en esa plataforma y la riqueza ya no se generará como antes por esa vía. Por este impuesto, todas las personas que usan esta aplicación salen perjudicadas. - Intento de prohibir la plataforma de AirBnB en Ciudad de México: el servicio de esta plataforma es reducir costos de transacción y meter presión para mejorar la competencia en servicios hoteleros. En cuanto a los costos, mucha gente quiere rentar para vacacionar, más no comprar una casa al destino a donde se dirija, ya que eso representa un costo muy grande, casi imposible de cubrir, por lo que la plataforma acerca a aquellos que no pueden comprar una casa para vacacionar con aquellos que están dispuestos a rentar su morada a cambio de dinero, de manera que facilita transacciones voluntarias y reduce costos. Por lo tanto, oferentes y demandantes también salen ganando.
La prohibición de esta plataforma significaría menos opciones menos costosas para aquellos que demanden los servicios de hospedaje, pérdida de empleos y aumento de precios en alquileres hoteleros. Esta medida afecta a aquellos que tienen menos recursos. - Presentación de Iniciativa en el Congreso de la Ciudad de México que intentó hacer que todos aquellos que renten un departamento o una casa no le paguen al dueño en cierto periodo de tiempo: esta propuesta se explica sola, representa un abuso contra la propiedad privada y es igual de inquisitiva y regresiva que la anterior.
- Prohibición de comida chatarra a menores de edad en Oaxaca: los efectos inmediatos de esta medida legislativa es un aumento de precios en alimentos sustitutos más sanos debido al aumento en la demanda de los mismos, surgimiento de mercados negros de comida chatarra, que los productores retiren parte de su inversión para llevársela a otro lado y, según un estudio de la consultoría Bain & Company, con esta medida prohibitiva cerrarían aproximadamente 50 mil tiendas de barrio en la peor contracción económica de la historia moderna.
En este punto, el problema es que la gente no tiene acceso a agua potable. Por eso les es menos costoso comprar una coca-cola en una tienda cerca que caminar cientos de kilómetros en busca de agua que probablemente esté contaminada. Además, es muy probable que ahora los padres vayan a las tiendas a comprar lo mismo o manden a los hijos pero a escondidas.
Por otro lado, si nos basamos en la esencia de esa iniciativa aprobada por el Congreso Local de Oaxaca, también deberían de prohibir mucha comida típica de ese Estado, pues tienen altísimos contenidos en calorías, como el chocolate con el que hacen el mole, el atole, el pozol, las tlayudas, los buñuelos, el chocolate caliente, el tejate, etc. Estos alimentos hacen lo mismo que la comida chatarra: engordar y perjudicar la salud de menores de edad o de quien lo consume.
No existen pruebas empíricas de que este tipo de prohibiciones funcionen, todo lo contrario, perjudican a los más pobres. - Prohibición del plástico: las soluciones que nos ofrece el mercado libre son eficientes: los precios son señales. El precio bajo del plástico es una señal de que se requieren menos recursos naturales escasos que otros bienes sustitutos, de manera que el plástico forma parte de una opción harto eficiente en la conservación de recursos. Por otro lado, el sistema de precios actúa en pro del medio ambiente.
Cuando el precio de un recurso aumenta quiere decir que hay más personas que desean ese recurso y que es más escaso, por ende conlleva a un mayor cuidado y conservación. El aumento de precios sirve para liberar recursos futuros a quien más los valora y los necesita y, por el contrario, cuando el precio de un recurso baja, significa que puede dejarse el empleo de recursos sustitutos más escasos y que hay más abundancia de ese bien. El sistema de precios nos ayuda todos los días para racionar de manera eficiente nuestras valoraciones de diferentes bienes escasos.
El plástico responde a las necesidades de los consumidores que lo usan a bajo costo y el hecho de que no se emplee de sobre manera y de que tenga un uso eficiente y administrado es gracias al sistema de precios, que como cualquier otro bien, la liberación de este recurso está en función de su oferta y demanda. Además, ayuda a satisfacer necesidades no propiamente ligadas al plástico y a costos irrisorios, lo cual se ve reflejado en el precio final de otros bienes.
Cabe preguntarse, si el gobierno recolecta diariamente la basura ¿por qué el mar está lleno de ella? ¿Qué está haciendo el gobierno con su función de recolección de desechos que hace que todos paren en el mar? ¿Es acaso la culpa de un bien que ayuda a satisfacer necesidades a bajo costo y facilita la vida diaria de las personas, o de quien recolecta, administra y distribuye la basura?
Según la Organización en favor de la Economía Circular del Plástico (OFECP), la industria mexicana del plástico representa alrededor de tres puntos porcentuales de PIB. Además, genera inversiones por más de 570 mil millones de pesos y más de 1.2 millones de empleos directos y ocho millones de indirectos. Por otra parte, la Asociación Nacional de Industrias del Plástico informa que se han perdido más de 50 mil empleos y se han perdido cerca de 600 millones de dólares con esta prohibición, que sin duda y al igual que las otras cuatro propuestas anteriores, afecta a quienes menos tienen.
Para terminar, este 20 de agosto de 2020 se presentó un proyecto de decreto en el Congreso de la Ciudad de México para replicar lo mismo que se hizo en Oaxaca: prohibir la venta de comida chatarra a menores de edad. En materia económica los efectos serán mismos que en aquel Estado del sur del país, sólo que en la ciudad capital casi todos tienen acceso al agua.
Claro, eso no quita que pierdan sus empleos todos los que viven de vender afuera de las escuelas de educación básica, que cierren más tiendas de barrio, que los padres sigan comprando comida chatarra a los hijos, que se creen mercados negros, etc. Esperemos que por el bien de la gente más pobre dejen fenecer esa iniciativa.
Hoy no son tiempos para prohibir y cancelar, sino de hacer todo lo posible para dejar florecer el comercio libre.
Parafraseando al profesor Friedman, hoy todas las soluciones gubernamentales de la “cuarta transformación” afectan a la gente más pobre y son tan malas o hasta peores que el mismo problema que intentan atacar.