Brutalidad y llanto definen las protestas en Bielorrusia

“Sólo podemos llorar del dolor”, es el común denominador en estos testimonios de las protestas en Bielorrusia.

(www.bbc.com) — Debido a la reelección de Alexander Lukashenko, quien lleva en el poder 26 años, el pueblo ha llegado a las calles para manifestar su inconformidad. Sin embargo, no han sido bienvenidos.

Golpizas, secuestros, torturas, abusos sexuales, psicológicos y físicos, amenazas e incluso una muerte, ha sido el costo que la población ha tenido que pagar por mostrar su inconformidad y declamar voz en cuello que Lukashenko amañó las elecciones.

Todos los nombres mostrados son asignados a petición de los testificadores por miedo a represalias y persecución por parte de la policía.

Alina Beresneva, de 20 años, comenta con dolor que los forzaron a ponerse semidesnudos de rodillas en una celda. Ella cuenta: «Regresábamos del centro de Minsk cuando nos cruzamos a un grupo de las fuerzas especiales de la policía. No protestamos pero aún así nos amagaron y metieron en un autobús, nos llevaron a un centro de detenciones. Al llegar, un hombre nos gritó: “¡Rápido perras!” cuando le pregunté para entender por qué nos habló así su respuesta fue agarrarme del cuello y patearme contra la pared».

Beresneva indica que estuvo con 13 chicas en una celda con capacidad para cuatro. Toda la noche se quedó allí, al mediodía siguiente los contaron y apuntaron sus nombres. No comieron ni bebieron agua. «Cuando pedimos comida, incluso alegando que pagaríamos por ella, nos respondieron: “No, perras. Ahora sabrán por quién tienen que votar”. Nos conmocionó el tipo de lenguaje con el que nos hablaban».

La joven denuncia que le dieron a firmar una declaración y que cuando la quizo leer y entender los papeles, el oficial que estaba presente les dijo: “Te lo digo una sola vez. Firma o te violaré y apartaré otros 20 días”. «Todas estábamos en shock y llorando. Firmamos el documento sin saber qué estábamos aceptando». Unos días despué,s las furgonetas de la policía fueron por ellas.

Ella alcanzó a ver como maltrataban a los muchachos, haciéndolos hincarse semidesnudos con la espalda descubierta y a cualquier “provocación a la policía” les hacían recibir porrazos muy violentamente. Ahora tiene miedo y quiere irse del país con su familia.

Otro testimonio es de Sergei, de 25 años: «Me golpearon, gritaron y obligaron a arrastrarme», dice entre sollozos. «Un policía vino hacia nosotros y nos presionó el cuello con las botas. Nos sofocábamos. Las manos se hinchaban por las esposas. Si alguien se quejaba, les golpeaban las manos». El joven menciona que había un asmático en el grupo: «El policía le puso las botas en el cuello presionándolo fuertemente y le gritaba “no nos importa que jadees o que te mueras”, otro chico se negó a desbloquear su teléfono y le amenazaron con violarlo con los bastones policiales para que lo desbloqueara».

Sergei continúa el suplicio que vivió: «Me gritaron y obligaron a arrastrarme. Lo hice despacio, pero no dejaban de golpearme. Así continuó un tiempo hasta que arrojaron a otros sobre mí. Apenas podía respirar. Al empujarme hacia una pared me di cuenta que sangraba por una herida en la cabeza. Los doctores saben que están torturando a la gente. Me dieron 12 puntos por tres heridas. Me operaron y tomaron una placa».

Oleg, un camionero que no sabe de política ni es enemigo del pueblo ni le importa quién quede o no, de 24 años, relata: «Vi lo que estaba pasando en internet, con niños y abuelas uniéndose y decidí apoyar. Me arrestaron. La policía saltó detrás nuestro, nos pateó, torció nuestros brazos por detrás de la cabeza y continuaron golpeándome durante hora y media, arrodillados con la cabeza hacia abajo».

El joven relata que buscaban cualquier pretexto para golpear a la gente: “Un tipo gritó diciendo que era funcionario del Servicio Federal de Seguridad. Le rodearon entre cinco y le pegaron en la boca del estómago”.

Marylya, una mujer de 31 años, resume todo su tormento en cuatro palabras: “porrazos descomunales y rítmicos”. Ella relata que regresaba en carro con sus amigos después de las 11 pm cuando: «Un agente de tráfico nos detuvo y luego aparecieron varios tipos con uniforme negro. Nos pidieron que saliéramos del carro, nos obligaron a mostrarles nuestros teléfonos. Al discutir qué harían con nosotros nos llevaron a la estación de policía».

«Ellos decían cosas como que estábamos locos, que les habíamos tirado cócteles molotov o que Occidete estaba detrás de todo esto. Entre todo esto escuchamos la cosa más horripilante de mi vida: estaban castigando a un tipo con descomunales y rítmicos porrazos policiales, él pedía que pararan pero lo continuaban golpeando».

La periodista rusa, Nikita Telizhenko, de 29 años, declaró con llanto y dolor: «Agarraron mi teléfono. Asumieron que como estaba escribiendo y tenía internet, debía ser una coordinadora. Nos llevaron a un lugar donde nos encerraron en un cuarto. Eramos como 30 personas en una celda muy pequeña, sin ventilación. Luego de unos minutos estábamos empapados de sudor».

«Había sangre y excrementos sobre el suelo. Nos tiraron sobre el suelo y no podíamos voltear la cabeza. Por suerte llevaba una mascarilla. Empezaron a golpear brutalmente a todos, niguno podía hablar, sólo llorar del dolor. Al llevarnos a la prisión de Zhodino, nos dijeron “Despídanse de la vida, allí les van a matar”». Lo curioso es que en Zhodino los trataron bien, les dieron alimento y agua, allí estuvo cuatros horas hasta que la liberaron -relata la periodista. Al salir, la esperaba el Cónsul ruso en el país diciéndole que la habían expulsado de Bielorrusia por cinco años.

Back to top button